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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

20
May
2010

El Espíritu no espiritualiza, vitaliza

4 comentarios

El Nuevo Testamento y los símbolos de la fe se refieren al Espíritu como dador de vida. Por tanto, el Espíritu no puede ser ajeno a los dolores y contradicciones de la vida, no puede encontrarse en un espacio sin movimiento, en la calma y la soledad alejadas de los problemas, angustias, tristezas y alegrías de las personas: “no vengo a la soledad, cuando vengo a la oración, pues sé que estando contigo, con mis hermanos estoy”, dice uno de los himnos del Oficio de la Iglesia.

El Espíritu no puede conducir a una espiritualidad evasiva, que se olvida del mundo, de la materia, del cuerpo. Lo que hace el Espíritu es conferir un nuevo sentido a las realidades mundanas y corporales, abrirlas al futuro de Dios. Lejos de encerrarnos en nosotros mismos, el Espíritu nos abre a los demás, sobre todo al prójimo necesitado de amor. El Espíritu nos abre a la vida, a la que hay en el otro, y a la que nosotros podemos dar al otro. No nos sumerge en nuestras interioridades; más bien purifica nuestro corazón y nuestra mirada para apoyar todo lo bueno que hay en el mundo, y para plantar cara a todo lo malo.

Es comprensible que muchos pensadores cristianos hayan venerado a Platón, pero los cristianos ya no podemos ser platónicos, sobre todo si el platonismo nos lleva a sustituir el Espíritu como fuente de vida por un espíritu que libera al alma del cuerpo; o a confundir la fe en la resurrección de la carne por la creencia en la inmortalidad del alma; o a cambiar el Dios de la promesa y las promesas de Dios, que nos mueven a transformar este mundo, por un Dios inmutable que mora en el cielo y provoca sentimientos de nostalgia por un paraíso perdido que nunca existió. Si el platonismo es signo de filosofía dualista, los cristianos no somos platónicos. Creemos en la unidad indisoluble de toda la persona. Eso sí, una persona con capacidad para ser invadida por el Espíritu de Dios, Espíritu que se une a nuestro espíritu y transforma nuestra vida.

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su chico
20 de mayo de 2010 a las 23:54

Vital impulso para dejar atrás caducas dicotomías. Me gusta.
Una puntualización si acaso: Una persona raramente estará cualificada; es posible que estemos capacitados, en cuanto esta capacitación sea una gracia del Espíritu... Pero todo esto es teología y yo soy -ni pretendo- ser teólogo.
Pero como creyente persona digo que es necesidad el ser invadido por el Espíritu. Al menos,opino, para todo creyente en la inmortalidad del ser.

Buen Camino

cata
21 de mayo de 2010 a las 16:04

no, no esta el asunto para mucho platonismo, mas bien para poner los pies en la tierra, coger aire, y ver la que se nos viene encima.Espero, al menos, que estemos todos unidos y nos ayudemos a superar lo insuperable.El que tenga que lo comparta

josemaría esteve i i pallarés,op
21 de mayo de 2010 a las 18:06

"Concebido por el Espíritu Santo"
"Nacido del Espíritu"
"Desciende sobre Él el Espíritu"
"Como hombre lo mataron,como poseía el Espíritu fue devulto a la vida"
De esa FUERZA,nace la nueva comunidad,constituida por personas que se dejan guiar por el Espíritu para llevar a cabo la misma tarea.

anónimo
23 de mayo de 2010 a las 08:42

Hemos recibido "esa capacidad para ser invadida por el Espíritu de Dios" ¡Casi nada! Es para alabar a Dios y darle gracias por tan enorme regalo. Pero si esa capacidad no se llena del Espíritu Fuente de vida, y nuestra vida no cambia, no se transforma, es cómo si Cristo no se me hubiera aparecido, está solo en mi memoria. Cuando nos dejamos guiar por sus mociones nos transformamos y Cristo ha resucitado para nosotros. CRISTO VIVE Y NUESTRA VIDA ES CRISTO

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