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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Jun
2011

La palabra del Papa es... palabra del Papa

2 comentarios

Un lector me envía un correo y me dice que hay mucha confusión cuando se utiliza el término “Magisterio de la Iglesia”. Textualmente me dice: “Se tiene la idea de que sea la misma Voz de Dios. Algo a lo que no se puede poner la mínima objeción. Y si lo haces es que eres un hereje, o poco menos. Conozco mucha gente que piensa así”. El amable lector me solicita que clarifique algunas ideas. A veces yo mismo suelo decir, un poco provocativamente, que “la palabra del Papa” es precisamente eso: “palabra del Papa”, no palabra de Dios.

 

Al respecto sería bueno recordar los distintos grados de Magisterio y la distinta obligatoriedad que tienen para un católico. Una primera aclaración puede ser que, si bien las palabras del Papa y de los Obispos, merecen respeto y atención, la mayoría de las cosas que dicen no entran dentro de la categoría de Magisterio extraordinario. Viene bien aquí recordar que la constitución Lumen Gentium dice, sin darle importancia, que el Papa puede hablar como persona privada. Hay que agradecerle a Benedicto XVI el que haya afirmado expresamente que sus libros sobre Jesús no son un acto del Magisterio de la Iglesia y que se puede disentir de los análisis que en ellos hace. El Magisterio extraordinario o infalible se pronuncia en contadas ocasiones y bajo condiciones muy precisas.

Más normal es el llamado Magisterio ordinario, pero tampoco hay que ver un acto de Magisterio ordinario en todas las intervenciones papales o episcopales. El Magisterio ordinario no son las palabras de una homilía, de un discurso o de una carta. La homilía o el discurso tratan de ofrecer una reflexión espiritual que no pretende ir más allá de una simple exhortación. Magisterio ordinario, que de ningún modo es infalible, en su sentido más fuerte sería por ejemplo gran parte de la enseñanza del Concilio Vaticano II. Con todo, conviene aclarar que hay diferentes grados de adhesión al Magisterio ordinario, cosa que se deduce bien por el tipo de documento (aquí el género literario tiene su importancia), por la frecuente proposición de la doctrina o por la forma de decirlo.

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Juanjo
13 de junio de 2011 a las 10:58

El problema que subyace en ciertos sectores creo que es el de confundir, o mezclar Magisterio y Fe de la Iglesia, esto es con el Depósito de la Fe.
Si no voy comprendiendo mal, y si lo hago, agradecería una aclaración o corrección, una cosa es el depósito de la fe es decir un conjunto de verdades, contenidas en la Escritura y en la Tradición, y otra la forma como esta se trasmite, se explica, o se comunica para su mejor comprensión. El Magisterio por tanto debe "ir cambiando" para actualizarse a la época en que debe expresarse. Por eso se podría decir que el Magisterio no pertenece al depósito de la fe.
En entradas anteriores ya quedó claro que la teología es necesaria entre otras cosas para interpretar correctamente el Magisterio, ante reducciones de comprensión totalitaria o fundamentalista.
También creo que es adecuado considerar el Depósito de Fe más que como un conjunto de verdades, un todo coherente, que abarca el kerigma, las pautas de conducta de los creyentes, la vida de fe de la comunidad, sus estructuras básicas, la vida de oración, el valor de la Escritura...

Bernardo
13 de junio de 2011 a las 20:11

Lo lamentable es que esto haya que recordarlo. Como bien dices, el Magisterio extraordinario ha sido poco utilizado, algunos recuerdan que lo de la infalibilidad, antes que dar poder al Papa le ató las manos, no se utiliza desde 1954 y su uso está muy acotado. Por ello, han querido ampliar el Magisterio extraordinario haciendo "irreformable" el magisterio ordinario. Algunos, no el propio Papa, que invita a la crítica en su libro sobre Jesús, han querido hacer del mismo un manual del Magisterio sobre cristología, cuando todo el mundo sabe que es una reflexión espiritual y pía sobre la historia de Jesús.

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