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Nov
2007Nov
Los muchos modos de matar
1 comentariosMe preocupan los vivos. Recientemente han aparecido una serie de noticias relacionadas con esos vivos que parecen más frágiles, como son los niños. Ahí van algunas que deberían llamar la atención: una ONG europea acusada de robo de niños en Chad; le ley de adopción internacional que prepara nuestro Congreso impedirá adoptar menores en países inestables y declarará ilegal el maltrato físico y psicológico a menores; un juzgado de Lleida condena a siete menores de entre 14 y 15 años por insultar y pegar a un compañero de 14; niñas de diez y once años embarazadas. Dejo para el final la que más me duele: ante la grave crisis de efectivos y la creciente deserción en sus filas, uno de los ejércitos más grandes de Asia, el birmano, obliga a los niños, algunos de 10 años, a alistarse como voluntarios. ¿Entienden algo: voluntarios forzosos? Pues sí, son reclutados en plena calle con amenazas y malos tratos, y son “voluntarios” para esconder con esa burda mentira la canallada jurídica que supone este reclutamiento.
Ese reclutamiento nos debería hacer pensar en las muchas maneras que hay de matar a alguien. Se puede matar a uno porque se le clava un cuchillo. Pero también porque no se le atiende debidamente en su enfermedad, porque se le mete en una mala vivienda, porque se le quita el trabajo o se le obliga a realizar trabajos penosos, porque lo llevan a la guerra o porque lo reclutan con diez años de edad. Excepto la última, que está prohibida en algunos y permitida en otros, las otras no están prohibidas en los Estados. Hay muchas maneras de matar. Pero hay todavía más: el mandamiento “no matarás” no solo tiene un carácter negativo, tiene también un sentido positivo igual de absoluto: cuidar la vida del hermano, hacerse cargo del forastero, o levantar la voz en contra de una barbarie tal como es la de reclutar a menores para enseñarles a matar en nombre del Estado. A mi los Estados me gustan poco. Pero las razones de Estado me hacen temblar.
Ese reclutamiento nos debería hacer pensar en las muchas maneras que hay de matar a alguien. Se puede matar a uno porque se le clava un cuchillo. Pero también porque no se le atiende debidamente en su enfermedad, porque se le mete en una mala vivienda, porque se le quita el trabajo o se le obliga a realizar trabajos penosos, porque lo llevan a la guerra o porque lo reclutan con diez años de edad. Excepto la última, que está prohibida en algunos y permitida en otros, las otras no están prohibidas en los Estados. Hay muchas maneras de matar. Pero hay todavía más: el mandamiento “no matarás” no solo tiene un carácter negativo, tiene también un sentido positivo igual de absoluto: cuidar la vida del hermano, hacerse cargo del forastero, o levantar la voz en contra de una barbarie tal como es la de reclutar a menores para enseñarles a matar en nombre del Estado. A mi los Estados me gustan poco. Pero las razones de Estado me hacen temblar.