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La desgracia del fundamentalismo
10 comentariosLa más triste desgracia que producen los fundamentalistas va precisamente en línea contraria a lo que ellos dicen pretender. Pretenden defender la fe católica, o la verdad cristiana en el caso de los fundamentalistas protestantes, contra supuestos errores y desviaciones. Para ello se apoyan en la seguridad de la letra de la Biblia o del dogma, leídos literalmente, como si cada una de las palabras de la Biblia o del dogma fueran absolutas, y no estuvieran históricamente condicionadas. Uno de los efectos que logran es que los adversarios de la fe cristiana se apoyen en ellos para rechazar la luz que proviene de la Revelación y la sabiduría que nos transmite la tradición de la Iglesia.
Si las cosas son como dicen los fundamentalistas, evidentemente la Biblia es un auténtico cuento infantil y sus páginas resultan poco creíbles. Mantener que Dios creo el mundo en seis días de 24 horas, o en seis períodos de tiempo; o calcular la edad de la tierra, a base de las edades de los patriarcas tal como las relata el Génesis, llegando a la conclusión de que la tierra tiene, como mucho, unos 20.000 años, es un auténtico dislate que ninguna persona medianamente razonable puede hoy aceptar. Los que piensan que la Biblia es una literatura mítica encuentran su mejor aval en esas posiciones, mantenidas por los fundamentalistas cristianos.
Los fundamentalistas entienden que Dios se revela en la Biblia “palabra por palabra”. Comprenden la tradición en términos inmovilistas, no tienen en cuenta que la reflexión evoluciona, que hay verdades de las que se toma conciencia poco a poco, que la cultura condiciona lo que uno quiere transmitir y, por tanto, que leer un mensaje del pasado sin tener en cuenta la distancia hermenéutica que nos separa de él, es mal interpretarlo. Ellos, con sus lecturas desfasadas y, lo que es peor, inadecuadas, ofrecen una imagen distorsionada de la religión que, al presentarla como verdadera, la convierten en motivo de rechazo para muchos.
Por otra parte, los fundamentalistas son excluyentes. Pretenden convertir la Iglesia en un recinto de pensamiento único. Entienden que las diferencias se solucionan a base de castigos. Si las cosas son como dicen ellos, entonces lo mejor que puede hacer una persona sensata es marcharse de la Iglesia, huir de ese lugar de condenas, escapar de tanto control y vigilancia. Si fuera de la Iglesia (así entendida) no hay salvación, entonces la mayoría de los seres humanos están fuera del ámbito de la salvación. Y la obra de Dios es un fracaso.