Logo dominicosdominicos

Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

29
Mar
2011

Experiencias de revividos

2 comentarios

Siempre que hablo sobre el “más allá” de la muerte suelo encontrarme con algún oyente que dice o bien haber experimentado él mismo o, más frecuentemente aún, haber oído contar a otro, la experiencia de haber muerto, y haber encontrado, en este supuesto estado de muerte, una sensación de paz, y luego haber vuelto. Una experiencia así quizás pueda servir como prueba de que, en algunos casos al menos, la experiencia del morir no es tan desasosegante como pudiéramos pensar. Pero lo que de ahí no puede deducirse de ningún modo es la existencia de un “más allá” de la muerte.

Se trata de experiencias de revividos (pacientes que han creído morir y luego “han vuelto”, pero en realidad nunca “se han ido”). Por eso, tales experiencias no prueban nada sobre el “más allá” porque ninguno de estos pacientes lo ha visto. Si por muerte se entiende la pérdida irreversible de todas las funciones vitales (nótese bien: irreversible), un situación en la que es imposible la reanimación del cuerpo, resulta que esos que dicen haber muerto y haber vuelto, en realidad nunca han muerto. Han experimentado quizás “el morir” (el proceso que lleva a la muerte), han experimentado la pérdida de alguna función vital (es bien sabido que la muerte no acontece de repente, sino que los diversos órganos van muriendo sucesivamente, quizás en un mínimo lapso de tiempo; por eso es posible reanimar el corazón, una vez parado), pero no han experimentado la muerte.

Se trata de experiencias de una determinada fase de la vida, del lapso de tiempo que media entre la muerte clínica y la muerte biológica. Son experiencias de gente que ha estado cerca de la muerte, que ha creído morir, pero que al fin no murieron. Sus experiencias no prueban absolutamente nada sobre el “más allá”. La esperanza cristiana, precisamente en aras de su seriedad y credibilidad, no puede ni debe buscar ahí ningún apoyo. Debe respetar a quienes han pasado por una situación así, pero también debe esforzarse por aclarar esta situación y no sacar de ella lo que en ella no hay.

Posterior Anterior


Hay 2 comentarios, comparte el tuyo

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


JM Valderas
31 de marzo de 2011 a las 00:14

Martin, todo lo relacionado con el final de la vida está experimentando una intensa investigación sobre la cual resulta imperioso arrojar cierta luz teológica. Fue tema de debate en el último ESOF (Euroscience Open Forum), celebrado en Turín el verano último. La ponencia asignada a Steven Laureys la dio uno de sus colaboradores del centro de Lieja. Fue una magnífica exposición de la relación entre conciencia, contenido de la misma y estado vegetativo. Predomina en esa institución una concepción materialista: todo es un exudado cerebral, todo se reduce a potencial de acción y transmisión química. Pero si fuera así, ¿cómo es posible que el sujeto mantuviera su sentido de identidad incluso cuando las funciones cerebrales se hallaban poco menos que suspendidas? Apenas hubo tiempo para debatirlo. Lo curioso no son esos espectros con túnicas blancas en salas blancas (remedo de una sala blanca de microelectrónica tan difundida por TV) a los que aludes y que sí responde a activad nerviosa, como los espejismos o los sueños, sino la conciencia de lo que ocurre enderredor. Ahora que se acerca la ley de la eutanasia, no le basta al teólogo con distinguir entre activa y pasiva. Importa que conozca esas formas de conciencia sutiles que van acompañados de una silente pero honda voluntad de vivir. Me refiero al famoso caso del leve parpadeo que salvó la vida de un paciente tras años en coma. Patticiparon en esa sesión del ESOF la presidenta del colegio de médicos inglés, conocida por su particular visión de la calidad de vida, una redactora de Nature que recogía la situación en Alemania, el belga mencionado, una experta en legislación paneuropea, el cupo italiano obligado y quien expuso el tratamiento de la senectud, el fin de la vida y la bíología asociada en revistas de alta divulgación. La neuroteología quedó para los pasillos. Esa es la realidad.

África
31 de marzo de 2011 a las 01:25

Es cierto que estas experiencias se dan. Y algunos pacientes la cuentan sin apuro y otros les cuesta contarla. Sin embargo, hay otras experiencias. Son aquellas de los enfermos terminales, cuando se acercan a la hora de la muerte. Algunos de estos pacientes ven a seres queridos ya fallecidos e incluso les hablan. No son alucionaciones. Ellos los ven y nosotros no los podemos ver. Estos pacientes cuentan esta experiencia como gratificante y a la vez sabe, o notan que se les acaba la vida. Quienes se asustan son los familiares. Por lo que hay que acompañar estos momentos, siendo cercanos en los momentos de sufrimiento, de despedida de los seres queridos.

Logo dominicos dominicos