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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Mar
2012

Minorías eclesiales

6 comentarios

Si lo pensamos bien, la Iglesia está constituida por “minorías”. Son minoría los que participan activamente en sus comunidades, las animan y tiran de ellas. Minorías de laicos, mujeres y varones comprometidos, con sus grupos y comunidades. Si creemos en la responsabilidad de los laicos, en su “mayoría de edad eclesial”, si los valoramos por su condición de miembros de pleno derecho de la Iglesia, y no porque nos hacen falta, dada la escasez de presbíteros, entonces es fundamental que les confiemos responsabilidades en nuestros grupos y comunidades y que les dejemos asumir plenamente la responsabilidad confiada.

Pero no estaría mal pensar en otras minorías eclesiales que deberían ser motivo de una mejor comprensión e integración. Hoy son cada vez más los que “creen sin pertenecer”. Entre estos cabe pensar en los que se declaran creyentes, pero no están integrados en la Iglesia; si acaso acuden a ella con ocasión de actos sociales, bautismo, matrimonio o exequias. También se puede pensar en los que se declaran creyentes y quisieran vivir más integrados en la comunidad eclesial y parroquial pero, por motivos canónicos o morales, se sienten excluidos. Y finalmente, se puede pensar en los que viven una religiosidad y espiritualidad al margen de dogmas y de la doctrina de la Iglesia, sin conocer adecuadamente el Credo y lo que implica el bautismo. Benedicto XVI ha anunciado un “año de la fe”. Conviene empezar a preguntarse cómo vamos a formar a tantas personas que viven una fe “no formada” y no ven la necesidad de formarse.

Hablando de minorías, no hay que olvidar que el “núcleo duro” de ciudadanos españoles que acuden regularmente a la eucaristía, se sienten parte de la Iglesia y sintonizan con su doctrina moral es una minoría: apenas el 12%. Lo importante no es si somos mayoría o minoría, incluso yo pienso que el cristianismo es para todos, pero finalmente sólo lo acogen minorías. Lo importante es si la minoría que somos vivimos nuestra fe de forma contagiosa y al mismo tiempo respetuosa con los demás. Necesitamos revisar esos dos puntos, el del contagio y el del respeto.

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Bernardo
12 de marzo de 2012 a las 23:06

Bien visto, el Evangelio es cosa de "mayorías". Los pobres son la inmensa mayoría de la humanidad. Lo que sucede es que no sabemos hacerlo llegar. Luego están las otras "minorías". De entre estas, la que más me gusta es la del "resto", ese grupo pequeño de verdaderos fieles al Evangelio de los que tendrá que renacer la Iglesia. Ese grupo es laico, principalmente, mayoritariamente mujer y no exclusivamente adulto.

Andrés
13 de marzo de 2012 a las 00:30

Hablas de minorías que se sienten excluidas. Podríamos hablar, por ejemplo, de los homosexuales. Cada poco tiempo reciben un palo por parte de ciertos sectores de la jerarquía, así como por ciertas páginas que se hacen llamar "católicas" y que destilan profundo odio por estos hermanos nuestros. Esto realmente me escandaliza.

También me escandaliza la situación de hipocresía que se vive muchas veces en nuestra Iglesia con este tema. Por ejemplo, el caso de no considerar aptos para el sacerdocio a los homosexuales por el simple hecho de serlo. ¿No escogía Jesús a quien él quería? ¿no sentía predilección por los marginados e imperfectos? ¿es que realmente hay alguien digno de ser sacerdote?

He aquí la hipocresía, nadie aplica esa norma. Qué serían de las órdenes religiosas, seminarios, grupos parroquiales y cofradías sin estos hermanos nuestros... de ahí que, en la práctica, nadie cumpla esa norma claramente injusta. Basta ya de tantos sufrimientos provocados por aquella que tiene que ser Madre.

Qué curioso que minorías como estan sean, en no pocas ocasiones, un número bastante considerable de la realidad eclesial.

Un abrazo.

Antonio Saavedra
13 de marzo de 2012 a las 02:55

Tal vez, para mí, el aspecto más delicado sea el que recoges en la expresión "que LES CONFIEMOS responsabilidades en nuestros grupos y comunidades y que LES DEJEMOS asumir plenamente la responsabilidad confiada."
Hay en ella un tonillo jerárquico que me parece improcedente, dando a la casta sacerdotal funciones distintas a sus carismas propiamente sacerdotales (Hch 6 1 y sig.) ¿Son los clérigos quienes han de otorgar necesariamente responsabilidades a otros creyentes, laicos o no? ¿Esas minorías pueden ser dirigidas por un seglar y haber un sacerdote como consiliario, consejero, sin dejar por eso de ser minorías de la Iglesia? Recuerdo que hace bastantes años, mi mujer y yo fuimos los presidentes del Movimiento Familiar Cristiano en Las Palmas, nombrados por votación de los miembros del grupo, y pedimos al obispo un consiliario, que nombró entre una terna que le propusimos.
Además de las minorías citadas y los homosexuales de un comentario, habría que incluir sin duda a las mujeres, laicas u ordenadas, más que minoría en número y en espíritu, aunque en este aspecto, creo que imprimen una cierta feminización en las creencias, oraciones y prácticas que "espantan" un tanto a los varones.
Otro grupo muy numeroso es el de los mayores, que citaste en artículo anterior, los mayores. Procuraré escribir algo, aunque tengo dificultades en este momento, desde el punto de vista como jubilado.

Martín Gelabert
13 de marzo de 2012 a las 10:26

Gracias, Antonio Saavedra, por su comentario. Es posible que me haya traicionado el subconsciente en el "les confiemos" y "les dejemos". Pero también es posible entender que quien confía y deja es la Iglesia en su conjunto. Otra cosa distinta son los cauces por los que confiamos en otros. En la Iglesia hay modos "corporativos" o democráticos de hacerlo, que habría que "explotar" más. También ocurre, a veces, que quienes menos confían en los laicos son los propios laicos.

oscar
13 de marzo de 2012 a las 17:13

¡Somos minoría! ¿Cuántos se han enterado, incluyendo en este cuántos a nuestros obispos? Lo digo porque tengo la impresión de que muchas veces actuamos como si fuéramos mayoría, y porque somos mayoría hay que atender a nuestras peticiones, deseos, reivindicaciones. Y naturalmente, legislar a gusto de la mayoría.

Mary
5 de mayo de 2012 a las 19:34

Considero que no se trata de cantidades sino del testimonio al que estamos llamados a dar desde nuestra vivencia de la fe.

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