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La naturaleza apunta a un Misterio
5 comentarios“La experiencia de la naturaleza nos introduce en el misterio a muchos niveles”, leo en Denis Edwards. En efecto, la física cuántica nos descubre que la realidad es completamente contraintuitiva e inimaginable. Existe, por ejemplo, una dualidad onda-corpúsculo, donde un átomo se comporta bien como onda bien como partícula según las circunstancias. Otro ejemplo: el principio de indeterminación de Heisenberg nos dice que resulta imposible efectuar mediciones precisas o, dicho de otra manera, que el conocimiento del mundo físico tiene sus límites; según el teorema de Gödel cuando los axiomas matemáticos alcanzan un cierto grado de complejidad, no es posible responder sobre la verdad o falsedad de algunos enunciados formulados dentro del marco de tales axiomas. Si Dios es tan complejo como la aritmética, no resulta sorprendente que no pueda demostrarse ni refutarse definitivamente su existencia. Un último ejemplo: una vez han interaccionado entre sí dos entidades cuánticas, mantienen una relación fundamental por mucho que se separen. A estos niveles es fácil sentirse perdido. La ciencia misma muestra sus límites y nos abre a ámbitos distintos de la ciencia.
¿Y qué decir a niveles macrocósmicos? En el universo observable hay unas 100.000 millones de galaxias; la nuestra, la Vía Láctea, contiene más de 100.000 millones de estrellas, en las que tienen lugar unos procesos nucleares de potencia inimaginable. En estas y otras muchas experiencias, el sentido común no es una buena guía para conocer la naturaleza. Cabe decir que la naturaleza no tiene sentido o que funciona por puro azar. Uno a veces piensa que llamamos azar al desconocimiento de las causas. O que lo que parece falto de sentido es el verdadero lugar del misterio, un misterio de donde provienen las leyes de la física y el misterio de por qué el universo parece tan extraño. Siguen siendo actuales para la cosmovisión actual las preguntas que Dios dirige a Job desde la tormenta: “¿Dónde estabas cuando cimenté la tierra, sabes quién fijó sus medidas, dónde se asientan sus bases?, ¿has entrado en las fuentes del mar?, ¿has paseado por el fondo del Abismo?, ¿puedes atar los lazos de las Pléyades o desatar las cuerdas de Orión?”. La grandiosidad de la naturaleza apunta a una realidad todavía más grande.