14
Jun
2007Jun
La mala vida de los bien nacidos
7 comentariosMe he quedado impresionado por dos fotos que he visto en la prensa, una ayer y otra hoy. En una, una niña de unos siete años, con una carita triste y una azada en la mano, trabaja en el campo en Perú. La otra es de un niño de 8 años, enfermo mental, encadenado en una choza donde están sus padres leprosos. Fotos como estas abundan y sobran en los medios. Sobran porque no deberían estar. Y no deberían estar porque no debería ocurrir. En las páginas en las que aparecen las fotos de ayer y hoy vienen otras noticias sobre la venta de niños esclavos en China (por 50 euritos, es una verdadera ganga) o el tráfico de órganos de niños.
Vienen a la mente las palabras de Jesús: de los niños es el Reino de los cielos. Más de una vez he dicho que si Jesús tuviera que pronunciar estas palabras en nuestro mundo rico, en el que los niños son escasos y están principéscamente tratados, se referiría a otro colectivo, abundante y bastante abandonado, el de los ancianos. Jesús no glorifica a los niños por ser niños, sino por marginados. En la sociedad en la que vivía Jesús los niños eran vendidos como esclavos, no valían nada, no eran útiles. Al hablar de los niños Jesús se solidariza con la marginación y nos invita a tomar partido por los marginados, sean ancianos de nuestro mundo rico o niños del mundo pobre.
A veces pienso que sería importante que se oyera una voz poderosa, clara, evangélica a favor de las vidas de estas personas marginadas y esclavizadas, ancianos o niños, personas bien vivas y bien nacidas. La potencia y claridad de esta voz harían más creíbles las voces en defensa de la vida de los no nacidos. Más aún: levantar la voz en defensa de las malas vidas de los nacidos y bien nacidos evitaría que la gastásemos en otro tipo de elucubraciones, importantes sin duda, pero no tanto. Hay una primacía de valores, intereses, urgencias. Y no se acaba de notar del todo que las voces más altas hablen de lo más urgente humana y evangélicamente hablando.
Vienen a la mente las palabras de Jesús: de los niños es el Reino de los cielos. Más de una vez he dicho que si Jesús tuviera que pronunciar estas palabras en nuestro mundo rico, en el que los niños son escasos y están principéscamente tratados, se referiría a otro colectivo, abundante y bastante abandonado, el de los ancianos. Jesús no glorifica a los niños por ser niños, sino por marginados. En la sociedad en la que vivía Jesús los niños eran vendidos como esclavos, no valían nada, no eran útiles. Al hablar de los niños Jesús se solidariza con la marginación y nos invita a tomar partido por los marginados, sean ancianos de nuestro mundo rico o niños del mundo pobre.
A veces pienso que sería importante que se oyera una voz poderosa, clara, evangélica a favor de las vidas de estas personas marginadas y esclavizadas, ancianos o niños, personas bien vivas y bien nacidas. La potencia y claridad de esta voz harían más creíbles las voces en defensa de la vida de los no nacidos. Más aún: levantar la voz en defensa de las malas vidas de los nacidos y bien nacidos evitaría que la gastásemos en otro tipo de elucubraciones, importantes sin duda, pero no tanto. Hay una primacía de valores, intereses, urgencias. Y no se acaba de notar del todo que las voces más altas hablen de lo más urgente humana y evangélicamente hablando.