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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

27
May
2024

El Espíritu sostiene la esperanza y mueve a la acción

1 comentarios
espirituesperanza

La bula del Papa Francisco convocando el jubileo del año 2025, que ya comenté en un post anterior, me recuerda un texto de la Gaudium et Spes, que no se encuentra citado en la bula, pero que resume muy bien su línea argumental y su intención profunda: “Cristo obra por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no solo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también con ese deseo aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra este fin”. O sea, Cristo, por medio de su Espíritu, despierta a la vez el anhelo de una vida eterna y mueve a trabajar por un mundo más justo y más humano.

Para un cristiano, esta doble línea es simultanea e indisociable. Por eso, la bula del Papa trata de una doble esperanza, o mejor, de la misma esperanza cristiana que se mueve en una doble dirección: la escatológica, el anhelo de un encuentro pleno y definitivo con Dios; y la mundana, y al mismo tiempo muy divina, de un mundo más justo en el que todo ser humano vea reconocida su dignidad y sea tratado como imagen de Dios. La esperanza, decía el texto de Gaudium et Spes ya citado, alienta allí donde no están, purifica allí donde se desvían y robustece allí donde están los propósitos de construir un mundo más justo y más fraterno. El Papa insiste sobre todo en el primero de los verbos, la primera de las tareas: alentar donde no están, porque en este mundo falta mucha esperanza, debido a que abundan por doquier múltiples actitudes y situaciones que mueven a la desesperación. Y para no quedarse en abstracciones y generalidades, el Papa citaba a enfermos, ancianos, presos, inmigrantes, víctimas de la guerra y del hambre, personas vulnerables y vulneradas.

Las dos dimensiones de la esperanza son indisociables: no vive auténticamente la esperanza cristiana aquel que solo piensa en la propia salvación. Porque no nos salvamos solos; la esperanza cristiana es comunitaria, eclesial, fraterna; el mejor modo de esperar para uno mismo, es esperando para y con los demás. Y además, porque la esperanza en la salvación definitiva debe ir acompañada de signos que la anticipen, de realidades que la preparen. Dicho de otra manera: de parábolas que apunten a aquello que se busca y se espera. Y si lo que se busca y espera es un mundo de paz y fraternidad, un mundo en el que Dios nos llene de amor y nos haga a todos hermanos, entonces este anhelo nos mueve a buscar ya, en la medida de nuestras fuerzas y posibilidades, eso que anhelamos y esperamos.

Si nuestra vida concreta no es ya en este mundo una parábola del mundo de Dios, entonces nuestra esperanza es vana. No es esperanza cristiana, es un deseo vacío. La esperanza cristiana mueve a la acción. “La espera de una tierra nueva, dice Gaudium et Spes, no debe debilitar, sino más bien avivar la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, que puede ofrecer ya un cierto esbozo del siglo nuevo”.

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Mercedes
27 de mayo de 2024 a las 12:54

Soberbio artículo ! Mejor explicado , imposible !
“ enfermos, ancianos, presos, inmigrantes, víctimas de la guerra y del hambre, personas vulnerables y vulneradas.”
A ellos ha de dirigirse nuestra acción , nuestra esperanza activa . Y como consecuencia de nuestro actuar nos llevará a la esperanza escatológica : nos salvaremos todos juntos
Gracias , fray Martín !

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