May
Iglesia pobre para abrir nuevas puertas
5 comentariosMe ha sorprendido una entrevista a Monseñor Rouet, Arzobispo de Poitiers, porque no es corriente escuchar cosas así en boca de un Obispo. Comienza con una afirmación fuerte: todo sistema cerrado y en posición de fuerza, incluido la Iglesia, hace posible las derivas financieras o sexuales. Por ello “hay que volver al Evangelio: la debilidad de Cristo es constitutiva de la forma de ser de la Iglesia”. Continua notando que la realidad es compleja; no basta plantear bien los problemas para resolverlos. Le preocupa que en la Iglesia se dé una “congelación de la palabra”. En consecuencia, lamenta que ya no haya “cuestionamiento” en la Iglesia. Lo que él detecta es “una atmósfera de suspicacia malsana”; y ofrece el siguiente dato: “algunas corrientes pasan el tiempo denunciando las posiciones de tal o cual obispo, haciendo informes contra uno, guardando fichas contra otro”. Y añade: “hay toda una corriente, que no reflexiona mucho, que ha asumido una identidad de tipo reivindicativo”.
El Arzobispo de Poitiers constata que hemos pasado de un cristianismo de costumbre a un cristianismo de convicción. Esto puede ser un elemento favorable para afrontar la crisis de vocaciones desde perspectivas nuevas. “¿La Iglesia debe apoyarse en sus clérigos o en sus bautizados?”, se pregunta. Y responde: “La iglesia debería confiar en los laicos y dejar de funcionar sobre la base de una división territorial medieval”. Desde esta perspectiva se podría plantear la posibilidad de ordenar a varones casos: “Si cambiamos la manera de ejercer el ministerio, si su función en la comunidad es otra, entonces sí, podemos considerar la ordenación de hombres casados. El cura no debe seguir siendo el patrón de la parroquia; debe apoyar a los bautizados para que se conviertan en adultos de fe, debe formarlos, evitar que se replieguen en sí mismos”, pues “el riesgo es que los cristianos se encierren y endurezcan simplemente porque tienen la impresión de estar frente a un mundo de incomprensión. Pero no es acusando a la sociedad de todos los males como alumbramos a la gente”.
Palabras discutibles, claro. Pero valientes. Hacen pensar. Son palabras en libertad.