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Hacer presente el futuro
8 comentariosLa primera mitad del adviento dirige nuestra mirada a la última venida del Señor, que de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos. Vendrá con gloria y dejará claras muchas cosas que ahora no lo están: que triunfará el amor, la verdad y la justicia, que él está presente en el indigente, que el pan está para ser repartido. Los textos litúrgicos de la primera parte del adviento dirigen la mirada hacia el final de la historia. Pero pretenden cambiar el presente. El Papa, en su encíclica ha recordado que cuando la carta a los hebreos dice que los cristianos son huéspedes y peregrinos en la tierra porque añoran una patria futura, se refiere a algo muy presente: “los cristianos reconocen que la sociedad actual no es su ideal”. Este reconocimiento nos invita a emplear nuestras fuerzas y posibilidades en cambiarla de acuerdo al ideal.
En esta línea resulta sugerente leer en clave de presente las afirmaciones apocalípticas del Nuevo Testamento: cuando el discurso apocalíptico habla de terremotos, caída de estrellas, oscurecimiento del sol, ¿está hablando de sucesos cosmológicos o está utilizando imágenes cósmicas para referirse a la necesidad de graves transformaciones históricas? ¿Está hablando del final caótico de este mundo o del caos actual que es necesario transformar en cosmos, en un mundo ordenado según el proyecto de Dios? Si lo pensamos bien este lenguaje no es tan extraño. Nosotros hablamos de desastre económico o de terremoto político para referirnos no a fenómenos cósmicos, sino a transformaciones de la historia. Y los símbolos del sol, la luna, las estrellas aparecen en las banderas del mundo o en los logotipos de las grandes empresas. Con la palabra potencia (Mc 13,25) nos referimos a los imperios de este mundo. Este lenguaje apocalíptico, ¿no podría designar las grandes transformaciones que se introducirían en nuestra historia si cayeran estos poderes que ahora dominan el mundo? El lenguaje apocalíptico es instancia crítica para el aquí y el ahora. En Spe salvi hay alusiones al aspecto crítico de la esperanza cristiana. ¿Hubiera sido deseable concretar y nombrar los graves problemas sociales, económicos y políticos a los que se enfrenta la humanidad actual?