Jun
El mejor amor: ¿altruismo o amistad?
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El amor al enemigo no es ni lo más propio del amor cristiano ni lo más característico del mensaje de Jesús. Lo más propio y característico del mensaje de Jesús es el amor de amistad. El gran signo de que somos discípulos de Jesús es que nos amamos los unos a los otros. Amarse uno a otro es amistad. Este amor de unos a otros es lo propio de la comunidad cristiana, es el amor que realiza la Iglesia. Con el enemigo, aunque sea posible amarle, no se puede construir comunidad. Si soy cristiano puedo y debo amar al enemigo (“amar al enemigo” significa desearle bien, por eso Jesús une ese amor al orar por los que nos persiguen), pero está claro que el enemigo no me ama a mi, pues si me amase dejaría de ser mi enemigo y se convertiría en mi amigo.
A esta luz se comprenden las reservas que algunos pensadores cristianos manifiestan a propósito del amor altruista. No cabe duda de el altruismo es algo que los grupos dominantes deben aprender sin falta. Pero hacer llamamientos indiscriminados al altruismo y a la abnegación a las personas sometidas, puede contribuir a perpetuar la opresión. No estamos minusvalorando el amor altruista, cuya mejor manifestación es la cruz de Cristo, pero sí que planteamos un serio reparo a los llamamientos indiscriminados y acríticos a la abnegación y al altruismo.
La clave, la luz, la perspectiva de todo amor cristiano es el Dios trinitario, en el que las tres personas divinas se aman con un amor total, incondicional y sin reservas, compartiéndolo todo y dándolo todo. En esta línea, un autor que podemos considerar un experto en el diálogo de la fe con la ciencia, Denis Edwards, ha escrito: “Desde la perspectiva de la teología trinitaria, me gustaría sugerir que, si bien la cruz de Jesús pone de relieve que el altruismo y la abnegación son componentes esenciales del amor humano, la revelación más radical del amor acontece en las relaciones trinitarias de mutua, equitativa y extática amistad. El ideal cristiano del amor es altruista, pero también algo más que altruista. Tiene que ver con la auto-posesión tanto como con la auto-donación, con amarse a uno mismo tanto como con amar al prójimo. En la teología trinitaria cristiana, el altruismo se encuadra en una visión de relaciones mutuas y equitativas”.
El amor al enemigo manifiesta muy bien la gratuidad del amor. Pero hay todavía un amor mejor que, siendo también gratuito, es además recíproco: el amor entre los hermanos: “que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn 13,34). Este amor mutuo es además el signo distintivo de los discípulos de Cristo, un signo que resplandece ante el mundo: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn 13,35). La comunidad de Jesús está formada por hermanos y hermanas que son amigos. Una comunidad así se convierte en reflejo del misterio trinitario.