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La Virgen María, ¿corredentora y mediadora?
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Ante las numerosas consultas y propuestas que han llegado a la Santa Sede en las últimas décadas, el Dicasterio para la doctrina de la fe ha publicado una importante y necesaria “nota doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación”. Importante, porque nos ayuda a purificar nuestra fe. Y necesaria para evitar lo que el Vaticano II calificó de “exageraciones” en el discurso sobre María. “Las exageraciones, dijo Juan Pablo II, provienen de cuantos muestran una actitud maximalista, que pretende extender sistemáticamente a María las prerrogativas de Cristo”.
El texto se propone “precisar el lugar de María en su relación con los creyentes, a la luz del Misterio de Cristo como único Mediador y Redentor”. Lo fundamental de María en relación a los creyentes es su maternidad. De ahí el título del documento: “Madre del pueblo fiel”. María es la expresión más perfecta de la acción de la gracia que transforma nuestra humanidad.
La pregunta a la que busca responder el documento es: ¿cómo se entiende la asociación de María en la obra redentora de Cristo?, ¿cuál es el significado de su singular cooperación en el plan de la salvación? La cooperación de María comienza en la Anunciación y termina al pie de la cruz. Ella es la que acoge con fe la Palabra del Señor y así se convierte en madre de los creyentes. Al pie de la cruz el discípulo amado, que ocupaba nuestro lugar junto a María, la acogió como madre en la fe. María se convierte así en madre de todos los creyentes.
A propósito del título de Corredentora, la nota recuerda que, siendo prefecto de la entonces Congregación para la doctrina de la fe, el Cardenal Joseph Ratzinger se manifestó en contra de la petición de declarar a María como corredentora. Y que el Papa Francisco también expresó su posición claramente contraria al uso de este título. Este título “siempre es inoportuno para definir la cooperación de María, pues corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana”.
En relación al titulo de Mediadora, el documento indica que hay que explicar bien los limites de este título. Mediación es cooperación ayuda, intercesión. Por consiguiente, bien puede decirse de María que es mediadora en sentido subordinado a Cristo. En sentido estricto no podemos hablar de otra mediación en la gracia que no sea la del Hijo de Dios encarnado. Pero esta mediación de Cristo es inclusiva: unidos a él podemos ser mediadores de gracia los unos para los otros. Si esto vale para cada creyente, con mayor razón debe afirmarse de María. Y aunque la suya es una mediación participada, el pueblo de Dios confía firmemente en la intercesión de María. María es madre de los creyentes, madre del pueblo fiel.
Mi consejo es que lean directamente la nota doctrinal del Dicasterio, y que la lean despacio y sin prejuicios. En ella encontraran una rica doctrina sobre la Virgen María. Amar a María no es lanzarle gritos ni flores, ni buscar títulos para ella. Amar a María es meditar lo que dice y hace en los evangelios. Si así lo hacemos, nos acercaremos cada vez más a Cristo