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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
May
2010

La ciencia a la luz de la esperanza

7 comentarios

Es interesante, desde la clave de la esperanza cristiana, observar como procede la ciencia. Ella no puede aprehender lo verdaderamente nuevo. La ciencia contempla el presente centrándose en lo que le precede, observando un gran número de sucesos que ya han tenido lugar y generalizando a partir de ellos. Mientras la teología busca una explicación última, la ciencia busca una explicación primera. Para la teología la explicación última de todo lo creado está en el poder y en la sabiduría de Dios; en un Dios que todo lo atrae hacia sí hasta que llegue un día en que todo lo recapitule y él sea todo en todas las cosas. Para la teología es más importante lo que está por venir que lo ya acontecido. Para la ciencia, explicar significa seguir la pista de una serie de causas que se remontan a lo ya acontecido. Pero si explicamos el cosmos y la vida desde el pasado, tendremos que concluir que lo que nos espera es la pura nada. Solo una nueva creación podría salvar al universo. De nueva creación habla la teología. ¿Significa esto que ciencia y teología son incompatibles? De ningún modo. Pero sí significa que cada una debe dejarse criticar por la otra.

Además, es posible encontrar en los resultados de las ciencias indicios que, a su modo, abren perspectivas de futuro. Por ejemplo: la ciencia afirma que el universo no está terminado. Por tanto, podríamos deducir: solo cuando esté terminado podremos comprender bien sus procesos; mirando solo al pasado, a lo anterior y más sencillo, no comprendemos del todo. También se refiere la ciencia a determinados acontecimientos emergentes, que suponen un salto novedoso con relación a lo anterior, que si bien explica su aparición no la exige y, por tanto, la realidad nueva y más compleja no se puede explicar por la suma de los elementos más simples que la componen. Este dato nos permite pensar que no sabemos hasta donde puede llegar la emergencia de lo nuevo. ¿Quizás hacia un cielo nuevo y una tierra nueva, donde Dios sea la realidad que todo lo sostiene? Eso es ir más allá de la ciencia, pero el cristiano mira el mundo con los ojos de la esperanza.

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josemaría esteve i pallarés
9 de mayo de 2010 a las 18:16

Los que caminamos por sendas de tierra y zapatillas,no entendemos nada.
Cuando hablamos con los vecinos,los amigos de como viven la FE, los entendemos y nos sentimos solidarios, Cuando se lee el Nuevo Testamento se siente regocijo interior,tambien se entiende todo;debe ser por que no lo escribieron los sacerdotes del templo,gente ilustrada,de alto nivel.
Si se tiene el oido abierto,se escuchan cuestiones,discursiones,proyectos... que no interesan más que a una minoría,muy minoritaria.
Se opina de todo y sobre todo y de todos y sobre todos. ¿Eschamos a la gente,o solo buscamos que nos escuchen a nosotros? La opinión no es mala,pero es insuficiente.
El viernes pasado escuhe que decía un Biblista. " a mi la agricultura no me interesa nada" ¿Como explica la mayoría de las parábolas,como llega a la gente?
Los cristianos actuales no somos los de la edad media,leemos,bebemos de diferentes fuentes....y habra que hacer un esfuerzo para tener conciencia que en Europa ya no hay analfabetos y en la escuela se enseña a pensar por cuenta propia.

su chico
9 de mayo de 2010 a las 18:24

Aunque en esencia estoy de acuerdo con Ud no sólo en que cada uno debe dejarse criticar por el otro (en el buen y por tanto único sentido cristiano del término) sino en el espíritu que desea transmitir su mensaje, he de discrepar de la dicotomía que finalmente subyace en lo escrito y, además, a favor de la 'teología'
Pues en ciencia, normalmente, no se acepta en plenitud una hipótesis si ésta no es capaz de predecir o explicar algún hecho aún no resuelto
Así pues, no sólo de hechos acontecidos vive la ciencia sino de todo aquello que aún queda por revelar (y revelarse)
¡Ojala el mundo -científico o mundano- viese en los cristianos una esperanza!
Esta, no otra, es la Verdad que se necesita redescubrir, que reaununciar, que repredicar... que enseñar
Siempre desde la amistad del Señor en nosotros.

JM Valderas
9 de mayo de 2010 a las 20:05

Anteayer Sixto, hoy tú, querido Martín. No podía ser menos en una Orden que busca difundir el evangelio de acuerdo con su carisma, el estudio asiduo de la sagrada verdad. La Verdad es una. Uno. Y aunque remedais a Belarmino cuando comentaba, en el caso Galileo, que a la Iglesia le compete enseñar cómo se va a los cielos y no cómo van los cielos, parece hoy urgente recurrir a la ciencia en cuanto lugar teológico. Y de entrada, distinguir entre el método científico, que es hipotético-deductivo, más allá pues del mero empirismo; y el método teológico, que parte del dictum fidei. Y luego el contenido. La ciencia obvía el concepto de acabamiento aplicado al universo y, con esa noción, la de finalidad. De los procesos que en el mundo se dan, incluido el propio mundo, a la ciencia le interesan las condiciones iniciales del sistema en cuestión. Ni siquiera en biología, la ciencia más histórica de las experimentales, importa el concepto de fin. No sé en qué te basas para hablar de la pura nada que espera al cosmos. ¿Una implosión final? Pero en física hasta el vacío cuántico está "ocupado". No es cuestión aquí de pormenorizar las doctrinas cosmológicas. Pero sí es manifiesto que hay mucha tela que cortar y muchos esfuerzos empeñados,en poner al día los presupuestos científicos de una nueva metafísica que sirva a la Teología. Nada que añadir a tu sucinta explicación joánica de la nueva creación.

Martín Gelabert
9 de mayo de 2010 a las 20:34

Agradezco mucho los comentarios que permiten avanzar en el saber, o al menos, que me permiten a mí avanzar en la reflexión. Si según "su chico" en ciencia no se acepta una hipótesis si no es capaz de predecir algún hecho no resuelto, si eso es así, entonces lógicamente habrá que añadir que solo la verificación del hecho valida la hipótesis y que, mientras el hecho permanezca sin resolver la hipótesis sigue abierta y no sabemos si el resultado será el predicho.
Y aclaro una observación del Sr. Valderas, por si no me he explicado bien. Estoy plenamente de acuerdo en que a la ciencia le intersan las condiciones iniciales. En este contexto digo que si explicamos el comos y la vida "desde el pasado", desde sus condiciones iniciales, y solo desde el pasado, tendremos que concluir que nos espera la pura nada, o el caos. Gracias por vuestras enriquecedoras aportaciones.

Bernardo
10 de mayo de 2010 a las 00:23

Cada vez me acerco más a los postulados de, por ejemplo, Stein, la Ciencia de la Cruz. En un mundo donde la ciencia ha sido puesta al servicio de los intereses bastardos del enriquecimiento (no digo que sea eso la ciencia, sino que ha sido puesta a eso), se hace necesario poner mucho de sentido humano en todo lo que hacemos. Como decía Pablo, nuestro conocimiento es el "logos staurós". La ciencia ha de estar al servicio de la humanidad y no al servicio de la destrucción de la misma.

Catalina
10 de mayo de 2010 a las 10:28

En la ciencia, se busca la causa de todo, porque si sabemos la causa podemos, a partir de ahi, solucionar los problemas. Observamos, exeprimentamos, comprobamos. ante el Misterio de Dios, tambien podemos experimentar, observar y comprobar, pobres de nosotros si no lo hacemos, porque no lo haremos nuestro. Ante las dos realidades podemos actuar del mismo modo, viendo lo que otros quieren que veamos, o experimentar, observar y comprobar por nosotros mismos, esa es la mejor manera de saber y gozar de todo.

JJO
10 de mayo de 2010 a las 13:30

Dice en una de sus frases Albert Eistein; "La Ciencia sin Religión es coja, y la Religión sin ciencia es ciega" el mismo autor que dijo...
"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro."

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