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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

15
Mar
2009

Las quejas de los hermanos

6 comentarios

El Papa ha escrito una carta explicando los motivos que le movieron a levantar la excomunión a los Obispos consagrados por Mons. Lefebvre. Escrita en un estilo personal, manifiesta varias cosas: una, el malestar que tal decisión ha causado en círculos eclesiales, hasta el punto de que el Papa dice que su carta pretende contribuir a “la paz en la Iglesia”; dos, la sorpresa del Papa ante “el revuelo tan grande” que ha suscitado su decisión; tres, la contrariedad del Papa ante lo que considera malas interpretaciones de su decisión, fundamentalmente provocadas por “el caso Williamson”; cuatro, el Papa percibe que “existe hoy en la Iglesia un morder y devorar”, junto con “odio” hacia su persona.

La carta apela al texto de Mt 5,23s (“si tu hermano tiene quejas contra ti, vete primero a reconciliarte con tu hermano”) para justificar el gesto de levantar la excomunión. La cita es pertinente, porque en ella no se dice que debes reconciliarte si tú eres el culpable, sino que sean cuales sean las razones de la queja, incluso si se deben a que tu hermano es un neurótico, a ti te toca dar el paso de la reconciliación. A este texto le puede hacer eco otro de 2Co 5,19: en Cristo, Dios reconciliaba consigo al mundo. No se dice que, puesto que somos malos y pecadores, los seres humanos debemos reconciliarnos con Dios, sino algo verdaderamente inaudito, a saber, que Dios se adelanta y se reconcilia con nosotros.

De la carta del Papa destaco tres preguntas, con aplicaciones a muchos niveles, para este y para otros casos, más allá de la oportunidad e incluso de la intención que las ha suscitado: 1) ¿Es una equivocación salir al encuentro del hermano que tiene quejas contra ti y buscar la reconciliación?; 2) ¿Acaso la sociedad civil no debe intentar prevenir las radicalizaciones y reintegrar a sus eventuales partidarios -en la medida de lo posible- en las grandes fuerzas que plasman la vida social, para evitar las consecuencias de su segregación?; 3) ¿Puede ser totalmente desacertado el comprometerse en la disolución de las rigideces y restricciones, para dar espacio a lo que haya de positivo y recuperable para el conjunto?

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Bernhar
15 de marzo de 2009 a las 10:08

Estoy seguro que el Papa es sincero en sus intenciones, pero en esta sociedad vale más el fondo que la forma. Se hace necesario guardar las formas. Cuando los lefebrianos fueron readmitidos, a título personal y no como congregación (San Pío X) a la comunión, ese gesto encubría la ausencia de otro. Se cumplían exactamente 60 años del anuncia de Juan XXIII del Concilio que luego provocaría la excomunión de Lefebvre. Es, cuando menos sarcástico, que en el momento de la commemoración del anuncio del Concilio, se admita a la comunión a aquellos que niegan el mismo y no han dado ningún gesto de acercamiento. De hecho, ciertas manifestaciones, digamos chulescas, de estos cismáticos, remarcaban la circunstancia de que ellos no habían cedido en nada y el gesto del Papa había sido totalmente gratuito, lo cual le honra, pero provoca mucho más malestar que los supuestos bienes que este acercamiento puedan acarrear.
Personalmente, me parece un gesto sintomático. Ha sido el punto de no retorno de este pontificado. A partir de ahora, los que se dicen adictos a Ratzinger, jugarán con él como con un muñeco, y los años no pasan en valde. Me temo que las consecuencias van a ser muy serias. Pensemos que los que acatamos y valoramos el Concilio, por eso mismo, acatamos y valoramos al pontífice en su munus eclesial. Los que no respetan el Concilio, tampoco respetan al Vicario de Pedro, a no ser que cumpla con el plan por ellos preestablecido. Se hace notorio que el lobby pro-Ratzinger está pasando la factura correspondiente.
Bernardo Pérez Andreo.

Bernhar
15 de marzo de 2009 a las 10:09

En el comentario quise decir que "en esta sociedad vale más la forma que el fondo". Perdón por la confusión.

Bernardo

Pedro Pablo
16 de marzo de 2009 a las 10:27

Tal vez nos convenga a todos recordar algo de las actitudes del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo.
Ojalá la cuaresma nos sirva a unos y otros de revisión y conversión a actitudes evangélicas, lo demás es secundario.
Pedro Pablo

Desiderio
16 de marzo de 2009 a las 14:14

No estoy muy al tanto de los pormenores de esta situación, por lo que mi opinión se debe coger como lo que vale. No obstante, opino que sí, que se debe ir al encuentro del hermano desviado, pero ello no implica, creo que como comentas Bernhar, el aceptarlo bajo cualquier circunstancia, y entiéndaseme lo que quiero decir. No cabe duda de que la Iglesia es madre, y en ese sentido debe querer acoger a todos en su seno, y tener sus puertas abiertas para todo aquél que verdaderamente quiera entrar. Ahora bien, creo que hay que valorar si la postura de estos cuatro obispos es de verdadero acercamiento a la Iglesia católica. Es que si no es así, no tendría ningún sentido lo que se está haciendo. El limar diferencias por el simple hecho de limarlas, sin ningún cambio en las actitudes de fondo, ¿qué validez puede tener? Sería una decisión que ya de partida es desacertada. ¿Presentan estos cuatro obispos un interés verdadero y profundo de abrazar a su madre la Iglesia Católica?
En cuanto al hermano mayor, Pedro Pablo, creo que efectivamente, el hermano mayor no entendía nada. La actitud de su padre le debió parecer incomprensible, debido quizá a su propia mezquindad, y creo que debemos tener bien presente esa postura para que no nos ocurra a nosotros lo mismo. Pero no olvidemos que el hermano menor estaba verdaderamente arrepentido. ¿Lo están estos cuatro obispos? Independientemente de que la actitud del padre es la que es, ¿están arrepentidos verdaderamente los cuatro obispos?

Desiderio
17 de marzo de 2009 a las 11:34

Me he leído la carta escrita por el Papa y la impresión que extraigo es que no me cabe ninguna duda de su buena intención, por encima de detalles colaterales. Entiendo que no debe haber sido una decisión fácil para él, pues pienso que sería consciente en menor o mayor grado de lo arriesgado de esta medida. Particularmente siento admiración por este Papa, pues a diferencia de Juan Pablo II —más abierto a las masas—, es más dado a la profundización teológica —que creo que lo hace de forma brillante—, y lo que he conocido y leído de él desde hace ya bastantes años, antes de ser Santo Padre, me ha impresionado mucho.
¿Por qué digo esto? Porque como persona profunda e inteligente que es, no debe de haber actuado así a la ligera. En su texto habla de detalles de acercamiento de estos obispos. Nosotros nos formamos una opinión, basada en referencias que nos llegan de distintos medios, pero no somos testigos directos. Hemos oído detalles no muy buenos de los obispos, pero yo personalmente no he oído en absoluto nada bueno. A lo visto el Papa sí. En este caso, el Papa y los cargos por él designados sí que son testigos directos de la trama, y tendrán conocimiento de hechos que nosotros desconocemos, o por lo menos yo. En este sentido creo que se le debe otorgar un voto de confianza.

Ugarte
20 de marzo de 2009 a las 00:24

He leído mucho sobre el caso desde enero.
De la carta del Papa , que manifiesta sus sentimientos-esos que algunos casi negaban al Ratzinger de hace unos años- me llama la atención la importancia que están adquiriendo los medios de comunicacion y la necesidad misma de estar "al día" de lo que ocurre en el mundo. El Papa reconoce que de haber entrado tan solo en el blog del obispo en cuestión hubiera conocido sus manifestaciones y sus puntos de vista acerca del Holocausto. Es cierto que ya ha tenido que dar marcha atras varias veces, pero ¡oye!, sus colaboradores se lo podrían currar un poquito más,digo yo, y tenerle mejor informado sobre los asuntos que sepan que al Sto. Padre le preocupan y va a intervenir.¿Tedrán todos internet en sus portátiles?
Espero que desde ahora sí.
El Papa este, qué le voy a hacer, me produce un cariño grande, grande.Es u intelectual, son los de alrededor que tienen que ayudarle.
Vale.

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