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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

1
Ene
2013

La oración no mueve a Dios, sino a nosotros

17 comentarios

Cuando pedimos a Dios que suceda alguna cosa, ¿qué podemos esperar? ¿Será la oración el equivalente a la varita mágica de los cuentos de hadas, que consigue lo que toca a gusto del peticionario? Cuando algunos textos de la Escritura suscitan la impresión de que Dios cambia gracias a las peticiones del orante, se trata de expresiones figuradas con las que los hombres atribuyen el cambio de su situación a un cambio en la actitud de Dios.
 

Bonhoeffer decía que Dios no cumple todos nuestros deseos, pero sí cumple sus promesas. Por eso el creyente puede estar seguro de que Dios está en todas partes, acompañándole en su caminar, con una presencia salvífica, pero esto no significa que Dios manipule los acontecimientos y los transforme a gusto del creyente. En realidad, nuestra oración es ya una respuesta a una palabra previa de amor que Dios ha pronunciado al crearnos. El nos ama desde siempre con todo su amor y no hay acción nuestra que pueda incrementar este amor. Así se comprende esta extraña palabra de Jesús: “todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido, y lo obtendréis” (Mc 11,24).
 

¿Por qué entonces tenemos que seguir orando, si no podemos hacer cambiar a Dios ni incrementar su amor hacia nosotros? Porque Dios actúa a través de nuestra oración. Al orar, Dios nos mueve a realizar aquello mismo que pedimos. No se trata, pues, de pedir: “acuérdate de los pobres”, sino de suplicar sinceramente: “hazme sensible al clamor de los pobres para que yo me decida a ayudarles y me convierta así en tu mano providente”. No es Dios quién se pone en movimiento a través de nuestra oración, sino que somos nosotros los movidos para que nuestra vida sea cada vez más transparencia de Dios y portadora de Dios a los demás.
 

Por otra parte, la oración, al hacernos caer en la cuenta de que Dios siempre nos acompaña en nuestras alegrías y sufrimientos, en nuestras esperanzas y nuestras penas, nos ayuda a no convertir ninguna pena ni ningún sufrimiento en una desgracia, en una falta de gracia; nos ayuda a que nada, ni el dolor, ni el hambre, ni la persecución, ni la enfermedad incurable, ni la muerte, puedan apartarnos del amor de Dios. En estas circunstancias difíciles, orar significa confiar en el poder del amor de Dios que se hace fuerte en nuestra debilidad.

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Juanjo
1 de enero de 2013 a las 12:37

Buen post para comenzar este año, en el que una buena tarea sería no tener miedo a cambiar nuestra idea de Dios. Pero eso sí, asumiendo totalmente todas sus consecuencias. Pienso inconscientemente en mucha gente que no puede aceptar lo que se afirma. Es un cambio demasiado difícil de asumir. Y más si no se ha tenido la formación adecuada o simplemente estar abiertos a la novedad de Dios. Creo que a cada cosa hay que llamarla por su nombre y la magia es magia y no religión. Y adoptamos muchísimas actitudes mágicas creyéndonos piadosos. En ocasiones he estado tentado de elaborar una lista (nunca exhaustiva) de actitudes pseudo-religiosas que no son más que intentos de utilizar lo divino a favor nuestro y a eso se llama magia. ¿Por qué no cambiamos por ejemplo los cartelitos de los cepillos de ciertos templos que rezan “favores de San NN? ¡No fomentemos la magia en la “Casa de Dios”! FELIZ AÑO.

Oscar
1 de enero de 2013 a las 13:35

Feliz año, profesor. Más allá de si Dios cambia o no cambia, lo que me parece decisivo es que Dios nos ama y que no lo podemos manipular. Gracias por ayudar a entender la oración en este contexto.

Mercedes
1 de enero de 2013 a las 13:40

Cuando yo pido por los difuntos , qué estoy consiguiendo con ello ?.Cómo actúa Dios a través de mi oración. Cómo me mueve a realizar en ellos aquello que pido ?
Feliz Año ¡

Martín Gelabert
1 de enero de 2013 a las 14:40

Mercedes: gracias por tus aportaciones. En relación a tu pregunta, una posible respuesta sería: cuando oramos por los difuntos estamos viviendo, recordando y haciendo presente nuestra solidaridad y nuestra comunión con ellos. Además, damos gracias por su vida, por lo que nos han dejado, y confesamos nuestra esperanza de encontrarnos con ellos un día en la gloria.

Der rebellische Shafen
1 de enero de 2013 a las 17:09

Buena questio para la disputatio P. Martín.— A mí me parece que la culpa de todo la tiene san Pablo— el cual enreda el asunto: Nosotros no sabemos pedir para orar como conviene; más el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios: (Ro.8,26-27).Pero no queda ahí la cosa; siguiendo a Jesús (Mt. 6,5;14,23) y conforme a la costumbre de los primeros cristianos (Hch. 2, 42) Pablo recomienda la oración constante; (Ro. 12,12;Ef.6,18). Es más él mismo ruega sin descanso por sus fieles;(Ef. 1, 16;1Ts 1,2; Flm. 4) como igualmente pide que rueguen por él; (Rm 15,30 etc.) y unos por los otros; (2Co 9,14;Ef. 6,18) por no decir de la oración por los enfermos y pecadores, por el progreso espiritual de algunos, por los obstáculos sociales que encuentran, por el bien y el orden social. E insiste mucho sobre la oración de acción de gracias( Más información en comentario bíblico de la nota a pie de página de la Biblia de Jerusalén, p.1621). ¡Qué el efecto del cava no obnubilice nuestras neuronas! Un abrazo.

Mostaza
1 de enero de 2013 a las 18:38

Comparto mucho de lo expone en su post pero se me queda insuficiente. ¿Por qué nos enseña Jesús el Padrenuestro que es en sí mismo una oración de petición para realizar cada día?...¿Por qué Jesús realiza oración de petición al Padre en muchas ocasiones narradas en el evangelio?...Saludos

Ugart
1 de enero de 2013 a las 18:49

¿Qué sentido pueden tener, pues, las monjas contemplativas y su contínua intercesión?

Iker
1 de enero de 2013 a las 19:00

Estoy más cerca de Mercedes. Creo que cuando oramos se da lo que describe el autor pero además Dios, en la forma que Él considera más eficaz, nos atiende.
La oración "reducida" a cómo la configura el artículo me parece privada de una parte importante de su eficacia.

Martín Gelabert
1 de enero de 2013 a las 20:21

Gracias a todas y todos por vuestros comentarios. Solo tres cositas, pero no para debatir ni replicar a nadie, sino para enriquecer el diálogo y la comprensión. Una sobre las monjas contemplativas: ¿para qué sirve su continúa intercesión? Espero que más que una continúa intercesión sea una continúa acción de gracias lo que ellas hacen. Y en todo caso, su modo de vivir es un signo de que Dios es el único Absoluto, el único que lo merece todo, precisamente porque es el Amor absoluto. Otra cosa sobre el padrenuestro: en él pedimos el Reino de Dios y los medios para conseguirlo y, así, el padrenuestro es la expresión de nuestra esperanza, la norma de todos nuestros deseos. Finalmente, estoy de acuerdo en que toda la vida es oración, todo lo que hacemos está en función de Dios, hasta nuestro sueño Dios lo convierte en una humilde alabanza, dice uno de los himnos de la liturgia de completas. Buen año a todas y todos.

Lector
2 de enero de 2013 a las 12:49

No opina lo mismo Santo Tomás de Aquino.

La oración (II-IIa, q. 83):
http://hjg.com.ar/sumat/c/c83.html#a15

Felipe
2 de enero de 2013 a las 14:13

!Extraordinario!

Feliz año, que Dios le bendiga.
Soy brasileño, me gusta mucho sua expressión textual.

Luis R.
3 de enero de 2013 a las 12:30

Excelente teología. Gracias, P. Martín, por las reflexiones tan estupendas que nos ofrece. Hacen mucho bien. Que tenga un año muy feliz. Siga así y no se desanime.

Un amigo
3 de enero de 2013 a las 22:32

Hay un texto que recoge el catecismo que creo que vale la pena tener en cuenta CIC 2745 "Ora continuamente el que une la oración a las obras y las obras a la oración. Sólo así podemos encontrar realizable el principio de la oración continua (Orígenes, or. 12).

¡Un pesado!
3 de enero de 2013 a las 22:34

306 del catecismo; “Porque Dios no da solamente a sus criaturas la existencia, les da también la dignidad de actuar por sí mismas, de ser causas y principios unas de otras y de cooperar así a la realización de su designio.”

Juanjo
29 de marzo de 2020 a las 08:36

"Con temor y temblor" según su autor, se recuerda este post, siete años después de su publicación. En un momento muy difícil, y de extremo sufrimiento generalizado, por la pandemia que actualmente nos azota y que supongo que ya nunca olvidaremos.
"Temor y temblor" quizá porque puede herir.
Porque lo ideal es leerlo y captar su sentido en un tiempo de serenidad, y en unas circunstancias que ahora no se dan.
Pero justamente por eso, parece conveniente.
En este momento cada creyente experimentará, quizá más que nunca, cómo entiende a Dios, como entiende la oración y la acción de Dios en el mundo.
Por supuesto lo primero es sentirme solidario del dolor del otro, prestar mi ayuda y consuelo en todo lo posible, y ponerme a disposición de cualquier necesidad.
Pero se si ha captado bien la trascendencia de Dios, y su libertad, tal evitaremos comenzar nuestra plegaria; “Dios todopoderoso y eterno…" para terminar poniendo el cazo.

Paco Ferrer
31 de marzo de 2020 a las 18:37

Es sorprendente la explicación. Estoy con Paz sabiendo cual debe de ser mi relación con Dios y lo que puedo hacer en mi vida.
Me preocupa el tiempo perdido en escuchar la cantidad de cosas que hemos de hacer para cambiar los planes de Dios sobre nosotros y la de personas que crean estar en pecado y no tengan la suerte de que algún Sacerdote como tú se lo aclare.Gracias

Roberto desde Cuba
23 de abril de 2020 a las 12:36

Con “temor y temblor” verdaderamente porque en ocasiones lo que se nos pueda decir nos parece contrario a lo que pensamos y sentimos que no necesariamente tendría que ver con lo que se nos ha enseñado sino por lo que egoístamente hemos querido centrarnos sobre nuestra satisfacción espiritual. Deberíamos seguir la pauta del autor centrarnos en la idea que nos invita a reflexionar y no quedarnos en las escaramuzas de la periferia del texto

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