Jul
Fútbol y religión
1 comentariosLa vida tiene muchas facetas. Todas están relacionadas. No es posible vivirla en compartimentos estancos. Hace tiempo que la antropología y la teología han dado por superadas las visiones dualistas de la persona. Sustantivos como mente y espíritu pueden ser sustituidos por adjetivos como espiritual y mental, que califican actividades y funciones de la persona en su conjunto. El sujeto humano es un todo único, un sistema complejo en el que cada “parte” se comporta como se comporta porque es parte de un todo, de un sistema concreto.
Todas esas consideraciones vienen a cuento de una anécdota ocurrida en un pueblo del Levante español, con motivo de las fiestas patronales. El 29 de junio pasado se jugaba la final de la Eurocopa de fútbol entre España y Alemania. Ese mismo día tocaba celebrar la procesión del santo patrono de la localidad. El alcalde de este pequeño pueblo puso a votación si se suprimía o no la procesión. Resultado de la votación: hay procesión. Sale devotamente la procesión, con los cantos y oraciones al santo, presidida por el Sr. Párroco. En un momento dado se oye un grito: goooooool. Los cantos se paran, la procesión se detiene. La banda de música cambia de sinfonía y comienza a tocar el himno nacional; los portadores del santo empiezan un baile con el santo, y los asistentes a la procesión se unen al baile.
Supongo que hubiera sido inteligente cambiar la hora de la procesión. Pero quizás también en eso pesan mucho las tradiciones. Lo cierto es que ocurrió como les cuento. La anécdota tiene sin duda muchas lecturas. Yo prefiero quedarme con la que he insinuado en la entrada del artículo, a saber, la unidad de la persona. La religión es indisociable de los estados de ánimo, del trabajo, del carácter, del descanso… Y, si bien no se puede confundir con ninguna de esas facetas, resulta inseparable de todas ellas. Ella influye en los demás aspectos de la vida, y la vida modula la vivencia de la religión.