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Jun
2007Jun
Esperar en tiempos de desesperanza
6 comentariosEsta mañana nos hemos encontrado con una muy mala noticia: una banda de asesinos tiene la desfachatez de decir públicamente que seguirán matando. De verdad les digo que no quiero entrar en cuestiones políticas. Mi fe no depende para nada de la mayor o menor descentralización del Estado. Hay realidades políticas, a las que muchos ciudadanos son muy sensibles, y que personalmente no considero deseables, pero repito: la fe no se cae o se sostiene porque se caiga o se sostenga el Estado. Otra cosa son los medios no sólo legales, sino sobre todo morales, que un Estado, un grupo político, un ciudadano, puede emplear para defender sus opciones políticas. No todo es válido. Y desde luego, la violencia es totalmente inmoral y descalifica, en primer lugar, a quien la emplea.
Dicho esto, la pregunta que como creyente me hago en estos momentos es: ¿cómo creer en tiempos de desesperanza? ¿Cómo creer en un mundo lleno de ruido, de furor y de sin sentido? ¿Qué podemos esperar de este mundo? Más de lo mismo. Siempre cabe decir que en otras partes están peor que nosotros. En tantos lugares donde el hambre mata a tantas y tantas personas y desespera a muchas más. En otros donde la guerra abierta y declarada mata cada día a civiles y gente inocente. Bien, la pregunta sigue en pie: en España y fuera de España, ¿cómo creer en tiempos de desesperanza? San Pablo, en su carta a los Romanos, presenta a Abraham como prototipo del que espera contra toda esperanza, contra toda evidencia, contra toda lógica. Nosotros, los cristianos, en tiempos de desesperanza, debemos creer en la gracia de poder esperar, creer y amar. La gracia nos precede y funda la esperanza.
Una cosa más: un cristiano no puede ser enemigo de nadie. Cosa distinta es que otros sean sus enemigos. En este caso el cristiano los sufre. Y ora por ellos, que es un modo bien concreto de amarlos. Ora para que se conviertan, para que dejen de cometer la suprema injusticia que es el matar. Jesús no era enemigo de nadie. Pero tenía unos enemigos tales que terminaron quitándole la vida.
Dicho esto, la pregunta que como creyente me hago en estos momentos es: ¿cómo creer en tiempos de desesperanza? ¿Cómo creer en un mundo lleno de ruido, de furor y de sin sentido? ¿Qué podemos esperar de este mundo? Más de lo mismo. Siempre cabe decir que en otras partes están peor que nosotros. En tantos lugares donde el hambre mata a tantas y tantas personas y desespera a muchas más. En otros donde la guerra abierta y declarada mata cada día a civiles y gente inocente. Bien, la pregunta sigue en pie: en España y fuera de España, ¿cómo creer en tiempos de desesperanza? San Pablo, en su carta a los Romanos, presenta a Abraham como prototipo del que espera contra toda esperanza, contra toda evidencia, contra toda lógica. Nosotros, los cristianos, en tiempos de desesperanza, debemos creer en la gracia de poder esperar, creer y amar. La gracia nos precede y funda la esperanza.
Una cosa más: un cristiano no puede ser enemigo de nadie. Cosa distinta es que otros sean sus enemigos. En este caso el cristiano los sufre. Y ora por ellos, que es un modo bien concreto de amarlos. Ora para que se conviertan, para que dejen de cometer la suprema injusticia que es el matar. Jesús no era enemigo de nadie. Pero tenía unos enemigos tales que terminaron quitándole la vida.