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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

10
Sep
2021

Fe muerta y diabólica

3 comentarios
femuerta

El próximo domingo escucharemos un fragmento de la carta de Santiago que habla de “fe muerta”. Parece contradictorio hablar de fe muerta, pues si la fe es un encuentro con Dios, entonces es algo muy vivo que da vida. Ocurre que el término fe tiene muchos sentidos. Cuando la carta de Santiago habla de fe muerta se refiere a la actitud del que cree que Dios existe, pero sin que esa fe transforme la existencia. En este texto y otros parecidos (1 Cor 13,2; Mt 7,21-27) la fe es considerada como pura certeza de la existencia de Dios, pero sin incluir el compromiso y la entrega a Dios. Entendida así, es posible decir que el diablo también tiene fe, cosa que hace la carta de Santiago en el versículo siguiente al de la lectura litúrgica del domingo: “¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios lo creen y tiemblan” (St 2,19).

Es una pena que la liturgia no haya añadido este versículo a la segunda lectura, porque hubiera servido para enlazar con la reacción de Pedro que cuenta el evangelio de este domingo XXIV. Pedro, después de confesar a Jesús como Mesías, se escandaliza de la explicación que Jesús da de su misión mesiánica: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Pedro rechaza este tipo de mesianismo. Entonces Jesús le hace uno de los más duros reproches que se encuentran en el evangelio: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!». Esta fe de Pedro no es sólo errónea. Es diabólica. De hecho, esa fue una las tentaciones de Jesús cuando el diablo le indica que la forma de manifestar su filiación divina es a base de demostraciones de poder, convirtiendo piedras en pan o arrojándose del pináculo del templo sin sufrir daño alguno.

Es fácil confesar a un Jesús victorioso. Es difícil seguir al Jesús real. Difícil sí, pero tiene una ventaja: hace feliz. Por eso, las últimas palabras de Jesús en el evangelio del próximo domingo no son una invitación a perder la vida, sino a ganarla: «Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará». Perder la vida no es deshacerse de ella, sino entregarla. Quién entrega su vida por Jesús y por los otros, no sólo enriquece a los otros dándoles vida. El primero que se enriquece es el que entrega la vida. Ese es el secreto del evangelio y ese es el secreto de todo amor auténtico.

Cuando uno entrega bienes materiales, se queda sin ellos; pero cuando entrega bienes espirituales, los bienes se multiplican. Al entregar mi saber, mi alegría, mi amor, no solo no pierdo nada. Multiplico lo que entrego cuanto más entrego. En el compartir está el secreto de la verdadera riqueza. La mentira del diablo (que por definición es mentiroso y siempre divide) es que guardar para sí y acumular es fuente de riqueza. Esta riqueza diabólica no dura y además entristece. La riqueza que dura y hace feliz es la que brota de un corazón dispuesto a entregarse.

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Rafael Arjona Adalid
12 de septiembre de 2021 a las 11:48

"Al entregar mi saber, mi alegría, mi amor, no solo no pierdo nada. Multiplico lo que entrego cuanto más entrego. En el compartir está el secreto de la verdadera riqueza." Magnifica inspiración, para mi cambiaría "riqueza" por SABIDURIA..

Loreto
13 de septiembre de 2021 a las 12:09

"Para ser voluntario un acto, ha de proceder de un principio intrínseco con algún conocimiento del fin"
Santo Tomás de Aquino..
El deseo de la vida plena.
En el día del chocolate, las ideas claras y el chocolate espeso.
Gracias.

Hormias
14 de septiembre de 2021 a las 11:19

Tengamos esperanza en el señor

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