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En defensa del Papa, que no la necesita
12 comentariosNi siquiera durante la Semana Santa nos hemos librado del goteo de noticias sobre escándalos clericales. De una primera fase de condena de los culpables, y de una segunda de búsqueda de responsabilidades por no haber actuado con suficiente firmeza ante los culpables, hemos llegado a una tercera fase, que apunta directamente a la responsabilidad del Papa. Resulta sorprendente que se denuncie a quien ha actuado con más claridad y contundencia, ya desde el comienzo de su Pontificado. Cierto, durante su etapa como Prefecto de la Congregación de la Fe estaba al corriente de muchos asuntos turbios. En su Sermón del Viernes Santo en el Coliseo de Roma, el año en que murió Juan Pablo II, el Cardenal Ratzinger hizo una clarísima alusión a la necesidad de limpieza precisamente en aquellos a los que más limpieza se les supone. Prueba de que sabía y estaba preocupado. Pero también hay que decir que posiblemente no le dejaron hacer más. Cuando pudo hacer más, lo ha hecho. Es posible incluso que lo que ha hecho no haya gustado en todos los ambientes eclesiásticos.
El último episodio tiene como protagonista al Predicador de la Casa Pontificia. El P. Cantalamessa ha lamentado que se busque responsabilizar a todo un colectivo de los pecados personales. En este sentido tiene razón. Pero, incluso teniendo razón, hay que cuidar las formas, no sea que los oyentes se queden solo con la forma. La forma en que el P. Cantalamessa se ha expresado, haciendo comparaciones con actitudes antisemitas, no ha sido afortunada. Eso ha provocado explicaciones por parte del portavoz del Vaticano y luego un cúmulo de peticiones de perdón. ¿No sería mejor un poco de prudencia y de sentido común previos? Nombrar en Viernes Santo a los judíos es siempre arriesgado. No hace tanto tiempo que la Iglesia se refería a ellos como “pérfidos”. Y hoy sigue rezando por su conversión. No sé qué pensaríamos si durante su Pascua los judíos rezasen por la vuelta de los católicos a la Alianza con el Dios de Abraham. Por lo demás, si el Predicador pretendía hacer llegar la idea de que no era justo responsabilizar al Papa de errores ajenos, me parece que hay cosas que necesitan poca defensa, porque se defienden por sí solas.