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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

30
Mar
2010

El extraño lenguaje de la cruz

5 comentarios

La idea y el concepto de Dios no pertenece a nadie. Es de todos. La idea de Dios es más antigua y universal que el cristianismo, más antigua que la filosofía. Todas las religiones se ocupan de Dios. Toda la filosofía occidental ha tratado de Él, unas veces buscando demostrar su existencia que ya se daba por supuesta antes de comenzar la demostración, y otras veces para negar su realidad, calificarla de ilusión, y en ocasiones de perjudicial para el pleno desarrollo de la persona. Pero todos, los religiosos y los no religiosos, los que lo afirman y los que lo rechazan, suelen partir de una idea de Dios muy genérica, como el Altísimo, el Todo-Otro, el Ser infinito, el Absoluto encerrado en sí mismo, impasible e inmutable; el Eterno sustraído al devenir; un Ser reconocido como tan grande que no es posible concebir nada mayor. También la Iglesia, en su predicación y su liturgia, ha presentado al Dios de Jesús bajo este revestimiento, un ropaje que, en parte, ella se había encontrado ya en los espíritus a los que proponía la fe cristiana.

En contraste con esta noción tan genérica de Dios, en Jesús se revela un Dios que tiene la propiedad inaudita de entrar en la historia y comunicarse con los seres humanos; pero también dejarse ignorar, desconocer, negar, condenar a muerte. Una revelación así, lejos de tener la claridad que sugiere la palabra, tiene muchos puntos oscuros, al verse obligada la razón a buscar a Dios en una humanidad pobre y humilde. Estamos ante el Dios que se despoja de la sabiduría de este mundo, impotente, según Pablo, para hablar de la cruz. Un Dios del que no es posible hablar a base de demostraciones, porque él se revela en la gratuidad, buscando la reconciliación de los hombres entre sí. Es un Dios que acepta la posibilidad de no ser conocido, que no quiere seducir ni aterrorizar, que nos deja libres para reconocerle o no reconocerle, que se despoja de los velos de toda religiosidad para manifestarse en la realidad profana de la carne de Jesús, donde su divinidad se vuelve, en cuanto tal divinidad, incognoscible. Para ser el Dios-para-nosotros, el Dios que se revela en Jesús sale de la religión y nos desvela su secreto más profundo: el de su humanidad.

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Cata
30 de marzo de 2010 a las 22:09

Si como dice la copla, no quiero al Dios del madero, sino al que anduvo en la mar. Y asi es, es extraño e incomprensible para nosotros, o para mi, un Dios asi, que calla ante las injusticias que se le hacen, que no baja de la cruz, que no demuestra su poder. Tal vez porque el que realmente tiene poder o conocimientos no necesita demostrar nada, y eso ocurre tambien entre las personas. Dios se nos descubre de la manera mas insospechada y en los mas insospechados, Dios esta donde jamas lo pensariamos, Porque tal vez hemos de descubrir otra cosa. ¿pero que? tenemos toda una vida para ello, talk vez sea una gran aventura.pero nunca la hemos de recorrer solos, siempre con los demas

cruz gloriosa
31 de marzo de 2010 a las 08:33

La devoción semanasentera de cierto catolicismo, excusa actual para unas buenas vacaciones laborales, olvida que si Cristo no resucitó vana es nuestra esperanza, como nos recuerda San Pablo.

Debería celebrarse la Resurrección, tanto más que la Pasión, con sus empalados, flagelados, procesiones varias, capirotes con hábitos de seda para los que hay que pedir préstamos en estos tiempos de crisis.

Bueno es contemplar el arte en las calles, como gran museo al aire libre. Pero la Pasió-Resurrección va más allá de formar parte de bullas nocturnas bañadas en alcohol, peinetas y mantillas en negro de costosisimos brocados, e imágenes dolorosas bastante alejadas de la pobreza evangélica. Al final, la semana santa ha terminado siendo un gran negocio del ocio.

La Cruz es siempre Gloriosa. La de Jesucristo. La crstianía va más allá del catolicismo. Dios, más allá del cristianismo. A veces nos deslizamos hacia un Dios antropomórfico. Lo finito frente al infinito de Dios. Del Dios cristiano.

Juanjo
31 de marzo de 2010 a las 10:27

Pensamientos en voz alta;
¿Cuanto tardaremos aún en comprender, aceptar y vivir de acuerdo a esta idea de Dios? ¿Cuando llegaremos a realizar el cambio de paradigma de las mentalidades dualistas a la del Transcendente involucrado en la inmanencia y actuando desde dentro?.
¿Todavía 50 años más? ¿Otro "aggiornamiento"? ¿Por qué todavía predomina el Dios dogmático al vivencial? ¿Al que hay que adorar antes que recococer en el pobre? ¿Al que hay que convencer con la oración antes que ponerse a actuar? ¡En el que hay que hay que ganarse al cielo a base de nuestras "buenas obras"! Un Dios en el que los hombres y mujeres seamos iguales, una Iglesia en que jerarquía y pueblo se sienten a la misma altura.
¿Cuantos años aún?.

Bernardo
31 de marzo de 2010 a las 13:45

Comparto esta posición de un Dios más allá de las religiones concretas, incluso más allá de la nuestra. Es bien claro, si Dios es lo que podemos encontrar en cualquiera de las religiones, entonces no merece la pena llamarse Dios. Deus semper maior. Como insistió el Concilio en LG, en la Iglesia se da la presencia de Cristo, pero no se agota esta presencia en ella. Dios, Cristo, siempre está presente allá donde se humaniza, sea en una religión o fuera de ella, como muy bien lo comprendió el obispo Guillot, cuando le fue retirada su diócesis y se dedicó a encontrar a Cristo pobre y sufriente entre los enfermos de Sida de París.
Dios es salvación y sólo se le encuentra allá donde esta se viva, aunque sea fuera de las religiones, de todas.

fray josemaría esteve i pallarés,op
31 de marzo de 2010 a las 21:09


Puede ser que a los cristianos de apié, a los teólogos y filósofos de las alturas,nos cueste trabajo dar una respuesta rápida, a ese extraño lenguaje de la cruz,porque no nos hemos dejado impactar por la pasión del mundo.Queremos vivir de cara a la pasión de Cristo en la cruz,através de procesiones multitudinarias,rituales o cultos en memoria del crucificado,pero creo hermanos@ que calamos poco por que lo hacemos de espaldas al sufrimiento de los hombres,a la pasión del mundo,no darles más la espalda asus gritos de pena,sus gritos de misericordia...y quizás comencemos a entender la pasión de Cristo en la cruz,a trazar linias de liberación y compromiso.

Pasión de Cristo asumiendo voluntariamente sobre la cruz el pecado de todos nosotros. Pasón del mundo en donde muchos hombres cargan involuntariamente con las consecuencias del pecado,consciente y voluntario,de los avaros y egoistas,de los acumuladores injustos de este mundo caído en espera de liberación. El fruto del pecado de algunos recae sobre otros (estos días lo estamos experimentando) dando lugar a toda una pasión humana. Pasión del mundo en donde aún se da la pasión de Cristo. Pasión del nundo en cuyo seno se mueven los oprimidos,los injustamente tratados,los privados de la dignidad que debe tener cada criatura de Dios. (no miremos muy lejos,mejor mirar a nuestro alrrededor)

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