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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

5
Mar
2013

La desgracia del fundamentalismo

10 comentarios

La más triste desgracia que producen los fundamentalistas va precisamente en línea contraria a lo que ellos dicen pretender. Pretenden defender la fe católica, o la verdad cristiana en el caso de los fundamentalistas protestantes, contra supuestos errores y desviaciones. Para ello se apoyan en la seguridad de la letra de la Biblia o del dogma, leídos literalmente, como si cada una de las palabras de la Biblia o del dogma fueran absolutas, y no estuvieran históricamente condicionadas. Uno de los efectos que logran es que los adversarios de la fe cristiana se apoyen en ellos para rechazar la luz que proviene de la Revelación y la sabiduría que nos transmite la tradición de la Iglesia.

Si las cosas son como dicen los fundamentalistas, evidentemente la Biblia es un auténtico cuento infantil y sus páginas resultan poco creíbles. Mantener que Dios creo el mundo en seis días de 24 horas, o en seis períodos de tiempo; o calcular la edad de la tierra, a base de las edades de los patriarcas tal como las relata el Génesis, llegando a la conclusión de que la tierra tiene, como mucho, unos 20.000 años, es un auténtico dislate que ninguna persona medianamente razonable puede hoy aceptar. Los que piensan que la Biblia es una literatura mítica encuentran su mejor aval en esas posiciones, mantenidas por los fundamentalistas cristianos.

Los fundamentalistas entienden que Dios se revela en la Biblia “palabra por palabra”. Comprenden la tradición en términos inmovilistas, no tienen en cuenta que la reflexión evoluciona, que hay verdades de las que se toma conciencia poco a poco, que la cultura condiciona lo que uno quiere transmitir y, por tanto, que leer un mensaje del pasado sin tener en cuenta la distancia hermenéutica que nos separa de él, es mal interpretarlo. Ellos, con sus lecturas desfasadas y, lo que es peor, inadecuadas, ofrecen una imagen distorsionada de la religión que, al presentarla como verdadera, la convierten en motivo de rechazo para muchos.

Por otra parte, los fundamentalistas son excluyentes. Pretenden convertir la Iglesia en un recinto de pensamiento único. Entienden que las diferencias se solucionan a base de castigos. Si las cosas son como dicen ellos, entonces lo mejor que puede hacer una persona sensata es marcharse de la Iglesia, huir de ese lugar de condenas, escapar de tanto control y vigilancia. Si fuera de la Iglesia (así entendida) no hay salvación, entonces la mayoría de los seres humanos están fuera del ámbito de la salvación. Y la obra de Dios es un fracaso.

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Amplitud de miras
6 de marzo de 2013 a las 10:59

Efectivamente el fundamentalismo es negativo para toda religión. Las interpretaciones literales de la Bíblia ya se sabe que no son apropiadas, en la actualidad. Se requiere un conocimiento de cómo entender, es decir, la hermenéutica. El estudio y los viajes agrandan el espíritu humano y es muy conveniente el prácticarlos. Pero, alguno pensará cuesta mucho dinero. Está claro, pero hay mucha ignorancia en todas las Iglesias.

Asfixia del Espíritu Santo
6 de marzo de 2013 a las 11:34

Las actitudes de los fundamentalistas ahogan el Espíritu y provocan asfixia a su alrededor. Los estrictos cumplidores/as no hay quien los aguante y además si poseen una dosis de fanatismo religioso puede resultar explosivo. Algunas personas se apartan cuando tropiezan con estos obstaculos.Espero no ser un obstáculo ni poner cara avinagrada a los demás.No se debe confundir el fundamentalismo con el tener buenos fundamentos.

Marceliano de Garganta y Sauras de Híjar.
6 de marzo de 2013 a las 11:41

Me parece, fray Martín, que en su reducción al absurdo se le ha ido la pluma. No creo yo que el problerma del fundamentalismo pueda hoy reducirse al literalismo. Cuando se intenta poner brida a disparates teológicos abultados (sobre la Eucarístia y otros sacramentos, la Resurrección, el dogma trinitario, dogmas marianos, etcétera), sobre la moral (individual,familiar y social), la respuesta casi automática de los responsables de tales yerros suele ser tildar al objetor de fundamentalista. Cierto que es el recurso inane de quien carece de otros argumentos. Ahora que se cumple el quincuagésimo aniversario del Vaticano II, sobre el que tanta proyección tuvo el librito de Congar sobre verdaderas y falsas reformas, así como Saulchoir, una escuela de teología, de Chenu, me parece procedente una revisión de nuestra metodología dialéctica. Suaviter in modo, fortiter in re. Fundamentalism? In what sense? Why not?

AEL
6 de marzo de 2013 a las 14:00

Creo que lo que más daño ha hecho a la Iglesia, en nuestros días, han sido los radicalismo, fundmentalismos, ... nos han sacado de la Iglesia, habitual, a muchas personas, porque en el lugar donde se ha impuesto el exterminio de la vida humana germinal se te hace imposible volver. Así se vacian las iglesias y se llenan los espacios públicos, pero estos, siempre con las mismas gentes.

Carlos Madero
6 de marzo de 2013 a las 20:14

Estimad Fray Martin, soy un simple fiel de la Iglesia y es un gusto y privilegio estudiar sus comentarios en el blog que son muy pero muy inspiradores, para mí particularmente siempre los leo desde redcamino porque tienen un contenido teológico importante. Creo que la formación de nuestros presbíteros debe será aún más intensa en este siglo, donde el desafíos de la Iglesia sigue siendo llevar el evangelio al que no lo ha recibido. En lo particular considero que el fanatismo religioso es un problema de educación y formación donde se sustituye la fe por ideales distorsionados y donde existe una falta de discernimiento entre lo que dice el espíritu y lo que mi orgullo me indica, esto debe ser un llamado a tolerancia y la multiforme gracia de Dios que extiende por toda la Iglesia. Creo que si no somos capaces de entender que la gracia actúa de diferentes formas no tendremos un espíritu de pastores.

Juanjo
6 de marzo de 2013 a las 20:33

Quizá, como en muchos otros campos, resulte adecuado evitar los extremos y las generalizaciones. Por eso tal vez no exista el “fundamentalista total”. Sí actitudes que se pueden aproximar en mayor o menor grado, incluso en ellos debiéramos reconocer en ocasiones actitudes muy cristianas, pías, y sinceras, fraternas y caritativas; (que puedo llegar a envidiar) aunque entremezcladas con otras que me puedan parecer reprobables. Creo que en el fondo no tienen la culpa si es que han sido educados, formados y dirigidos en una cierta dirección y no han sabido o no han podido conocer o arriesgarse a abrirse a nuevos paradigmas. El inmovilismo no es garantia de ninguna seguridad. Como tantas veces, yo abogo por la formación, el recto pensamiento, la pluralidad constructiva y la osadía de pensar.

Mercedes
8 de marzo de 2013 a las 11:47

Suscribo lo dicho por Carlos Madero y por Juanjo ... Hay personas a quienes la libertad les da terror ... Gracias, como siempre , P. Gelabert, por su magnífico blog ¡¡

Maite
8 de marzo de 2013 a las 12:05

Estupendo y esclarecedor. Gracias

xaverius
9 de marzo de 2013 a las 13:10

Paradójicamente, una de las derivas del libre examen protestante fue el fundamentalismo bíblico. Era natural que, al no poder contar con un Magisterio autorizado para interpretar, los que querían conservar la unidad de la fe se refugiaran en el literalismo interpretativo, que, como todos los "ismos" son una descolocación del valor que proclaman. Otra deriva del libre examen fue aceptar sin más la validez de cualquier interpretación con la consiguiente disgregación de la fe. Los católicos tenemos la seguridad de una interpretación autorizada que es el Magisterio de la Iglesia. El mismo Cristo le confirió esa autoridad: "quien a vosotros oye a Mí me oye, quien a vosotros desprecia a Mí me desprecia". Quien tacha de fundamentalista a toda adhesión al Magisterio de la Iglesia está equivocando la cuestión y sigue la deriva relativista. El Magisterio tiene la misión de guardar la unidad del depósito de la fe y con la asistencia del Espíritu santo puede discernir qué interpretaciones se ajustan a la fe y cuáles no.

xaverius
9 de marzo de 2013 a las 13:45

El sentido literal es siempre el sentido principal. Lo que sucede con el fundamentalismo bíblico es que no admite que el sentido literal admita géneros literarios o formas de expresividad que condicionan el significado. Hay metáforas que son evidentes en su sentido metafórico; por ejemplo, cuando se dice que "Dios es mi roca". Ningún literalista piensa que se afirme que Dios es una piedra. Pero hay otras expresiones que necesitan más reflexión, como cuando se dice que Dios se llenó de ira. En Dios no hay ira como tal pasión y la expresión compara las consecuencias de la ira con lo que Dios va a causar o permitir con su providencia sobre todo lo creado. Los primero capítulos del Génesis tienen un sentido histórico pero no en la forma actual de la ciencia histórica, entre otras cosas porque no hay testigos de la creación del mundo. Es un libro que tiene también una intención primariamente sapiencial: expresar el conocimiento sapiencial (conocimiento de últimas y más profundas razones) sobre el mundo y el hombre. El sentido literal del génesis busca ante todo ese conocimiento sapiencial: el mundo es creado de la nada, el hombre es hecho a imagen y semejanza de Dios, hombre y mujer son iguales en dignidad, cuál es el plan primigenio de Dios para el matrimonio y cuál es el origen histórico del mal. Hay una historia real que no se puede soslayar pero la expresión de esa historia real es ante todo sapiencial con los recursos del momento cultural de cuando se escribió. La interpretación autorizada del Magisterio de la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo ha ido definiendo cuáles son los límites interpretativos y los teólogos católicos deben aceptarlos con humildad.

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