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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

26
Mar
2011

Lo que valen algunos juramentos

5 comentarios

Rafael Navarro Valls es uno de los mayores expertos en nuestro país en Derecho Constitucional y Jurídico. Es hermano de Joaquín, que fue portavoz de la Santa Sede en el Pontificado de Juan Pablo II. Acaban de hacerle una entrevista en Religión Digital sobre los problemas, ventajas y desventajas de la Educación para la Ciudadanía. En un momento dado, la entrevista suscita esta declaración: “En el tema de Juan Pablo II y Maciel, el papa fue engañado. Él exigió a Maciel -y esto es rigurosamente verdadero- que jurara ante Dios que lo que decían de él era inexacto. Lo juró y ese juramento apareció en la propia página web del Vaticano”.

Así, como quien no quiere la cosa, nos acabamos de enterar, dicho por una persona muy bien informada, de que el Papa sí estaba al tanto de las acusaciones contra Marcial Maciel. E incluso de que se preguntó si serían o no verdad, ya que exigió a Maciel que jurase que no eran ciertas. A mi no me sorprende que el delincuente y pecador jurase en falso. ¿Qué se podía esperar de alguien como él? Lo normal era que jurase en falso. Una acusación, por muy seria que sea, no implica la culpabilidad del acusado. Ahora bien, cuando se llama a declarar al acusado de tales felonías, si declara que son verdad, estamos ante alguien convicto y confeso. Pero si declara que son falsas (y en caso de ser verdad, lo que se puede esperar de alguien así es que declare que no lo son) lo lógico es buscar otros medios o testigos independientes para comprobar y ratificar la veracidad del juramento de la persona implicada.

No tengo la menor duda de que, tal como dice Rafael Navarro Valls, el Papa fue engañado. Más aún, seguramente actuó de buena fe. Pero el falso juramento, que con la entrevista acaba de salir a la luz, nos debe poner en guardia contra los juramentos. Cuando un acusado jura a su favor, es posible que diga la verdad, pero las mismas posibilidades hay de que jure en falso. Por eso, porque la cuestión no está clara, ante juramentos así hay que seguir investigando y no dar el asunto por cerrado por muy amigo, muy piadoso o muy prestigioso que sea el que jura.

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Juana
26 de marzo de 2011 a las 01:47

Estoy muy deacuerdo con lo que has comentado;es una atrocidad lo que Maciel hizo, pero mucho peor que no se investigara con más profundidad dicho tema. Todos en esta vida tenemos errores, el Papa cometió el peor, que fue el de no insistir más en el tema de los abusos; al lado tenía a nuestro actual Papa Benedicto XVI, el cual cuando la prensa le preguntaba por el caso se retiraba malhumorado ya que Juan Pablo II no había querido insistir en ese tema. El abuso a menores debe estar totalmete penalizado tanto por la Iglesia que debe excomulgar y deben ser automáticamente entregados a las autoridades civiles para un castigo penal, de cárcel para lo que queda de vida. Los abusadores nunca tendrían que salir ni para ver una pizca de luz del sol.

sombras en una beatificación
26 de marzo de 2011 a las 08:19

Da la impresión que ante la proxima beatificación-canonizacion de JPII, no se quieren sombras de duda sobre su no conocimiento en el caso Maciel. Y las habrá. Porque cuesta mucho creer que precisamente teniendo a Ratzinguer al lado,JPII no estuviera al tanto de lo que ocurria alrededor de Maciel. Pero alguien que llena las arcas vaticanas, que hace llegar sobres-emolumentos a cardenales, que llena estadíos de juventud, alguien que afianza la Iglesia-Poder, viene muy bien, afianza a la Iglesia en el poder economico-politico. No se contaba con la era-Internet, que moviliza información desde la base al pico de la pirámide.

Y lo quieran o no,la sombra de Maciel planeará siempre sobre el futuro beato-santo súbito. No hay que escandalizarse: como todo ser humano las sombras forman parte de la vida. Lo inaceptable a estas alturas: querer " maquillarlas".El maquillaje tarde o temprano se cuartea. No hay nada oculto que no llegue a saberse. Y pleno reconocimiento al próximo beato. A revisar las canonizaciones expréss. Algunas esperas - Juan XXIII, Monseñor Romero-,santos proclamados por el Pueblo de Dios, ponen en evidencia algunos objetivos vaticanos. Los santos están por encima de esto. El pueblo de Dios no está en babia. Y sí, muy informado. Al tanto monseñores, que nada cae en saco roto. Y queda grabado en la red. In aeternum. Santos todos, bendecid al Señor. Intercesión por esta Iglesia de todos.

Bernardo
26 de marzo de 2011 a las 09:45

Esto de poner nuestra fe en alguien concreto es muy complicado, le pasó al Papa y nos ha pasado los últimos años en la sociedad. Recordarán los lectores las famosas palabras de Aznar que sonaban a juramento: "créanme, hay armas de destrucción masiva en Irak". O las actuales de Zapatero: "Gadafi está masacrando a su pueblo". Confiar es sano, pero hay que saber en quién se confía. Si el Papa hubiera actuado con la prudencia que exigía el caso, no habría sido engañado. No sé si esto será una mancha en su historial de santidad.

Oscar
26 de marzo de 2011 a las 10:17

Me parece que estas declaraciones le han hecho un flaco favor a JPII. Porque en esta película, además del engañador y el engañado, están las circunstancias y complicidades que han hecho posible el engaño.

Heliodoro Escudero
9 de abril de 2011 a las 00:16

En lo que atañe a los juramentos, la Iglesia debería revisar, considerar y analizar, el juramento -las palabras como tales- que la pareja expresa delante del sacerdote. El asunto, por cuanto el matrimonio está en crisis, las uniones, bien sea de facto o de iuris, hoy, lastimosamente, son frágiles y temporales (no es pertinente hacer análisis sobre las causas porque no es el caso) el asunto es porque ese juramento, por demás sagrado, se convirtió en "rey de burlas" y las palabras se van desacralizando y cuando un deseo va a contracorriente con lo pactado y juramentado, de hecho, es un delito, bien sea eclesiástico, político, judicial e incluso, como pacto de respeto entre dos personas, aun sean, tímidamente civilizadas, por darle un matiz al pensamiento del hombre de hoy.

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