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Jul
2007Jul
Fortaleza en la debilidad
8 comentariosEs bueno ver las fortalezas que puede haber en la debilidad. Algo de eso decía Pablo a los Corintios (2Co 12,9). En la debilidad, en la enfermedad, es cuando hay que intentar sacar todo lo bueno que uno tiene. Y también confiar en que Alguien te sustenta y puede más que tú.
Una de las debilidades de nuestra sociedad es el individualismo. Se ha colado, por así decirlo, hasta en lo más comunitario, como es la familia. Uno ya estaba acostumbrado a ver que cada hijo tiene su propia televisión. Pero lo que no conocía es el nuevo modelo de matrimonio de fin de semana. Ella y él tienen su propio piso y sólo se encuentran para convivir los fines de semana. Cierto, también se dan en nuestras ciudades familias extensas, sobre todo entre los inmigrantes. Son familias extensas sí, pero en una cultura individualista.
Un cristiano no puede renunciar a la experiencia del vivir en común, del darse. La vida cristiana es una eucaristía, una entrega total al otro por amor. Importa, pues, que las familias cristianas busquen el modo de organizarse para vivir los valores de la comunión. Me dicen que hay un 30% de familias españolas que sólo hacen juntos una comida al día, normalmente la cena. Me dicen también que la mujer ha salido de casa, pero que el hombre no ha entrado. ¿Quién educa a los hijos? Se educan por delegación. No me parece una buena educación.
¿Y qué decir de la privatización de la fe? Sin duda es posible hacer una lectura positiva de una fe sin influencias sociales: hay ahí una oportunidad para que la experiencia de fe sea más auténtica y más sólida. Pero eso no puede de ningún modo llevar a una vida cristiana en solitario. Pues no es posible un encuentro con Cristo prescindiendo de los hermanos. Ellos son el camino, el medio, de toda auténtica relación con el Señor.
Una de las debilidades de nuestra sociedad es el individualismo. Se ha colado, por así decirlo, hasta en lo más comunitario, como es la familia. Uno ya estaba acostumbrado a ver que cada hijo tiene su propia televisión. Pero lo que no conocía es el nuevo modelo de matrimonio de fin de semana. Ella y él tienen su propio piso y sólo se encuentran para convivir los fines de semana. Cierto, también se dan en nuestras ciudades familias extensas, sobre todo entre los inmigrantes. Son familias extensas sí, pero en una cultura individualista.
Un cristiano no puede renunciar a la experiencia del vivir en común, del darse. La vida cristiana es una eucaristía, una entrega total al otro por amor. Importa, pues, que las familias cristianas busquen el modo de organizarse para vivir los valores de la comunión. Me dicen que hay un 30% de familias españolas que sólo hacen juntos una comida al día, normalmente la cena. Me dicen también que la mujer ha salido de casa, pero que el hombre no ha entrado. ¿Quién educa a los hijos? Se educan por delegación. No me parece una buena educación.
¿Y qué decir de la privatización de la fe? Sin duda es posible hacer una lectura positiva de una fe sin influencias sociales: hay ahí una oportunidad para que la experiencia de fe sea más auténtica y más sólida. Pero eso no puede de ningún modo llevar a una vida cristiana en solitario. Pues no es posible un encuentro con Cristo prescindiendo de los hermanos. Ellos son el camino, el medio, de toda auténtica relación con el Señor.