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May
2007May
Memoria eclesial y otras memorias
14 comentariosLa última asamblea de la Conferencia Episcopal Española terminó con un Mensaje anunciando la beatificación de 498 mártires que perdieron su vida en lo que Unamuno llamó guerra incivil y los obispos califican de persecución religiosa. Sin duda en esta contienda hubo mucho de incivil, hubo persecución y hubo muchas otras cosas. Eso ahora se lo dejo a los historiadores (consciente de que toda interpretación está condicionada por la situación vital en que uno se encuentra). Me preocupa la polémica que, inevitablemente, se producirá.
La memoria puede emplearse de muchos modos. Los historiadores tratan de preservar el acontecimiento pasado que, sin duda tiene repercusiones en el presente, pero el historiador en cuanto tal no debe dejar que esas repercusiones tergiversen su lectura del pasado. Hay otro modo de usar la memoria. Yo lo califico de ejemplar, pues permite aprovechar las lecciones del pasado de cara al presente, recordar las injusticias sufridas para combatir las que se producen hoy día, abandonar el campo de lo propio para ir al del otro, tratando de comprenderlo e incluso de disculparlo.
El problema que se nos plantea hoy a los cristianos no es tanto el recuerdo del pasado, sino las lecciones que de este pasado podemos extraer para el presente. Y buscar un modo de vivir hoy que evite toda separación y confrontación, que busque la concordia, la reconciliación, la paz, el entendimiento entre las personas y los pueblos. Si otros quieren unirse a ese carro, bienvenidos sean, vengan de donde vengan. Si no quieren unirse, eso no me exime de mis responsabilidades evangélicas en la marcha del carro. Sin olvidar que cuando se trata de proclamar la fe no hay que considerar solamente nuestra buena voluntad, o lo que queremos decir. También importa ser consciente de lo que otros ven o entienden. Y la solución no es que los otros cambien el modo de mirar, sino que nosotros busquemos situarnos de tal forma que los otros vean lo que deben ver.
La memoria puede emplearse de muchos modos. Los historiadores tratan de preservar el acontecimiento pasado que, sin duda tiene repercusiones en el presente, pero el historiador en cuanto tal no debe dejar que esas repercusiones tergiversen su lectura del pasado. Hay otro modo de usar la memoria. Yo lo califico de ejemplar, pues permite aprovechar las lecciones del pasado de cara al presente, recordar las injusticias sufridas para combatir las que se producen hoy día, abandonar el campo de lo propio para ir al del otro, tratando de comprenderlo e incluso de disculparlo.
El problema que se nos plantea hoy a los cristianos no es tanto el recuerdo del pasado, sino las lecciones que de este pasado podemos extraer para el presente. Y buscar un modo de vivir hoy que evite toda separación y confrontación, que busque la concordia, la reconciliación, la paz, el entendimiento entre las personas y los pueblos. Si otros quieren unirse a ese carro, bienvenidos sean, vengan de donde vengan. Si no quieren unirse, eso no me exime de mis responsabilidades evangélicas en la marcha del carro. Sin olvidar que cuando se trata de proclamar la fe no hay que considerar solamente nuestra buena voluntad, o lo que queremos decir. También importa ser consciente de lo que otros ven o entienden. Y la solución no es que los otros cambien el modo de mirar, sino que nosotros busquemos situarnos de tal forma que los otros vean lo que deben ver.