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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
Oct
2024

Gustavo Gutiérrez o cómo decir al pobre que Dios le ama

7 comentarios
GustavoGutierrez

Nacido en Lima el 8 de junio de 1928, acaba de fallecer, a los 96 años de edad, el teólogo dominico peruano, Gustavo Gutiérrez, considerado el padre de la llamada teología de la liberación. Su obra más emblemática, titulada precisamente “Teología de la liberación” fue publicada en Salamanca en 1972. Yo tuve ocasión de leer ese libro cuando empezaba mis estudios en la Universidad de Friburgo, y recuerdo que me causó una gran impresión. Posiblemente su autor jamás imaginó la repercusión que esa obra iba a tener en la teología mundial y, especialmente, en la teología hecha desde España y Latinoamérica.

Gutiérrez inició su reflexión teológica en círculos universitarios, de los cuales era capellán. Pero pronto cambió de interlocutor: trabajó como sacerdote en una barriada popular a orillas del Rimac. Desde entonces los pobres pasaron a ser sus interlocutores inmediatos y los que estimularon su reflexión teológica y su tarea como profesor de teología en distintos lugares y centros universitarios.

La teología de la liberación, de la que Gustavo Gutiérrez es uno de su más altos representantes, apareció en América en un contexto de pobreza y de injusticia. Los obispos (tal como se manifestaron en la conferencia del episcopado latinoamericano celebrada en Medellín en 1968, en la que, por cierto, participó como teólogo y consultor Gustavo Gutiérrez) no eran indiferentes ante “las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina”; por el contrario, reaccionaron frente a “un sordo clamor” que “brota de millones de hombres que reclaman a sus pastores una liberación que no se les da por ninguna parte”. Los obispos denunciaron que esa injusticia que margina a grandes grupos humanos “es una injusticia que clama al cielo”.

Gutiérrez no se cansa de repetir que la opción por los pobres “se basa fundamentalmente en el Dios de nuestra fe”, un Dios que ama a los pobres, no porque tengan virtudes que mostrar, sino porque Él ama gratuitamente. Por eso, dice, si la teología es un lenguaje sobre Dios, debe responder a esta pregunta: “¿cómo decirle al pobre, a quién se le imponen condiciones de vida que expresan una negación del amor, que Dios le ama?”, ¿cómo encontrar un lenguaje sobre Dios en medio del dolor y la opresión que viven los pobres en América Latina?”.

Durante estos últimos años, Gutiérrez ha subrayado que la acción liberadora en favor de los pobres no puede olvidar “la contemplación”, o sea, la oración: “no es posible separar solidaridad con los pobres y oración. Eso significa ser discípulo de Cristo, Dios y hombre a la vez. Estamos ante una auténtica espiritualidad, es decir, una manera de ser cristiano. La conjunción de estas dos dimensiones, oración y compromiso, constituye estrictamente lo que llamamos práctica. De ella procede la teología de la liberación”.

Acabo con una anécdota significativa, no sé si muy conocida. En América Latina hubo teólogos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, no sólo católicos, sino también de otras confesiones cristianas, muy comprometidos con la liberación. Uno de ellos, el sacerdote Camilo Torres murió en la guerrilla. Gutiérrez intentó disuadirlo. Torres había decidido no volver a celebrar la Eucaristía hasta que hubiera justicia en la tierra. Sobre esta decisión comentó Gutiérrez: “Si no podemos celebrar la Eucaristía hasta alcanzar la sociedad perfecta, entonces tendremos que esperar hasta llegar al cielo, en cuyo caso la Eucaristía será superflua”.

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Un amigo
23 de octubre de 2024 a las 17:45

Me adhiero a la admiración y reconocimiento del dominico peruano. Recuerdo que el primer libro que leí suyo fue “Beber en su propio pozo” también me impresionó su compromiso con los pobres.
A mí me duele (lo confieso) me duele, que todavía se tenga una idea tan negativa, en algunos sectores, de la llamada “teología de la liberación” ¿es que acaso la teología en algún sentido no debe ser liberadora?
Quedan todavía muchos clichés que la asocian casi de forma automática a teología marxista, o similar. Lo más gracioso es que muchos la critican sin haber leído un solo libro de los llamados teólogos de la liberación. Y quizá ni un solo libro de teología….

Maria Rosa
23 de octubre de 2024 a las 19:35

Me impresionó y nos impresionó como grupo que buscábamos otra cosa distinta a la que había en aquella época en las parroquias, fueron nuestro mentores los de la teología de la liberación, liberarnos de tantas capas de suciedad como le paso al ciego del Evangelio próximo, y ahí se anda todavía en la búsqueda constante de un Dios liberador, gracias Martin por tus comentarios

William Acuña
24 de octubre de 2024 a las 04:43

Es el mejor aporte a la reflexión teológica de la Iglesia Latinoamérica. Las parábolas más conmovedoras de los Evangelios tienen la presencia de los más pobres y despreciados de aquella sociedad del tiempo de Jesús. Es a los más paupérrimos a los que Jesús buscó y tocó.

juan garcia
24 de octubre de 2024 a las 17:46

La vida y la muerte de Gustavo Gutierres tiene un recuerdo vivo y peremne en el corazón de muchos que le recuerdan como el amigo de los pobres. Como cristiano, siente las injusticias de sus conciudadanos que se ven sometidos por la corrupción de sus políticos de turno; como teólogo, apela a la inteligecia de los teólogos (de su Orden religiosa sobre todo) para que dediquen su tiempo y su vocación en búsqueda de una forma racional de una sociedad más justa entre los habitantes de los paises que están en absoluta pobreza. La Teología de la Liberacilón es un intento de solución para quienes dedican su tiempo a la predicación del Evangelio de Jesús, sin temor a las autoridades civiles que justifican sus acciones y se quedan tan tranquilos llamaándole comunistas a los que pasan su vida sacrificándose por el pueblo que aman. El padre Gustavo Gutierres pasó su vida alimentando el espíritu de escritor de un gran calibre intelectual. Que el Señor le recompense su lucha y defensa de los pobres.

María Asunción Blanquer
24 de octubre de 2024 a las 18:18

No conocía esta anécdota de Gustavo Gutiérrez, pero me encanta. Su estilo siempre me ha gustado, como el de Monseñor Oscar Romero y Pedro Casaldáliga los encuentro muy auténticos y comprometidos, ¿con la pobreza...? Con la realidad que vivían. ¡Ojalá sepa yo vivir mi vida con la radicalidad que ellos!.

Hormias
24 de octubre de 2024 a las 22:54

DEP

María Luisa Ñaupari Gutierrez
29 de octubre de 2024 a las 15:16

Excelente ....soy de Perú que magnífica reflexión. Hoy es indispensable seguir escuchando el grito del mundo bajo una opción. Preferencial de los pobres

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