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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

30
Jul
2020

Origen del pecado en ángeles y humanos

6 comentarios
nubes

Dios, si se decide a crear, no puede crear otro Dios, porque “otro Dios” sólo sería la prolongación de Dios. Si se decide a crear, Dios sólo puede crear lo distinto de él. Y lo distinto de Dios, no es Dios. Por tanto, es una realidad finita y limitada. Eso sí, cuando se decide a crear una criatura a su imagen y semejanza, esta criatura lleva una huella de Dios en su propia estructura. Así se comprende que en esta criatura haya un irremediable anhelo de Dios.

Lo primero que hace una criatura es “afirmarse” a sí misma. Lo más fácil, la tendencia primera, es afirmarse “frente” al otro. La buena afirmación es afirmarse en el amor, en la relación, en la acogida. Pero el amor, siendo algo natural y propio de lo humano, no es la primera tendencia natural, porque no es fácil, porque el amor, en cierto modo, implica dejar de mirarse a uno mismo para fijarse en el otro.

Y ahí está la explicación del pecado original, en el afirmarse “contra” el Otro. Este es “el origen” de todo pecado. Este pecado, propio de los humanos, es una posibilidad y tendencia que se encuentra en toda criatura libre e inteligente. Y cuanto más perfecta sea esa criatura, más posibilidades tiene de cometer ese pecado. De ahí que el pecado original no es una posibilidad humana, sino una posibilidad de la criatura libre e inteligente. Así se comprende la doctrina eclesial sobre el pecado de esas criaturas inteligentes y tan próximas a Dios, como son los ángeles. Algunos de ellos, en su más fácil y cómoda tendencia, buscaron afirmarse frente a Dios. Otros se afirmaron con Dios. Esta es la doble posibilidad de toda inteligencia y libertad no divinas.

En el origen del pecado y, paradójicamente, en el origen de la gracia, está el afirmarse a sí mismo. En el pecado nos afirmamos contra el otro. En la gracia nos afirmamos con el otro, sea el hermano, sea Dios. Como afirmarse con el otro es también una afirmación mutua, resulta que ahí se encuentra la indestructible solidez del amor.

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Hormias
30 de julio de 2020 a las 15:35

Amar a vuestros enemigos cuanto dificil es cumplirlo

Emilio
1 de agosto de 2020 a las 02:48

Gran reflexión donde una de las claves es la libertad de las criaturas creadas, y paradójicamente el pecar, demuestra que Dios nos ha creado libres aunque nuestra decisión no sea la correcta, lo que me recuerda ese refrán que dice "en el pecado esta la penitencia"

María Gómez
1 de agosto de 2020 a las 14:57

Volviendo al caso, entonces, todos somos más pecadores de lo que nos imaginamos. Quien no busca afirmarse frente al otro sea quien sea. Y no por malicia sino por inseguridad, indefensa, desamparo. No es fácil, aunque nos morimos de ganas de poder encontrar la afirmación la seguridad en la comunión con el otro. Así se entiende lo que dice el apóstol, que el amor excluye todo temor. Se necesita valentía para entrar en la comunión fraterna, "desarmada"
indefensa. ¡Que Dios nos ampare!

Olinda
1 de agosto de 2020 a las 15:55

Hermosa reflexión reconocer que Dios es mi Creador y que jamás podremos quitarle su lugar y que a él debemos siempre honrar y acudir en todo momento.

Mayor Thompson
1 de agosto de 2020 a las 18:01

Dios es nuestro creador amado

José Rosario (México)
1 de agosto de 2020 a las 19:12

La manera mas simple de la auto afirmación de la naturaleza humana es dejarse moldear por aquel que la creo,someter la libertad humana (el libre albedrio) al amor divino, partiendo del origen de la Gracia y no del pecado, el ser humano creado a imagen y semejanza de Dios posee en germen la semilla de la gracia divina, de ahí que san Ireneo de Lyon decia que "El hombre fue creado por Dios para llegar a ser como Dios..." Cuanta razón o verdad podemos encontrar en ese dialogo entre la mujer (Eva) y la serpiente (Auto referencialidad).

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