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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

27
Feb
2012

Las dos alas de lo humano

3 comentarios

Hay una tendencia en la cultura, la filosofía y la religión a buscar dualidades que separan lo que hoy muchos consideramos inseparable. Un mal precedente del dualismo es una corriente de los primeros siglos de nuestra era llamada encratismo. Se trata de un ascetismo que desprecia lo corporal, lo sexual, el matrimonio, y que ve en lo sexual el origen de todos los males; más aún, atribuye a la mujer la culpa de la seducción sexual. Es bien conocido que Platón es uno de los referentes filosóficos del dualismo, con su separación de alma y cuerpo. En su estela una serie de escritos y autores antiguos (por ejemplo Filón de Alejandría) identifican el cuerpo con lo femenino y el alma con lo masculino. La traducción religiosa de este dualismo suena así: Eva es figura de lo corporal y Adán de lo espiritual. Eva es la parte sexual y Adán la parte intelectual. El varón fuerte y la mujer débil, el varón superior y símbolo de la inteligencia, Eva inferior y símbolo de lo sensible. El dualismo macho y hembra se ha asociado a otros dualismos: celeste y terrestre, espíritu y materia, luz y tinieblas, alma y cuerpo, que se resumen en uno: positivo y negativo. Cuando se oponen se destruyen mutuamente.

Debemos cambiar la mentalidad. Y recuperar las dos alas de lo humano, para que juntas se refuercen y podamos volar lejos: oriente y occidente, norte y sur, razón y fe, varón y mujer. El pan y las rosas, el pan de la justicia y las rosas de la dignidad; el pan fruto del trabajo y las rosas signos de belleza. La voz masculina y la voz femenina. El “Adán” y la “Eva” que hay en cada individuo humano. Individuos con su diferente constitución sexual, pero no constituidos por lo sexual, sino por lo humano, que es a la vez masculino y femenino (aunque quizás habría que encontrar otra terminología y otra manera de expresarse, para evitar malos entendidos y confusiones). Lo humano es a la vez justicia y gratuidad, trabajo y descanso, derecho y deber, servicio y amor, don y tarea, razón y sensibilidad, necesidad y libertad, donación y acogida, actividad y recepción, cuerpo y espíritu, animal y ángel, finito e infinito, terreno y celestial, y ya puestos, humano y divino. Y en cada persona, sea del sexo que sea, estos elementos se encuentran bastante equilibrados.

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Juanjo
27 de febrero de 2012 a las 11:56

Muchos son los dualismos a superar, en efecto. El texto de Gal 3 ,28, es claro; “ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Quizá todavía sin asumir completamente. Pero también el excentricismo dualista que considera a Dios como actuando desde fuera del hombre. Si lo terreno y lo celestial se colocan en dos planos distintos y distantes también, a mi juicio se está separando lo que es inseparable. En este terreno es clarificador X. Zubiri;”Pedir por ejemplo, ayuda a Dios no es pedir auxilio a alguien que está fuera y a quien se pide que acuda, sino pedir una como intensificación de quien está ya personalmente en nosotros, y en quien somos ya radicalmente dinámicos; es pedir a un Dios que es trascendente en mí. Acudir a Dios es acudir a mi propio fondo trascendente. Al entregarse a Dios, el hombre se entrega a lo más radicalmente suyo.”

lola
27 de febrero de 2012 a las 18:25

No hay que cambiar la terminologia, mas bien hay que llamr a las cosas por su nombre. Hoy muchos de los males que veo en la sociedad , es por decir las cosas con diferente nombre, para intentar oculatrrlas: como la muerte..Hoy ya no se llama asi, y se separa de la viada. Como la sexualidad , se separa de lo humano, y se cosifica al otro, para obtener cada uno sus fines.
Tal vez lo mejor sin duda,, es como decia S Agustin:ama y haz lo que quieras.

raiz
27 de febrero de 2012 a las 18:40

Quizá habría que deslindar el cristianismo del dualismo filosófico griego, y profundizar en sus raices hebreas

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