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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

22
Sep
2025

Guardar y perder o entregar y encontrar

1 comentarios
entregar

En los evangelios aparecen muchas palabras de Jesús que resultan sorprendentes y paradójicas. Por eso hacen pensar. Una de ellas dice: “quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mi, la encontrará” (Mt 16,25). Aquí hay una extraña correspondencia entre salvar y perder, por una parte, y entre perder y encontrar, por otra. O, dicho de otra manera: el que guarda, pierde; y el que entrega, gana. Espontáneamente uno diría que eso va en contra de toda lógica y de toda experiencia. Porque el que guarda parece que acumula y así cada vez se enriquece más. Y el que entrega, parece que cada vez tiene menos y, por tanto, pierde y se empobrece. En todo caso, si alguien gana es el que recibe el don.

Sin duda, la lógica de Jesús contrasta con la lógica del mundo. Pero no es una lógica absurda, pues encierra una extraña sabiduría que solo comprenden los que la experimentan. Para empezar, eso de que el que entrega pierde solo vale para los bienes materiales, en definitiva, para los bienes que no llenan el corazón. El que da dinero, se queda sin él. Pero el que regala alegría o el que regala amor, no solo no pierde alegría o amor, sino que gana alegría y amor al ver la alegría de los demás y el amor que los otros le devuelven. Y el que ofrece saber, no solo no deja de saber, sino que gana más saber al ver la reacción de sus oyentes y al responder a las preguntas de sus oyentes. Hay bienes que, por mucho que se repartan y por mucho que se gasten, no solo no se pierden, sino que aumentan: la ciencia, el saber, la sonrisa, el perdón, la alegría, la comprensión, en definitiva, los bienes del amor.

En las relaciones familiares o en personas que viven en comunidades fraternas, en definitiva, en espacios donde se busca vivir en el amor, muchas veces saber ceder es el camino para ganar, para mejorar las relaciones amorosas. El que no sabe ceder dificulta el amor. Y si pensamos en las relaciones entre pueblos y naciones vecinas resulta claro que mantener a toda costa las propias posiciones sin escuchar al otro, y no digamos conquistar terrenos del otro a la fuerza, conduce inexorablemente a la guerra, en la que todos pierden, también el que pretendía ganar.

Todos queremos salvar la vida. Desgraciadamente muchas veces la perdemos. Si entendemos que salvar la vida es pensar solo en uno mismo, en mis comodidades, en mi bienestar, sin importarme nada los demás, nos engañamos, y más que preservarla, la estamos destruyendo. Cuando una persona solo sabe calcular cómo aprovecharse de las otras, cómo explotarlas en su propio beneficio, se está arruinando. Cuando nuestra vida está tan ocupada que no tenemos tiempo para escuchar a lo otros, la estamos vaciando. Al contrario, el que por pensar en los demás no tiene tiempo para sí mismo, ese se está construyendo, creciendo, enriqueciéndose. Por eso la gran pregunta es: ¿qué estoy haciendo para salvar mi vida?, ¿consumo mis fuerzas en hacer felices a los demás? Solo el que trabaja por la felicidad de los demás, ese y solo ese trabaja por su propia felicidad.

Posterior


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Valero
23 de septiembre de 2025 a las 08:13

Es verdad, las paradojas del evangelio sólo encuentran su lógica en el amor, claro que entregarse todo por amor asusta porque temes quedarte sin nada, por eso lo contrario al amor es el miedo. Gracias Martín por comentario

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