May
El Papa de Roma y el Patriarca de Moscú
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La guerra que se libra en suelo de Ucrania no debe hacernos perder de vista que hay muchas más guerras en nuestro mundo. Por ejemplo, en Etiopía o en Yemen. Hay además otros conflictos que, aunque no sean considerados guerra en el sentido técnico del término, producen daños y muertes. Basta pensar en las víctimas que la violencia de los cárteles de la droga se cobra cada daño en México. Con todo, la guerra de la que actualmente más se habla y nos toca más de cerca es la de Ucrania. Desgraciadamente, me temo que va para largo.
No cabe duda de que el Papa Francisco ha liderado las llamadas a la paz y ha alentado los esfuerzos para mitigar las consecuencias de esta guerra. Con buen criterio, el Papa pensaba que podría contar con la ayuda de otros líderes religiosos en su búsqueda de la paz. El líder religioso que seguramente hubiera sido más escuchado por una de las partes es el Patriarca ortodoxo de Moscú. Ni siquiera en un asunto tan claramente evangélico ha sido posible llegar a un acuerdo para tener una voz cristiana común. El Patriarca de Moscú tiene sus puntos de vista y no estaría mal que los occidentales escucháramos alguna de las cosas que dice. Porque la OTAN también tiene sus responsabilidades en lo ocurrido.
Cuando los problemas son complejos y hay muchos intereses en juego no es nada fácil hacer propuestas y decir palabras que sean escuchadas por todos. Aquel que está dispuesto a decir palabras que llamen a todas las partes a la conversión y al cambio (¡a todas!, insisto), puede terminar ganándose la enemistad de unos y de otros. O, al menos, la enemistad de unos y la cobardía de otros. O sea, puede terminar crucificado.
Se ha publicado que el Papa está dispuesto a reunirse con el presidente de la Federación rusa. No parece que la recíproca sea verdad, a saber, que Vladímir Putin quiera reunirse con Francisco. Y si uno no quiere, dos no se encuentran. Con todo, yo me pregunto qué oferta política podría hacer el Papa. Putin busca compensaciones políticas. Sin duda, la Santa Sede podría ser la instancia más neutral, independiente, libre y veraz en una mediación. Pero la mediación requiere unas disposiciones por todas las partes que, en este momento, es muy dudoso que se den.