Feb
La voluntad a la que se entrega Dios
9 comentariosDice el Maestro Eckhart: “Dios nunca se entregó ni se entregará jamás a una voluntad ajena. Solo se entrega a su propia voluntad. Donde Dios encuentra su voluntad, ahí se entrega y se abandona a ella con todo cuanto es”. En otras palabras, solo si conformamos nuestra voluntad con la divina, Dios podrá hacerse presente en nuestra vida. La conclusión que saca el místico es que la conformidad con la voluntad divina implica un continuo vaciarse, un abandonar toda voluntad propia, a fin de que la voluntad de Dios tenga espacio en nosotros.
Estos pensamientos del maestro dominico, parecidos a los de otros grandes místicos, no hay que entenderlos como suponiendo una anulación de la propia personalidad ni como un olvido de nuestro compromiso a favor de los otros seres humanos. No hay anulación de la propia personalidad porque el ser humano solo se encuentra a sí mismo cuando se entrega al amor y cuando recibe amor; en definitiva, se encuentra a si mismo en la amistad. Y la amistad supone una identidad de voluntades entre los amigos; los amigos buscan complacerse mutuamente y para ello quieren hacer la voluntad del amigo. Pero como mi amigo también quiere complacerme, cuando yo hago su voluntad, él se complace en mi y busca lo mejor para mi. Cuando yo me entrego a Dios, me entrego al mejor amigo y entonces es cuando de verdad me encuentro a mi mismo.
Por otra parte, Dios nos habla a través de los hermanos, sobre todo a través del hermano pobre y necesitado. De alguna manera, atender al pobre supone un abandonar mi voluntad. Esta voluntad que me dice que busque mi comodidad y me insta a que me olvide de ese pobre que me molesta y reclama, nada menos, que lo deje todo para atenderle a él. No hay verdadero encuentro con el pobre sin renuncia a la propia voluntad, sin abandonarse a la voluntad ajena, esa voluntad que transmite la voz de Dios: “cada vez que lo hicisteis con uno de esos, los pequeños, a mí me lo hicisteis”. Los místicos que, a veces, parecen tan alejados de la realidad, resultan a la postre los más realistas y los más comprometidos en el terreno fraterno y social. Y, en definitiva, los que nos conducen a lo único necesario.