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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

3
Ene
2012

La Palabra de Dios no es un libro

3 comentarios

Cuando en las celebraciones litúrgicas leemos fragmentos de la Sagrada Escritura, solemos acabar la lectura diciendo: “palabra de Dios”. Este final de la lectura no debería confundirnos. El cristianismo no es la religión de un libro. Y la Biblia puede ser llamada palabra de Dios sólo en un sentido segundo y derivado. Porque, como muy bien ha hecho notar Benedicto XVI en la Verbum Domini, “la persona misma de Jesús, su historia única y singular es la palabra definitiva que Dios dice a la humanidad”.
 

Ni para el judaísmo ni para el cristianismo la palabra de Dios es un libro. Para el judío la palabra de Dios es la expresión de la voluntad de Dios, manifestada por medio de la palabra humana de Moisés y los profetas. Por su medio, Dios dialogaba con su pueblo, en la palabra del profeta resonaba, al modo humano, la palabra divina. Esta condescendencia de Dios se cumple de manera insuperable con la Encarnación del Verbo en Jesús de Nazaret. La palabra de Dios ya no se expresa mediante un discurso. La persona misma de Jesús es la Palabra. En su humanidad Dios ha dicho todo lo que tenía que decir y lo ha dicho de forma definitiva.
 

De este modo la Revelación se convierte en un acontecimiento vivo entre Dios y el hombre, un acontecimiento en el que el propio Dios se regala a sí mismo. Para el Islam la Revelación es otra cosa: un libro que Dios pone en manos del hombre. Mientras a Israel se le repite continuamente: ¡escucha!, la primera palabra de la revelación a Mahoma es: ¡lee! Se le muestra la página de un libro y un libro es lo que trae el arcángel del cielo la noche de la Revelación. Para el judaísmo y el cristianismo la doctrina oral es más antigua y más santa que la escrita. De hecho, Jesús no dejó escrita ninguna palabra. El Islam es religión del libro. Un libro enviado del cielo. Dios mismo no desciende, no deja su celestial trono. Está sentado en lo más alto del cielo, y manda al hombre… un libro.

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Andrés
3 de enero de 2012 a las 13:56

Ando sin tiempo, no comenté en el post anterior pero me pareció muy acertado. Totalmente de acuerdo contigo.

En este seguimos estando de acuerdo. Hace poco escuché a un profesor de Cristología decir que el Cristianismo no era una religión del libro, no así el judaísmo y el Islam. Lo del judaísmo es de traca, ¿no es evidente la tradición oral previa a la escrita?

En fin, feliz año Martín.

Bernardo
3 de enero de 2012 a las 16:59

Claro, la PD no es un libro, ni nada creado por el hombre, la PD es "carne", una creación divina. Es una Palabra que toma nuestra condición y que puede sufrir como nosotros; es una Palabra que puede interpretarse, adaptarse y modificarse según las condiciones de la humanidad donde habita; es una Palabra de vida y no letras muertas en un libro.
Gracias, Martín, por recordarnos estas cosas.

Maite
3 de enero de 2012 a las 20:00

La distinción entre Jesucristo, Palabra de Dios, y la Biblia como palabra de Dios a un nivel segundo me parece fundamental para evitar fundamentalismos, que confunden al Dios inefable con realidades creadas. La Biblia es palabra de Dios en sentido análogo. Gracias, Padre, por sus siempre acertados artículos

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