Ene
Fuerza de la verdad, llama de libertad
2 comentariosEl Centro “fray Bartolomé de las Casas” celebró con gran solemnidad la fiesta de Sto. Tomás de Aquino. El jueves, día 26, a las 20 horas, tuvo lugar una conferencia encomendada a la Presidenta de la CONCUR (Conferencia Cubana de Religiosas/os), bajo el título de “La compasión con ojos de mujer”. La compasión, dijo la ponente, no es debilidad ni sensiblería; despierta la imaginación y llena de fuerza. Contó, al respecto, un hecho real ocurrido durante la guerra fratricida de Ruanda. Dos familias se refugiaron en la capilla de unas religiosas. Un grupo de soldados de la otra etnia fue directo a asesinarles. Una hermana salió a la puerta de la capilla y, mientras miraba al furioso pelotón, se preguntaba por dónde podría encontrar un resquicio de compasión en aquellos hombres. De pronto reconoció al jefe de los asesinos y le preguntó por su hermana, fallecida dos meses antes. Los ojos del hombre se pusieron llorosos, dio media vuelta con sus acompañantes, y aquellas familias conservaron la vida. Tras la conferencia el público hizo preguntas valientes y observaciones críticas, abogando por un mayor respeto a la dignidad de la mujer en esta sociedad con estructuras todavía muy machistas. En el Centro “fray Bartolomé de las Casas” se da la palabra y la palabra es libre.
Al día siguiente, viernes, a las 19 horas, se celebró la Eucaristía presidida por el Nuncio Apostólico. En su homilía hubo un párrafo que complació especialmente a los frailes de la casa, porque representaba de algún modo lo que ellos pretenden que sea el Centro: “Sto. Tomás entiende que hay destellos de verdad en todas partes, por eso el amante de la verdad la busca dondequiera que esté. El encuentro con la verdad requiere la escucha atenta de todos aquellos que, aún con posturas distintas a la nuestra, también son sus buscadores. La verdad, por tanto, lejos de encerrarnos en nosotros mismos, supone el diálogo con la cultura, la ciencia y la filosofía”. En mis oídos todavía resuena el canto de entrada, que se repitió al acabar la Eucaristía: “Domingo, tu voz en América descubre la fuerza de la verdad; Domingo, tu voz en América es llama de libertad”. Por supuesto, el Salón de Actos estaba abarrotado y los bancos de la Iglesia totalmente ocupados.