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Jun
2007Jun
Pensar por pensar y pensar mal
2 comentariosEsta tarde, escuchando la radio del coche, me he topado con un programa titulado “Pensar por pensar” en el que dos profesores de Barcelona suelen disertar sobre un determinado tema. La presentadora ha indicado que los dos profesores estaban en el programa a pesar de que hoy en Barcelona es día festivo. ¿Qué fiesta se celebra? La “Pascua granada”. La presentadora ha pedido a los dignos profesores que le explicaran de qué se trataba. Y a partir de ahí he escuchado una sarta de inexactitudes: que si Pascua granada se celebra cuarenta días después del equinoccio de primavera, que si ayer era Pentecostés, que si el Espíritu Santo es comparable a la Luna, y no sé cuantas cosas más. Ya sé que esos dignos señores no van a leerme, pero aclaro: hoy es fiesta en Barcelona, porque civilmente se ha trasladado la fiesta del lunes de Pentecostés a hoy, no sé porque motivos. Pero Pentecostés, llamada Pascua granada, se celebró el 27 de mayo, siete semanas (cincuenta días y no cuarenta como insistían esos señores) después de la Pascua de Resurrección o Pascua florida.
A veces he pensado que si algunos medios de comunicación informan de todo con el mismo rigor con el que tratan los asuntos que conozco o de los que he sido testigo, entonces su rigor está por los suelos. Eso también tiene que hacernos pensar a los cristianos: nuestra cultura cristiana necesita mejorar. Es cada vez más notoria la ignorancia en determinados aspectos que hasta hace poco tiempo eran patrimonio común de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Todos nos preocupamos por estar al día en política, economía, medicina, deportes y, en general, en aquellos asuntos que nos interesan. Pero me temo que los cristianos descuidamos nuestra cultura religiosa y nuestra formación en la fe. El resultado es que mientras en los demás aspectos de la vida tenemos ideas y reacciones adultas, lo religioso lo vivimos y expresamos muy infantilmente. Sin duda a base de cultura religiosa no convertiremos a nadie. Pero sí contribuiremos a la credibilidad de nuestra fe.
A veces he pensado que si algunos medios de comunicación informan de todo con el mismo rigor con el que tratan los asuntos que conozco o de los que he sido testigo, entonces su rigor está por los suelos. Eso también tiene que hacernos pensar a los cristianos: nuestra cultura cristiana necesita mejorar. Es cada vez más notoria la ignorancia en determinados aspectos que hasta hace poco tiempo eran patrimonio común de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Todos nos preocupamos por estar al día en política, economía, medicina, deportes y, en general, en aquellos asuntos que nos interesan. Pero me temo que los cristianos descuidamos nuestra cultura religiosa y nuestra formación en la fe. El resultado es que mientras en los demás aspectos de la vida tenemos ideas y reacciones adultas, lo religioso lo vivimos y expresamos muy infantilmente. Sin duda a base de cultura religiosa no convertiremos a nadie. Pero sí contribuiremos a la credibilidad de nuestra fe.