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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
May
2012

Los cristianos, alma del mundo

4 comentarios

En el Discurso a Diogneto, un escrito cristiano del siglo II, podemos leer: “lo que el alma es al cuerpo, eso son los cristianos en el mundo… La carne aborrece y combate el alma, sin haber recibido agravio de ellos, porque renuncian a los placeres. El alma ama a la carne y a los miembros que la aborrecen, y los cristianos aman también a los que los odian”. “Los cristianos son el alma del mundo” es una metáfora que resultaba significativa en el siglo II y que también puede serlo ahora. Con ella no se indica solamente que los cristianos tienen un destino salvífico (como pudiera deducirse de un concepto de alma “inmortal”, contrapuesto al cuerpo “mortal”). Se dice mucho más: la presencia de los cristianos es un gran bien para el mundo, aunque el mundo no sea consciente, hasta el punto de que sin ellos el mundo iría a la deriva, del mismo modo que un cuerpo sin alma pierde la vida y se corrompe.

Si tenemos en cuenta que en el siglo II los cristianos eran una minoría, reunidos en insignificantes comunidades dentro de un vasto y poderoso Imperio, sin ninguna capacidad de influencia, uno se pregunta cómo puede afirmarse de ellos que son los que sostienen al mundo, los que hacen posible la vida del mundo. ¿Se trata de una afirmación arrogante o brota más bien de una convicción de fe? Cuando en una situación de guerra, odio, terror; cuando en una sociedad insolidaria y egoísta, donde lo que cuenta es el poder del dinero, un poder sin escrúpulos que produce hambre y miseria; en situaciones así, ¿quién hace posible la vida, dónde encontrar ese aliento que resiste a toda destrucción? ¿No se busca en aquellas poquísimas personas que hacen el bien discretamente, que ayudan a los necesitados aún a riesgo de su vida, que van a contracorriente? Sí, ellos son el alma de un mundo que odia el alma, ellos sostienen una sociedad que nunca será consciente de ello y que, por tanto, nunca lo agradecerá.

¿Somos conscientes del poder de la oración, de la fuerza del amor, de hasta dónde llega el trozo de pan que damos a un hambriento o la sonrisa que regalamos a un desesperado? ¿No hay en todos estos gestos algo que los sobrepasa? Sí, el pequeño rebaño de Cristo puede parecer frágil (cf. Lc 12,32), pero si vive con ilusión, coherencia, grandeza de espíritu, se convierte en el alma del mundo. Gracias a la bondad, mucho más poderosa que el pecado, gracias al bien mucho más influyente que el mal, hay esperanza para el mundo.

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JM Valderas
3 de mayo de 2012 a las 14:04

Querido Martín, tu post tan bien armado no deja ningún cabo suelto. Así lo creía hasta que abrí el número de Nature que me acaba de llegar. Hay un anuncio del King Abdullah International Medical Center, nada menos que publicitando la creación de una institución que fomente la introducción de la ética islámica en la investigación y praxis. Con suras del Corán y frases de Mahoma. Mientras Europa discute entre laicismo activo o pasivo, el Islam parece haber pasado de la conversión "demográfica" de las zonas cristianas (tesis de Gadafi) a la difusión activa y protegida desde todas las instancias. Ellos sí se creen que son el alma del mundo.

Juanjo
3 de mayo de 2012 a las 22:30

Supongo que este escrito es de tipo apologético en un contexto de persecución. Hoy que las cosas han cambiado a mejor, sin duda, me pregunto; ¿seguimos los cristianos siendo el alma del mundo? ¿No es alma del mundo cualquier hombre, cristiano, musulmán, ateo o budista, que centre su prioridad en buscar el bien tratanto de humanizar el entorno en el que se desarolla?. ¿No es alma del mundo todo aquel que independientemente de su religión, educación, afiliación, ideología, mire a quien tiene al lado con ternura y compasión tratando de que a nadie falte lo esencial e involucrándose en liberarlo de toda opresión?

Martín Gelabert
3 de mayo de 2012 a las 23:07

Juanjo: estoy fundamentalmente de acuerdo con lo que indicas. De hecho, mi reflexión va en esta linea: "el alma del mundo son aquellas personas que hacen el bien discretamente". Habría, pues, que distinguir entre el contexto del "Discurso a Diogneto" y la aplicación que puede hacerse, en nuevos contextos, de su clave: "los cristianos son el alma del mundo". Esta clave puede y debe ampliarse a todas aquellas personas que, sabiéndolo o no, viven según el Espíritu del Evangelio de Jesús.

Isabel
4 de mayo de 2012 a las 20:41

No creo que: las almas tanto varones como mujeres,las que viven dedicadas a la oración desde la primera hora del día,consagrada su vida para acompañar a sus hermanos los hombres en sus múltiples ocupaciones:que alaban a Dios,con su oración,hayan pasado de moda en estos tiempos ,que ven no tiene apreciación su vida,ni fe en las creencias que profesan,ni en su valor como ayuda,acompañamiento y acercamiento a Dios,que son personas cuya vida es ya obsoleta.Están desfasadas.Que deben desaparecer.Cerrar mtrios.Dedicarse a obras mas eficaces como:ayudas a ancianos;pobres;hospitales. Uno piensa si,la Vida consagrada monástica,se ha terminado,es de otro tiempo,pero hoy,en el que vivimos,ya no nos dice nada. ¿Tampoco a los que hasta ahora han creido en ella? Pueden seguir pensando,aunque el mundo sea inconsciente de su eficacia con sus renuncias y dedicación que sin ellos el mundo irá a la deriva-? Los mismos profesionales de este apoyo y poder de la Iglesia siguen creyendo en la ayuda que prestan? o ha perdido la fuerza que con su vida han prestado a la Iglesia.¿Por qué la falta de vocaciones a esta vida de una manera patente y preocupante?

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