Jul
El hombre vive de pan y utopía
7 comentarios“El hombre no vive sólo de pan; vive de pan y utopía”. La frase es de Ernst Bloch, que ha escrito mucho y bien sobre la esperanza. Algo parecido nos recuerdan los evangelios, que quieren ser una buena noticia para los que “tienen hambre y sed de justicia”. Hoy, en un mundo lleno de injusticia, estamos más necesitados que nunca de pan que dignifique y utopía que ofrezca sentido.
Cuando empleamos la palabra utopía y, a veces, con ella calificamos al propio evangelio, no convendría que nos equivocásemos sobre su verdadero sentido. Utopía no se refiere a unos ideales inalcanzables. “Amar al enemigo o dar todos los bienes a los pobres es una utopía”, dicen algunos, queriendo decir: el evangelio dice cosas hermosas, pero imposibles de cumplir. La utopía no se refiere a futuros que nunca llegarán, sino a la posibilidad de realizar en el presente eso que anuncia la utopía, aunque para realizarlo sea necesario que se cumplan determinadas condiciones y cambien bastantes cosas. El anuncio de la utopía nos empuja a luchar para que esas condiciones se cumplan y así sea real la utopía.
En Jesús, la utopía cristiana, se hizo “topia”, realidad aquí, en nuestro mundo. Es importante convencerse del realismo del Evangelio para no dejarnos engañar por la falsa propaganda y las falsas interpretaciones del compromiso cristiano que predican un cielo que no baja a esta tierra y que, por tanto, no exige ningún cambio en los poderes que dominan nuestro mundo y empobrecen a muchos. Jesús no predicaba espiritualismos. El Espíritu que prometió a los suyos después de su partida no nos evade de ninguna realidad de injusticia, pobreza, guerra. El Espíritu transforma, cambia, conforma nuestra mente con la de Cristo y mueve a actuar con sus mismos sentimientos a favor de un mundo solidario y fraterno.