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En Dios vivimos II
2 comentariosDecía en una entrega anterior que no hay ningún lugar fuera de Dios. Todo lo que no es Dios existe dentro del ser y del actuar divinos. Ahora bien, si nosotros estamos en Dios, eso significa que, seamos o no conscientes, Dios nunca está lejos de nosotros, porque si estuviera lejos, nosotros dejaríamos de existir. El es el fundamento, la razón de nuestra vida. San Agustín expresaba esta experiencia diciendo que Dios es más íntimo que nuestra intimidad, que está más dentro de nosotros de lo que lo estamos nosotros. Un gran teólogo actual, E. Schillebeeckx, lo expresa de otra manera: nosotros somos porque previamente somos de Dios. Así, la tarea que se nos presenta como creyentes es la de cobrar conciencia de esta presencia envolvente. Cada uno formamos parte del misterio de Dios, no porque seamos un “trozo” de Dios, sino porque no estamos fuera del misterio de todas las cosas. Dios no es un objeto que yo puedo contemplar a la manera de un observador externo, sino una realidad que solo puedo experimentar a la manera de una relación personal. Dios no está en las alturas y nosotros aquí abajo, sino cerca de nosotros. Es el misterio de sostiene nuestro ser. Un misterio que nos rodea y envuelve y, al mismo tiempo, es distinto de nosotros.
Si Dios es el misterio que nos sostiene y envuelve, nunca puede sernos hostil. Por el mero hecho de existir en él y por él, somos amados como una madre ama al hijo de sus entrañas. Dios nos ha dado a luz. Cuida de nosotros más que nosotros mismos. Si llegara a odiarme o rechazarme, se odiaría y rechazaría a sí mismo. Dios me ama como si fuera su propia carne. Algo de eso insinúa Jesús cuando dice que, en cierto modo, todos somos dioses (Jn 10,34) o que somos “uno” con el Padre y el Hijo (Jn 17,21-23). ¿Cómo ser uno con Dios y al mismo tiempo distinto de Dios? ¿Cómo puede Dios ser uno con nosotros y al mismo tiempo distinto de nosotros? La ciencia proporciona una imagen del universo que ayuda a comprender este modelo de relación Dios-mundo, a saber: el mundo es un sistema de sistemas que interactúan y dependen unos de otros. Cada sistema tiene su propio funcionamiento y, sin embargo, forma parte de un todo. Más aún, ese todo, el todo superior, mejora el funcionamiento de los sistemas que lo constituyen y les proporciona posibilidades que por sí mismos nunca tendrían.