Sep
La voluntad de Dios
1 comentariosUn antiguo alumno me pide una respuesta a la siguiente pregunta: ¿la voluntad de Dios es algo previsto para nosotros y nosotras desde toda la eternidad, o no está establecida y debemos buscar cada día lo que Dios quiere en este momento de la historia? La pregunta toca un aspecto que a muchos preocupa, a saber, cuál es la voluntad de Dios sobre lo concreto de mi vida. Algunos entienden que esa voluntad coincide bien con lo que dice un determinado superior eclesiástico (el catequista o el confesor me orientan sobre los hijos que debo tener) o bien con lo que de forma inesperada acontece (me han echado del trabajo; será porque ese trabajo no me conviene o porque Dios quiere que aprenda a vivir en la pobreza). Esta es una mala manera de entender la voluntad de Dios.
Reproduzco la respuesta que di a mi ex alumno, por si puede servir o provocar a otros: Si vemos las cosas desde nuestro punto de vista, que es el único que conocemos; y si además Dios se relaciona personalmente con nosotros, lo que supone respetar nuestra libertad, entonces hay que decir que no nos condiciona; en Dios hay algo que se corresponde con nuestra temporalidad, lo que hace posible una auténtica relación libre. Hay quien dice que Dios no conoce los futuros contingentes y, por tanto, conoce probabilísticamente, con una finura infinitamente superior a la nuestra, pero probabilística. Nosotros, por nuestra parte, sólo conocemos la voluntad de Dios de un modo general. Sabemos que Dios quiere siempre el bien. Pero cuál es el mejor bien en cada situación tenemos que buscarlo a partir de los datos de los que disponemos. Y es posible que puedan darse distintas respuestas en función de la interpretación que unos y otros hacemos de los datos disponibles. No sabemos en concreto cuál es la voluntad de Dios. Sólo lo sabemos de forma general: Dios quiere el bien. Cuando actuamos en función del bien, entonces cumplimos la voluntad de Dios. Pero cuál es el bien concreto que Dios quiere, lo que Dios haría en mi situación, eso no lo sabemos; el bien hecho realidad concreta es decisión y responsabilidad nuestra.