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Odio transformado por el amor
3 comentariosEn el seguimiento de Cristo, los cristianos estamos llamados a transformar las dificultades y crisis de la vida en momentos de gracia; dicho de otra manera: estamos llamados a sacar vida de la muerte. El libro del Apocalipsis dice de los mártires “que no amaron tanto su vida que temieran la muerte”. O sea, para ellos era más importante la fidelidad a Dios que la propia muerte. La muerte se convierte en algo despreciable cuando está en juego el ser o no ser de Cristo.
Esto que se manifiesta en el martirio, el cristiano está llamado a hacerlo presente en todos los momentos de su vida, en los más ordinarios y normales. Por eso San Pablo invita a sus comunidades de Corinto (1Co 13) y Roma (Rm 12) a adoptar actitudes positivas ante la malicia y la debilidad del prójimo: la caridad es paciente, no es envidiosa, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, no devuelve a nadie mal por mal (porque devolviendo mal por mal, el amor retrocede y el mal se multiplica), sino que vence al mal con el bien (único modo de que triunfe el amor). Llega a decir san Pablo que “si tu enemigo tiene hambre, dale de comer”, porque así, aunque siga odiándote, al menos harás que se muera de vergüenza. De esta forma desactivas el odio, lo transformas en vergüenza, desorientas al enemigo, porque allí donde él esperaba odio encuentra amor, y así, como hacía Jesús, manifiestas la sin razón del odio.
En muchos aspectos de la vida, la crisis puede ser una oportunidad. En Jesús los cristianos encontramos el más acabado modelo de alguien que supo hacer de la crisis que produce el odio una oportunidad de amor, incluso en el momento decisivo de la cruz. Allí Jesús muere perdonando a sus enemigos. No sólo eso, justificándoles, dando una buena razón al Padre para que les perdone: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. No saben lo que hacen, creen que soy un impostor, están engañados, el odio les ha cegado; por eso merecen el perdón. El odio transformado por el amor.