Abr
El hombre Jesús ha resucitado
12 comentariosLa celebración jubilosa de la Pascua invita a resaltar dos aspectos, no siempre suficientemente destacados. El primer lugar conviene recordar la importancia que en este misterio tiene la humanidad de Jesús. En efecto, decir que Jesús ha resucitado porque era de naturaleza divina resulta una obviedad. Pues en todas las culturas los dioses son, por naturaleza inmortales, a diferencia de los humanos que son mortales por naturaleza. Si Jesús resucita en virtud de su divinidad no hay misterio ante el que asombrarse. Y, para colmo, a mi que no soy dios, no me soluciona nada. Pero decir que el hombre Jesús ha resucitado, con el poder de Dios sin duda, es abrir puertas a la esperanza, porque eso significa que uno como nosotros, “semejante en todo a nosotros” ha vencido a la muerte y, por tanto, que desde nuestra humanidad es posible vencer a la muerte. Siguiendo el camino de Jesús nosotros podemos vivir con la esperanza de llegar a la misma meta a la que este camino ha conducido a Jesús. La resurrección, en este sentido, no es el final feliz de una historia, sino una invitación al seguimiento para todos los que acogen esta historia.
En segundo lugar importa notar que anunciar la resurrección de Jesús no debió resultar fácil para los primeros cristianos. Esto equivalía a decir no solo que su causa seguía en pie, sino que Jesús mismo estaba vivo para ponerse al frente de la causa. Esto significaba, además, que Dios había dado la razón a Jesús y se la había quitado a sus asesinos; significaba que las autoridades se habían equivocado, que ellas no tenían razón, que no habían podido con Jesús y, por consiguiente, tampoco iban a poder con los suyos. La proclamación de la resurrección no dejó indiferente al poder religioso y político que había condenado a Jesús. Este anuncio debería seguir siendo hoy una provocación, pues debería ir necesariamente unido a un serio compromiso a favor de la vida y en contra de todos los males, injusticias y mentiras que pueblan este mundo. Pues creer en la resurrección de Cristo es creer que la última palabra no la tiene ni la muerte, ni el odio, ni la mentira, sino la verdad, la vida y el amor. Por eso es posible luchar por ellos sin temor a la muerte.