Jun
Mónaco bien vale una Misa
6 comentarios“París bien vale una Misa”, dijo Enrique IV, cuando se convirtió al catolicismo para que le permitieran acceder al trono francés, aunque en el fondo siguió siendo calvinista, pues el ser católico o calvinista le importaba bastante menos que el trono y el poder.
“Mónaco bien vale una Misa” habrá pensado la nadadora sudafricana Charlene Wittstock, de confesión luterana, tras el anuncio de su compromiso de boda con el Príncipe Alberto de Mónaco. Si quiere convertirse en la sucesora de Grace Kelly necesitará abrazar la fe católica, condición obligatoria para acceder al trono monegasco. La casa real de Mónaco se ha apresurado a aclarar que “ella no está embarazada”. Un embarazo no es motivo ni para casarse ni para no casarse. El buen motivo para una boda es el amor. El amor, insisto, y no la fe. Pero por lo visto hay convenciones que deben cumplirse, no solo en Mónaco, también en España y en Bélgica, por ejemplo.
Si la razón para convertirse al catolicismo es el poder, estamos ante una muy mala razón que de ningún modo se puede admitir. Conozco buenos matrimonios mixtos entre cristianos, uno católico y otro no católico; en algún caso (recuerden a Tony Blair) la parte no católica termina abrazando la fe católica de su cónyuge, cosa no sólo legítima, sino incluso laudable (como laudable sería que la parte católica abrazara la confesión de la otra parte), siempre que sea por motivos serios. Un motivo serio puede ser el amor entre los esposos, que les ha llevado a querer compartir incluso eso tan personal e intransferible como la fe. Pero la religión nunca puede ser medio para conseguir poder, aunque sea el de una alteza serenísima.
Y ya que antes he citado a Bélgica quiero expresar mi sorpresa por la violación de las tumbas de dos arzobispos, uno el Cardenal Suenens, figura del Vaticano II. No hace falta que repita mi repulsión por los abusos contra los niños. La policía buscaba en la tumbas documentos comprometedores. Da un poco de risa. Si yo dispusiera de documentos que no quisiera que llegasen a los juzgados, no los escondería en una tumba. Los quemaría.