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Jesús asumió una carne de pecado: ¿verdadero o falso?
4 comentariosSi en un examen de teología se preguntase si es verdadera o falsa esta proposición: “Jesús asumió una carne de pecado”, estoy convencido de que la mayoría de las respuestas dirían: “falsa”. Y, sin embargo, la respuesta correcta es: “verdadera”. Nos cuesta aceptar la verdadera humanidad de Jesús. Sobre todo, cuesta aceptarla cuando se sacan las últimas consecuencias de la verdad de la Encarnación.
Como los creyentes partimos del presupuesto de que “Jesús era Dios”, nos resulta difícil entender que pudiera ignorar cosas, por poner un ejemplo. Esta ignorancia de Jesús es afirmada en Mc 13,32: el Hijo ignora la hora de la parusía. Este versículo ha planteado muchas dificultades a los intérpretes cristianos. San Agustín, por ejemplo, no acepta esta ignorancia del Hijo e interpreta que el texto bíblico quiere decir que no podía revelarla. Pero afirmar que el saber de Jesús tiene sus límites no es negar la confesión de fe en su naturaleza divina, sino comprender que, al hacerse verdaderamente hombre, asume las limitaciones de lo humano.
Nos cuesta aceptar, por poner otro ejemplo, que Jesús fuera verdaderamente tentado. Pero la tentación es consustancial a lo humano. Una cosa es ser tentado y otra caer en la tentación. Precisamente, en las tentaciones de Jesús se manifiesta que, desde nuestra condición humana, si nos apoyamos en la Palabra de Dios, es posible vencer a la tentación. La tentación es inevitable, pero caer en ella es evitable.
Vuelvo a la pregunta que ha motivado esta reflexión: ¿Jesús asumió una carne de pecado? Es correcto decir que Jesús asumió una carne semejante a la del pecado. Eso afirma Rom 8,3. O sea, Jesús asume una humanidad real, no una humanidad ideal. Cuando Jn 1,14 dice que “la Palabra se hizo carne”, se trata de carne débil y pecadora. Otra cosa es que Jesús pecase. No pecó, pero su humanidad era débil como la nuestra. Por eso, pudo ser tentado de verdad. Puede verse también Gal 3,13: Jesús se hizo maldición por nosotros; y 2 Cor 5,21: “a quién no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros”.