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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

26
Abr
2025

Extraño pasillo de honor para el Papa Francisco

1 comentarios
funeralfrancisco

En la escalinata de acceso a la Basílica de Santa María la Mayor, por donde entró el féretro con el Papa Francisco, estaba un extraño grupo personas dándole el último adiós. Digo extraño con un inmenso respeto. Extraño por inesperado. Extraño porque cuando se despide a un gran personaje son otros grandes personajes los que le acompañan hasta la tumba. Extraño porque muchos consideran a esas personas como los “últimos” de la sociedad. ¿Quiénes son esas extrañas personas, tan importantes para el Papa, esas grandes personas que le han echo un pasillo de honor, esos amigos que le han dado el último abrazo? Un grupo de pobres, presos, transexuales y migrantes.

Los que no querían a Francisco habrán encontrado aquí un motivo más para descalificarle. Los que le querían habrán visto ahí un gesto que, si bien no es el resumen de su pontificado, es una de sus insistencias fundamentales: su cercanía a pobres y marginados, su misericordia con todos, su acogida de quiénes más necesitan amor y cuidado. Porque cuando se dice que Dios ama preferentemente a los pobres, no es porque sean más buenos ni más santos; los ama preferentemente porque están más necesitados de su amor. Y el amor, aunque es universal, mira atentamente a los últimos.

La homilía del cardenal Giovanni Battista Re en la misa funeral por el Papa me ha parecido acertada y oportuna. Ha recordado las grandes preocupaciones pastorales del difunto, así como los rasgos más característicos de su carácter: su deseo de estar cerca de todos, con especial atención hacia las personas en dificultad; su espontaneidad y su manera informal de dirigirse a todos; su gran calidez humana, su sensibilidad hacia a los dramas actuales. El primado de la evangelización, ha dicho el cardenal Re, fue la guía de su pontificado, difundiendo con una clara impronta misionera la alegría del Evangelio. El hilo conductor de su misión fue la convicción de que la Iglesia es una casa para todos; una casa de puertas abiertas. El Papa, añadió, elevó su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, porque la guerra es una derrota para todos y siempre deja el mundo peor de lo que estaba.

En suma, dijo el Cardenal Re, se trata de construir puentes y no muros. Palabras que, sin duda, iban dirigidas a los poderosos políticos que allí estaban y, probablemente, a los cardenales electores que le escuchaban. La homilía terminó recordando unas palabras que el Papa solía dirigir a la gente: “no se olviden de rezar por mi”. No lo ha dicho el Cardenal, pero lo digo yo, Francisco alguna vez añadía: “pero recen a favor”, no sé si queriendo recordar que Dios solo escucha las oraciones “a favor”, porque la oración “en contra” condena a quién la hace y, por eso, Dios la rechaza. Y ahora vuelvo a lo añadido por el Cardenal: ha pedido a Francisco que, desde el cielo, rece por nosotros y bendiga a la Iglesia y al mundo.

Posterior


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Hormias
26 de abril de 2025 a las 16:30

Gracias por el artículo fray Martin
Me ha informado estupendamente
No he podido verlo

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