Jun
La palabra del Papa es... palabra del Papa
2 comentariosUn lector me envía un correo y me dice que hay mucha confusión cuando se utiliza el término “Magisterio de la Iglesia”. Textualmente me dice: “Se tiene la idea de que sea la misma Voz de Dios. Algo a lo que no se puede poner la mínima objeción. Y si lo haces es que eres un hereje, o poco menos. Conozco mucha gente que piensa así”. El amable lector me solicita que clarifique algunas ideas. A veces yo mismo suelo decir, un poco provocativamente, que “la palabra del Papa” es precisamente eso: “palabra del Papa”, no palabra de Dios.
Al respecto sería bueno recordar los distintos grados de Magisterio y la distinta obligatoriedad que tienen para un católico. Una primera aclaración puede ser que, si bien las palabras del Papa y de los Obispos, merecen respeto y atención, la mayoría de las cosas que dicen no entran dentro de la categoría de Magisterio extraordinario. Viene bien aquí recordar que la constitución Lumen Gentium dice, sin darle importancia, que el Papa puede hablar como persona privada. Hay que agradecerle a Benedicto XVI el que haya afirmado expresamente que sus libros sobre Jesús no son un acto del Magisterio de la Iglesia y que se puede disentir de los análisis que en ellos hace. El Magisterio extraordinario o infalible se pronuncia en contadas ocasiones y bajo condiciones muy precisas.
Más normal es el llamado Magisterio ordinario, pero tampoco hay que ver un acto de Magisterio ordinario en todas las intervenciones papales o episcopales. El Magisterio ordinario no son las palabras de una homilía, de un discurso o de una carta. La homilía o el discurso tratan de ofrecer una reflexión espiritual que no pretende ir más allá de una simple exhortación. Magisterio ordinario, que de ningún modo es infalible, en su sentido más fuerte sería por ejemplo gran parte de la enseñanza del Concilio Vaticano II. Con todo, conviene aclarar que hay diferentes grados de adhesión al Magisterio ordinario, cosa que se deduce bien por el tipo de documento (aquí el género literario tiene su importancia), por la frecuente proposición de la doctrina o por la forma de decirlo.