May
Me voy, pero vuelvo
7 comentarios¿Se pueden hacer bromas con las cosas santas? ¿Y por qué no? ¿Puede uno hacer bromas con su madre, con su padre, con sus hijos? ¿Y por qué no? Hay bromas que denotan cercanía, amistad. En eso de las bromas la cuestión no es tanto la broma como la música que uno le pone, el retintín que diría un conocido mío. Pues dicho sin retintín, y parafraseando una palabra que el cuarto Evangelio pone en boca de Jesús: “me voy, pero vuelvo”. Me voy diez días a Jerusalén y Galilea. El 1 de junio volveré a estar en Valencia. No sé si a mi regreso tendré cosas que contar, posiblemente ninguna, pero eso nunca se sabe hasta la vuelta. Por lo demás, y volviendo a parafrasear una palabra de Jesús, “no os dejaré huérfanos”. Quiero decir que gracias a nuestros técnicos de la Oficina de internet resulta posible dejar escrito un post para que aparezca en una determinada fecha. Esa es mi intención: dejar preparados unos textos que saldrán mientras esté fuera de España. Desde la Oficina de internet darán paso a los comentarios, que siempre son de agradecer.
Hace ya unos quince años estuve en Tierra Santa. Me gustó, sí. Pero para estas cosas yo soy poco emotivo. Debe ser caracterial. Fui y ahora voy con un grupo de peregrinos. Cuando eres emigrante parece que sientes una cierta necesidad de conocer y visitar la tierra de tus abuelos, tus raíces. Pues bien, los cristianos somos emigrantes sobre la tierra, según dice la carta a los Hebreos. Y las raíces de nuestra fe, esa fe que nos hace emigrantes y peregrinos sobre la tierra, están en esos lugares en los que Jesús nació, reunió un grupo de discípulas y discípulos, anunció el Reino de Dios, nos enseño a llamar Padre a Dios, y finalmente fue crucificado, muerto y sepultado. Los cristianos creemos que resucitó al tercer día, según las Escrituras, y este es el motivo de que su sepulcro esté vacío. De todo esto han quedado huellas en esta tierra. Es bueno que los que tienen oportunidad de visitar estas huellas lo hagan. Y si al hacerlo se emocionan un poco, pues mejor que mejor, porque las emociones son buenas. En todo caso, una visita a Tierra Santa siempre es una ocasión para reafirmar la fe.