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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

28
Jul
2010

La Iglesia, esa pista de carreras

9 comentarios

Benedicto XVI ha criticado, en diferentes ocasiones, el carrerismo en la Iglesia, ese deseo de medrar, de subir, de alcanzar puestos más altos, de ascender en la jerarquía. Evidentemente si no hubiera puestos altos que ocupar, el carrerismo quedaría sin objeto. Si suprimimos los altos puestos, desaparecerá el carrerismo.

Me cuentan, me dan nombres de eclesiásticos que hacen, organizan, llaman, con el único objeto de escalar puestos. Y me cuentan, me dan nombres de otros que lamentan que su tiempo “haya pasado”, que ya sea tarde para ellos. En esta carrera, los que más se afanan son los que ocupan puestos intermedios. Una vez que se ha llegado al primer puesto, o sea, al final de la carrera, resulta fácil criticar el carrerismo de los demás. Las ambiciones se colman, pero también se acaban, cuando se llega a lo más alto.

Me dicen que está muy bien eso de “seleccionar con cuidado” a los seminaristas, tal como repite Benedicto XVI. A condición de que la selección no tenga efectos inesperados, como ocurriría si otros seminarios acogiesen a los no seleccionados y, de este modo, presentasen en Roma cifras. Cifras para aparentar que tienen muchas vocaciones y, por tanto, que se merecen un puesto más alto en el escalafón jerárquico, dado lo bien que lo hacen.

Me cuentan, me dan nombres de teólogos que están vetados, y por eso nunca les llaman para dar charlas a profesores de religión, o para intervenir en lugares controlados por los carreristas. Son teólogos nada revolucionarios, pero tienen la rara virtud de pensar. Los carreristas llaman a los mediocres para que instruyan a sus controlados.

Tanta carrera desaparecería si la Iglesia dejase de ser una pista de carreras y se convirtiera en un comedor, con la mesa preparada para todos, en la que todos tienen la palabra y todos se escuchan. Iglesia comunión, Iglesia fraterna, Iglesia en la que uno deja de pensar en su carrera para pensar en servir a los demás.

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Juanjo
28 de julio de 2010 a las 10:45

Intuyo que el problema es existencial. No se si ontológico, pero radicado en la profundidad del corazón. Quizá sea síntoma de una profunda insatisfacción. Todos necesitamos sentirnos queridos, reconocidos en nuestra valía, valorados en nuestro esfuerzo. Tal vez este mismo mundo nos impulsa a ello. Quizá se nos educa para ello, para la competitidad. Ahí no nos escapamos nadie. Así hay "carreristas" en todas partes, en cualquier empresa, partido politico o gobierno, colegio o facultdad. En cualquier grupo de cualquier índole.
Posiblemente no se vean más opciones para llenar el vacío interior, una indebida afectividad, unos complejos mal orientados, que el estar arriba. El carrerismo como alivio ante una mediocridad frustrante e inconformista.
Pero, cuando uno está "Lleno de Dios" no necesita más. No le preocupa el arriba o el abajo. No tiene que hacer méritos ante los hombres, porque su amo es Dios.
Conviene recordar y vivir de forma consecuente el "quien quiera ser el primero entre vosotros que sea vuestro servidor".
Cualquier "carrerista" debería ser crítico con las intenciones profundas de su corazón.

Desiderio
28 de julio de 2010 a las 14:40

Vaya, es fuerte este post. Parece que si hay algún lugar en el que no deba haber trepas, ese sea la Iglesia, pero por desgracia tampoco es así, y es triste, muy triste. ¿Dónde queda, como dice Juanjo, que aquel que quiera ser el primero sea servidor de los demás? Yo siempre he entendido los cargos en general, pero sobre todo en cualquier comunidad cristiana, desde la más pequeña a la Iglesia universal, como una responsabilidad y una llamada al servicio. ¿Qué sentido tiene, sino, ser Papa, cardenal,… o incluso párroco de la parroquia más humilde? ¿Ostentar el puesto? A lo mejor esto tiene sentido desde el punto de vista humano —desde el punto de vista humano más mezquino—, pero ¿y desde el punto de vista de Dios, que es el que realmente importa?
También me parece tremendo el manejo de las conciencias que comentas. Yo creo que se puede llegar a un pensamiento común por dos caminos distintos. Uno, así, impidiendo que la gente piense por sí misma y diciéndoles cómo tienen que comportarse, aun de las formas más sutiles y con la más buena de las voluntades. Y otra, formando a cada uno en su libertad, en su responsabilidad, como dices pensando por sí mismo, y ello con la confianza -que no es otra que la del Señor— de que por este camino vamos a ir a parar a buen puerto y poder así embarcar todos juntos en la barca de nuestro Señor, aunque para ello cada uno haya tenido que recorrer su camino, haya tenido que tomar las riendas de su vida, de su propia y particular vida. ¿No es esto algo grande?

Bernardo
28 de julio de 2010 a las 14:49

La Iglesia "comedor", qué idea tan peregrina, Martín. Cómo pides que la Iglesia sea lo que empezó siendo con Jesús. ¿Acaso tenemos algo que ver con el maestro de Nazaret? ¿Y tú me tildas de utópico en algunos comentarios? Tú sí que eres un utópico, y peligroso. lleva cuidado si pretendes "hacer carrera".
Ahora en serio. Cuánta falta nos hace que la Iglesia se parezca más a lo que dice ser que a lo que muestra ser. Espero de corazón que todo esto cambie, de lo contrario nos espera un futuro muy parecido al de la sociedad que nos acoge.

galgos y podencos
28 de julio de 2010 a las 17:35

Pues parece que los mejor colocados en esta carrera son los curas. Para los frailes de Órdenes Tradicionales-dominicos, franciscanos, jesuitas- no son los mejores tiempos-de-carrera. Priman los curas procedentes de movimientos eclesiales, que llenan estadios y concentraciones. El perfil que mantenga esta Iglesia-en-carrera-hacia Trento y olvido del Vat II.
La otra mitad de la humanidad-las féminas, ya que se aplica el derecho de admisión- mira asombrada tanta competencia en vez de cooperación de la varonía eclesial. Porque no fué ese el Mensaje del Nazareno. O lo estamos olvidando.

Me temo Martín que con posts como este, alguien ya te haya borrado de su lista. Es probable que incluso te alegres. Levantarse cada mañana y re-conocerse frente al espejo no tiene precio, ni paga peaje en carrera de galgos y podencos. Saludos

josemaría esteve i pallarés,op
28 de julio de 2010 a las 21:20

¡ Martin,al paredón ! Como se te ocurre afirmar que el carrerismo anda disparado...yo diría que no se ve bien,pero tampoco mal....mientras no se note mucho y lo hagas con discreción. Si no eres carrerista te van a llamar tonto.

Ariadna
29 de julio de 2010 a las 02:04

El carrerismo eclesiástico anda disparado. La mayoría buscan la mitra y ni se paran a pensar si pisan la cabeza a alguien, les da igual. Todo en esta vida tiene un presio y más si eres pastor.Es más importante lo exterior que lo interior. Aún vendrá un profeta que nos sacará de tanta hipocresía y nos llevará a una nueva tierra prometida.
Enhora buena Martín. Un abrazo y sigue así porque cada cual se quedará por lo que es.

Milón
29 de julio de 2010 a las 17:39

Es un retrato, desgraciadamente tan fiel de la realidad de gran parte del clero, especialmente diocesano, que casi se trata de una fotografía. Retrato o foto, eres un estupendo artista. De cualquier forma, la Iglesia, mal que les pese a estos aspirantes, también somos otros, pecadores sin duda, pero que no llevamos ni osamos desear cruces pectorales, anillos, mitras o títulos reverendísimos. A este propósito,¿llevaba o luchó por llevar el Hijo de Dios hecho hombre, solideo, fajín, sotana abotonada,títulos, agendas cargadísimas ..? ¿A ver si Jesucristo era religioso o laico en vez de cura, al menos de este tipo? En última instancia, estos "pseudoatletas" son la prueba empírica de que afortunadamente,la Iglesia está en manos del que no sale en la foto, aunque sopla donde y cuando quiere. Gracias siempre.

Milón
29 de julio de 2010 a las 19:19

Me dicen que el único sitio dónde debería escalar el cristiano es al madero de la cruz en el monte calvario, pero que es un monte humanamente no deseable.
Me cuentan que hay que seleccionar a aquellos que "seleccionan con cuidado", pues algunos seleccionadores son de cuidado.
Me dicen que los vetos nacen del miedo a la libertad y que ésta nace de la verdad, al servicio de la cual está la Teología.
Me cuentan que la única carrera que se debería correr en la Iglesia es la de la caridad y que ésta la corren muy mal los que van con atuendo de de político (¡son tantos!)y no con la suave vestidura de la fe.

Alfa
30 de julio de 2010 a las 12:31

Milón, pienso que Jesús era laico ya que habían Sumos Sacerdotes y él no lo era;también hay que dejar claro que él no vino a que le sirvieran sino a servir. Que fuera religioso no lo creo estando clara su misión que era el amor al prójimo. No vino a este mundo para tener un cargo o un título, sino para salvarnos.

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