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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

14
Feb
2025

¿En quién confiamos?

6 comentarios
domingosextoc

En Jesús los cristianos hemos visto un Dios seguro, un Dios en el que se puede confiar. Toda la vida de Jesús es manifestación de un Dios así. En la resurrección de Cristo los cristianos tenemos el motivo fundamental de nuestra esperanza y de nuestra fe en un Dios que es fiel a su criatura hasta el final, hasta la muerte y más allá de la muerte. Si Cristo no ha resucitado, nuestra fe no vale nada (segunda lectura del próximo domingo). Pero si Dios le ha resucitado de entre los muertos, entonces ese Dios se acredita como Dios de la vida que no puede estar sin sus hijos muy amados. La resurrección es un asunto de amor, un Dios que ama hasta tal punto que no quiere estar sin sus amados.

El Evangelio del sexto domingo del tiempo ordinario es también una llamada a la confianza en Dios. Las bienaventuranzas evangélicas no están ahí sólo ni principalmente para consolarnos frente a las injusticias y desgracias de este mundo. No son una llamada a la resignación. Las bienaventuranzas son una bendición, una ocasión para hablar bien de Dios que incluso en la aflicción se muestra poderoso, acompañando y sosteniendo a los suyos. En ellas Cristo nos declara felices y se congratula con nosotros porque él sabe muy bien como nos mira el Padre celestial. El motivo de la felicidad no es la pobreza, sino el lugar que ocupamos en el corazón del Padre.

Las bienaventuranzas no nos evaden de los problemas de este mundo. Al contrario, nos comprometen a trabajar por un mundo más justo y humano. Son muy realistas. En todo lugar y tiempo, en la Palestina de Jesús y en nuestro mundo, hay pobres, hambrientos y perseguidos. Un cristiano no vive el espíritu de estas bienaventuranzas si no se solidariza con ellos, imitando así al Padre celestial. Con una solidaridad real, efectiva y afectiva. Dios no quiere el sufrimiento, pero ama a los que sufren. Nosotros, hijos de Dios llamados a identificarnos con su Hijo Jesús, estamos invitados a tener esos sentimientos divinos.

En la versión de Lucas las bienaventuranzas van acompañadas de una serie de maldiciones. Se trata de una seria advertencia para aquellos que buscan la felicidad en el poder, el prestigio o la ambición. También ahí Jesús es muy realista y nos plantea a todos una pregunta decisiva: ¿en qué o en quién confías? ¿Dónde pones tu corazón? No se puede vivir con un corazón dividido. No se puede buscar el poder y a la vez querer ser solidario con el débil. No se puede confiar a la vez en Dios y en el dinero. No pueden construirse armas de guerra con el falso propósito de defender la paz.

El evangelio de hoy, con ese contrapunto tan desconcertante a las bienaventuranzas, rompe con esas pretensiones nuestras (a veces incluso inconscientes) de compatibilizar lo incompatible: el afán de dinero y la solidaridad, la búsqueda de poder y la cercanía a los hermanos, el ser cristiano y el miedo a proclamar que lo somos. En suma, no es posible vivir como un impío y gozarse en la ley del Señor (salmo responsorial) Ya lo dice la sabiduría popular: no se puede poner una vela a Dios y otra al diablo.

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Hermano
14 de febrero de 2025 a las 12:46

Siempre me ha llamado la letra de esta canción.

“Y yo que hasta ayer sólo fui un holgazán
Y hoy soy el guardián de sus sueños de amor
La quiero a morir
Podéis destrozar todo aquello que veis
Porque ella de un soplo lo vuelve a crear
Como si nada, como si nada
La quiero a morir
Ella borra las horas de cada reloj
Y me enseña a pintar transparente el dolor con su sonrisa
Y levanta una torre desde el cielo hasta aquí
Y me cose unas alas y me ayuda a subir
A toda prisa, a toda prisa
La quiero a morir”

Puede ser un himno al amor humano. Pero es también en sí la declaración de un mártir que se entrega por amor. Solo el amor es capaz de darle sentido al dolor que atravesamos.

Saludos hermano! Un abrazo y siempre mucha paz!

juan garcia
14 de febrero de 2025 a las 16:05

Amor con amor se paga, dice el refranero castellano. Si Dios nos ama como nadie nos ama, nosotros tambien debemos amarlo con toda nuestra fuerza y sobre todos nuestros amores. El Hijo nos habló de su Padre como el mejor de los Padres, que recibe al hijo pródigo con los brazos abiertos y una fiesta especial, como nunca habia hecho al hermano mayor que presumía de "bueno".

Herlinda Pop Caal
14 de febrero de 2025 a las 17:16

Buenos días, gracias por desmenuzar de como se debe aplicar las bienaventuranzas en el modo ser, antes de la presente reflexión confieso que tenia una vivencia errónea acerca de las bienaventuranzas, ahora no tendré que encapsularme en mi frustración cuando las cosas estén difícil, sino vencer con la fortaleza del señor esa fase de transición interna por el bien. Gracias, bendiciones.

Chiquet
15 de febrero de 2025 a las 21:06

Me hacen tocar tierra las bendiciones en negativo de San Lucas. Son un oportuno aviso. El camino: siempre el amor; Dios es amor.
La tierra, este tiempo, se parece tantas veces a un purgatorio como defectos a superar. Me consuela el pensar en la grandeza del amor de Dios para mí, para la sanación, para todos. Mucho que aprender y pienso que cosas por profundizar. Amor que debe ser buena noticia para los que no lo tienen ... porque lo tendrán, y eterno. Optimismo en este purgatorio, que es bueno, que es camino más o menos duro. Me pregunto si el purgatorio post mortem no me lo han pintado mal. Dios completará en mi (nosotros) su obra: ¡la santidad! y habrá que saltar de alegría por sus designios. Habrá que anunciar el amor que no quiere, como dice en su artículo, que nos perdamos.
Los epulones, los poderosos (no serviciales), los orgullosos harán (bien) en convertirse no sea que prefieran un fin realmente amargo.

Hormias
15 de febrero de 2025 a las 22:17

Si no confiamos en Dios. Qué hacemos en el mundo

MILTON
17 de febrero de 2025 a las 16:59

Confiar en Dios ¿como se hace eso?

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