Jun
Obispo en huelga de hambre
3 comentariosNo me gustan las huelgas de hambre, porque no me gusta el hambre. Aunque comprendo que hay situaciones que ponen a las personas al borde de la desesperación, hasta el punto de que no encuentran otro medio que la huelga de hambre para reclamar lo que consideran justo. Pero resulta muy sorprendente que sea un Obispo el que inicia un ayuno voluntario. Debe ocurrir algo muy grave. En la Iglesia de Belén, en el centro histórico de Quito, el obispo dimisionario de Sucumbíos, Monseñor Gonzalo López Marañón, realiza un ayuno con la finalidad de orar por la reconciliación eclesiástica en su antigua diócesis. ¿Qué ha ocurrido para que haya enfrentamientos? Tras la dimisión de López Marañón, carmelita descalzo, se nombró un administrador apostólico Heraldo del Evangelio. Ahí comenzaron las desavenencias entre los frailes carmelitas, que habían colaborado con el Obispo, y las nuevas huestes que el administrador pretendía introducir. La situación llegó a un punto tal que la Conferencia Episcopal pidió a los carmelitas y a los heraldos que dejasen la diócesis.
No parece buen método equiparar a veteranos con primerizos. Ni adecuado el “borrón y cuenta nueva”, sobre todo si el borrón conlleva una descalificación de personas y trabajos bien valorados. Llama la atención comprobar como el contacto con la gente, sobre todo con los pobres y necesitados, cambia a los pastores. Sin duda, el trabajo con los pobres marca el modo de rezar y de celebrar la fe. Y el conocimiento de las personas y sus problemas descubre virtualidades inéditas en la Palabra que modulan la predicación. Algo de eso debió ocurrirle al obispo dimisionario y a los carmelitas que trabajaban con él.
“No sólo de pan vive el hombre”, claro que no. Pero “no sólo” significa: también. Cuando prescindimos del “también” la Palabra queda mutilada y la Escritura no se cumple. El obispo que está en ayunas necesita pan. Aunque una buena razón para dejar el pan puede ser conseguir pan, dignidad, justicia y paz donde no los hay. Es de esperar que quienes pueden hacer algo para conseguir esa dignidad, sobre todo desde dentro de la Iglesia, lo hagan. De paso conseguirán que el pan vuelva a la boca del Obispo. Y habrán trabajado a favor de la vida. De la de los bien nacidos, que vale mucho.
Es posible que de cerca las cosas se vean de otra manera. Y también es posible decir, cuando algo no coincide con nuestra ideología, que de cerca las cosas se ven de otra manera.