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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

8
Feb
2010

Justicia de Dios

2 comentarios

El mensaje de Benedicto XVI para la próxima cuaresma es una reflexión sobre un texto de la carta a los romanos: “La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo”. Esta justicia de Dios parece que contradice el concepto habitual de justicia: dar a cada uno lo suyo. En efecto, en Jesucristo se ha revelado la justicia que viene de la gracia. Una justicia inmerecida, según los criterios humanos. Porque lo justo es el rendimiento de cuentas y castigar al pecador. En Jesucristo, por el contrario, se manifiesta un Dios que justifica (hace justo) al pecador. Una justicia así solo se comprende a la luz del amor incondicional de Dios que nos abre a una lógica distinta, la lógica del que solo quiere el bien del amado y hace de este bien el criterio de lo justo, de lo que conviene al amor.

Para entrar en una justicia así, dice el Papa, “es necesario salir de esa ilusión de autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón, que es el origen de nuestra injusticia”. En otras palabras, la justicia divina no es un derecho o una conquista. Solo puede ser acogida cuando uno se abre al perdón y a la amistad. Para abrirse al amor hay que aceptar la propia indigencia, reconocerse necesitado del Otro. Reconocer la necesidad del Otro, de Dios y del hermano, libera el corazón de todo egoísmo. De este modo se hace posible el encuentro que posibilita ser plenamente uno mismo.

La acogida de esta justicia que nace de la gracia tiene una ineludible dimensión fraterna, que nos abre a otra manera de ser humanos, la manera solidaria, que la comprensión de la gratuidad del amor divino hace posible. Si la auténtica vida nace de la gratuidad, entonces la vida auténtica se expresa y manifiesta en la gratuidad con la que me relaciono con el hermano. Esta lógica, para decirlo con palabras del Papa, “condena la indiferencia que hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas”, y nos impulsa “a contribuir a la formación de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de personas y donde la justicia sea vivificada por el amor”.

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Manolita
8 de febrero de 2010 a las 08:16

¡Fenomenal, perfecto, una sociedad basada en esa gratuidad!.
Pero Dios creó a Adán y Eva en la gratuidad y la respuesta fue el egoísmo, la escala del poder. Jesús fue gratuito, donación total, entrega incondicional, "él se quedó con el billete falso".
Hacen falta seguidores autenticos de este Jesús.No de palabra sino de obra.

Catalina
8 de febrero de 2010 a las 13:10

Es cierto, no entiendo como nos cuesta tanto darnos cuenta de nuestra limitacion. Al nacer dependemos de los otros, en la ancianidad, la enfermedad, dependemos de los otros.
Y lo peor es que cada vez menos, los otros son capaces de darse...y por eso el aborto, la eutanasia. Nos cuesta ver al que necesita, pero no nos damos cuenta que nosotros tambien somos necesitados.
Pero en nuestro orgullo nos creemos algo. Y solo seremos algo en la medida que salgamos de nuestra tiertra y pensemos en el otro

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