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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

5
May
2010

Iglesia pobre para abrir nuevas puertas

5 comentarios

Me ha sorprendido una entrevista a Monseñor Rouet, Arzobispo de Poitiers, porque no es corriente escuchar cosas así en boca de un Obispo. Comienza con una afirmación fuerte: todo sistema cerrado y en posición de fuerza, incluido la Iglesia, hace posible las derivas financieras o sexuales. Por ello “hay que volver al Evangelio: la debilidad de Cristo es constitutiva de la forma de ser de la Iglesia”. Continua notando que la realidad es compleja; no basta plantear bien los problemas para resolverlos. Le preocupa que en la Iglesia se dé una “congelación de la palabra”. En consecuencia, lamenta que ya no haya “cuestionamiento” en la Iglesia. Lo que él detecta es “una atmósfera de suspicacia malsana”; y ofrece el siguiente dato: “algunas corrientes pasan el tiempo denunciando las posiciones de tal o cual obispo, haciendo informes contra uno, guardando fichas contra otro”. Y añade: “hay toda una corriente, que no reflexiona mucho, que ha asumido una identidad de tipo reivindicativo”.

El Arzobispo de Poitiers constata que hemos pasado de un cristianismo de costumbre a un cristianismo de convicción. Esto puede ser un elemento favorable para afrontar la crisis de vocaciones desde perspectivas nuevas. “¿La Iglesia debe apoyarse en sus clérigos o en sus bautizados?”, se pregunta. Y responde: “La iglesia debería confiar en los laicos y dejar de funcionar sobre la base de una división territorial medieval”. Desde esta perspectiva se podría plantear la posibilidad de ordenar a varones casos: “Si cambiamos la manera de ejercer el ministerio, si su función en la comunidad es otra, entonces sí, podemos considerar la ordenación de hombres casados. El cura no debe seguir siendo el patrón de la parroquia; debe apoyar a los bautizados para que se conviertan en adultos de fe, debe formarlos, evitar que se replieguen en sí mismos”, pues “el riesgo es que los cristianos se encierren y endurezcan simplemente porque tienen la impresión de estar frente a un mundo de incomprensión. Pero no es acusando a la sociedad de todos los males como alumbramos a la gente”.

Palabras discutibles, claro. Pero valientes. Hacen pensar. Son palabras en libertad.

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Paul
6 de mayo de 2010 a las 10:49

Estas son las voces que dan esperanza a una Iglesia cansada y poco convincente, no por su contenido, si no por las formas. Las palabras de este Obispo, nacen de la reflexión seria, de la experiencia real y del desapego a las costumbres que tan bien acomodan a muchos clérigos. El paso sin miedo, a dar espacio a los seglares maduros y formados, es el futuro. Pero me da la sensación, el miedo que se tiene a este paso, en algunos países más que en otros. La realidad en Suiza, Alemania o incluso en Francia, es ejemplo de valentía y realismo de las conferencias episcopales, para entregar la responsabilidad de acompañar a las comunidades a estos seglares formados para ello. No podemos refugiarnos en que no tenemos vocaciones, esto es una realidad, y hay que dejar de lamentarse de ello...buscar culpable de este fenónomeno?, no sólo se encuentra en el secularismo; no es la solución. Hay que desmontar la vieja "paradeta" para montar una nueva y fresca "paradeta". Hay muchos cuellos blancos y señores de negro en algunas facultades, que creo no ayudan a sintonizar con los bautizados de calle y menos a atraerlos. Me dirán es un detalle la vestimenta, pues si pero un detalle muy visual que no favorece. Son los detalles lo que afecta la sensibilidad del pueblo. También he de decir, que hay seglares y seglares, porque parece que hay un cierto temor a dar mayor protagonismo a grupos más papistas que el papa, y eso si que sería peligroso. estos, son frutos de ese cierre y endurecimiento del que habla monseñor. Creo en el soplo de Dios que esperamos.

Bernardo
6 de mayo de 2010 a las 10:58

Con este diagnóstico, el enfermo que es la Iglesia, sanará. Este obispo sí ha sabido situar el problema en sus justos términos. No se trata que nos persigan haciendo una generalización injusta. Un sólo caso de pederastía por parte de un sólo obispo, ya sería suficiente para plantearse qué está sucediendo en una organización así. El camino es hacer como los carmelitas que han denunciado el caso, enviado al "hermano" a otro lugar y propiciado su proceso de "reconciliación". El encubrimiento no libera a nadie de nada y sí revela una actitud de defensa patológica de la institución. Hace poco escribí que "sufro la Iglesia" como única forma humana de amarla. Sólo amamos a la Iglesia los que sufrimos la Iglesia, no con la Iglesia ni en la Iglesia. Este obispo sí ama la Iglesia.

catalina
6 de mayo de 2010 a las 11:48

no es esto, no es esto.La solucion, que cada uno se una a Cristo, El cambiara a esa persona y toda la institucion, No es obra nuestra, Lo que esta pasando es ek alejamiento y la falta de oracion. Hay que ser santos , como habla el P Martin en la Revista teologia espiritual, y eso solo con la union a Dios. ¿Podra alguien que esta unido a Dios hacer otra cosa sino amar?¿sera pederasta?¿se rodeara de riquezas y comodidades?¿querra el poder? No sera mas bien humilde, y servicial como el Maestro. Dejemonos de historias, de si jerarquia de si laicos, unos y otros son iguales y se comportaran del mismo modo, el pode rcorrompe. No sea asi entr vosotros, el que quiera ser primero sea el ultimo. Oracion , entrega sacrificio, facil receta, que nadie esta dispuesto a cumplir. mas bien todos desean ser primeros y mandar

valero
6 de mayo de 2010 a las 17:43

"¿La iglesia debe apoyarse en sus clérigos, o en sus bautizados?" Esta pregunta que se hace el obispo de Poitiers me le he hecho yo en algunas ocasiones, aunque con matices. La misión de los presbíteros y la de los obispos es garantía de continuidad en la misión encomendada por Cristo a los apóstoles, y es cometido de éstos velar por la fidelidad al Evangelio, y son además signo de Cristo como cabeza, en las celebraciones litúgicas, por lo que en mi opinión en ningún momento se puede cuestionar que su ministerio tiene un carácter de primacía en la vida de la iglesa. Pero al mismo tiempo pienso que en efecto, esta generación necesita el testimonio de santidad de todos los creyentes, y en especial de los laicos, sobre todo en la actual coyuntura de escándalos sexuales de algunos presbíteros, que está restandoles credibilidad como colectivo, pero no sólo eso. Creo que la gente necesita descubrir la santidad en su compañero de trabajo, en su vecina del 5º o en el tendero de la esquina, porque los sienten como algo más cercano. Ahora bien, no podemos caer en excesos y pensar que los laicos deban tomar el relevo y los curas deben quedar relegados a un papel en la liturgia y en la teología. Me reafirmo en que esta generación necesita santos, tanto laicos como religiosos... osea, lo de siempre. ¿O no fué el testimonio de los mártires lo que motivó la expansión del cristianismo? En todo caso es bueno hacerse preguntas aunque no creo que la prensa sea el foro más adecuado, más que nada porque los periodistas parten de presupuestos que nada tienen que ver con la fe y la trascendencia.

su chico
7 de mayo de 2010 a las 17:26

A la Iglesia no le hace falta nuevas puertas
Tan solo la que indicara su Maestro
Y sabemos cuál es, ¿verdad?
¡Por qué la rechazamos!

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