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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

5
Jun
2013

El don de Dios, ¿es la fe o es la revelación?

4 comentarios

Cuando se dice que la fe es un don de Dios, surge espontáneamente la pregunta de por qué Dios no otorga este don a todos, porque parece evidente que no todos creen. Para mejor aclarar esta cuestión considero importante distinguir entre revelación y fe. Lo que es un don de Dios, una obra divina, es la revelación. La fe es una respuesta humana. La revelación se ofrece como una iniciativa divina a la “fe” del hombre. Dios mismo, por su revelación, quiere darse a conocer a todos y busca que todos le respondan con amor. Algunos aceptan este don, otros lo rechazan y permanecen en la “no creencia”. Hasta aquí no veo yo problema alguno. La pregunta entonces sería: ¿hay que atribuir a una elección divina el hecho de que entre los seres humanos unos adhieran a la revelación y otros la rechacen?

Hay que tener en cuenta que la revelación de Dios es histórica y llega a los hombres condicionada por las circunstancias y posibilidades de la historia. Esto explica que, aunque Dios quiera que todos le conozcan, su revelación no llega a todos con la misma intensidad ni de la misma manera. La respuesta humana, por tanto, está condicionada por el modo en que se ha recibido la revelación. Y cada uno es responsable en función de los modos en que el don le ha llegado. A quién mucho se le dio, mucho se le pedirá, dice Jesús. A cada uno se le pide en función de su recepción del don.

Cierto, para que se dé la adhesión de fe, además de la revelación, se requiere un cambio en el corazón del creyente. Ahí es donde actúa el Espíritu Santo, que ilumina la inteligencia y mueve nuestra libertad para que se deje seducir por la seducción del Dios que se revela. Pero esta acción de la gracia del Espíritu Santo en la mente y el corazón del ser humano, está también condicionada y limitada por el conocimiento de la revelación. El Espíritu orienta el corazón, la mente y la libertad hacia el conocimiento que cada uno ha recibido, no hacia la totalidad de lo revelado.

Esto no significa poner límites a Dios. Significa cobrar conciencia de nuestros límites. Lo limitados somos nosotros. A Dios nada ni nadie puede limitarle. No es menos cierto que si Dios quiere al ser humano como tal, debe respetar su modo de ser. El respeto al modo de ser del hombre es lo que hace que unas veces parezca que la acción de Dios, que en todos actúa con igual fuerza e interés, sea distinta en unos y en otros. Pero esta apariencia no traduce la voluntad ni el ser de Dios, sino las disposiciones humanas, históricas, psicológicas y afectivas, que en cada uno están orientadas y marcadas de diferente manera.

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Manuel
5 de junio de 2013 a las 16:57

Y me surge, a medida que leo su reflexión, otra preguntita: Si es el Espíritu Santo quien mueve nuestra libertad. ¿soy libre cuando me decido a creer? ¿De qué modo soy libre si me tienen que mover a creer? ¿Cómo entender esa libertad? ¿O es que cuando digo que creo -porque Dios me mueve a creer en ÉL- estoy siendo libre porque ÉL quiere que sea libre si obedezco a su moción? Este es el tema tan famoso en la teología de la libertad y la gracia, que me gustaría volver a escuchar de su magistral manera de explicarlo. Con afecto fraternal. Gracias por su tiempo,

Joaquín Estañol
5 de junio de 2013 a las 17:02

Buenos días Martín, suelo leer tus blogs, y me gustan mucho. Este también me gusta y coincide en mis pensamientos sobre un tema que nos interesa mucho a los dos que es "La urgencia de la evangelización". Esta "urgencia" yo la siento aunque no la entiendo. Me parece muchas veces, dicho de antemano, que pensar o hablar mucho de todo esto no me hace mucho bien, ya que es como querer un piojo entender el Universo entero. Aunque mi mente, como bien dice el Shemá, me la ha dado Dios y en el conocimiento de éste, también debe intervenir. Cuando medito mucho en el tema de la Fe como Don.., la adhesión del hombre.., el Espíritu Santo, nuestro Espíritu, la unión de ambos (el encuentro personal de cada persona con Cristo resucitado), el crecimiento en la Fe o yo diría mejor el crecimiento en la santidad (la Fe, creo entender, es un encuentro a veces diario, a veces más espaciado en el tiempo, según la oración de cada cual, o en la Palabra, o en la Eucaristía, o en el anuncio del Kerigma, o en la meditación personal, o en la Historia, y bueno en cualquiera de las armas que nos da nuestra Madre la Iglesia, un encuentro que nos sella que Dios es, que Dios está, y que lo único realmente importante es Él, que lo más grande que puedo hacer es seguirle y dejarme cambiar por Él, a su imagen y semejanza y llevarles a otros esta noticia, que puedan vivir lo que yo puedo vivir por pura gracia. Cuando medito todo esto me gustaría llegar a entender con mi mente lo que siento en el corazón, que es lo siguiente: Porqué evangelizar, porqué urge ? Si Dios, como me parece comprender, nos juzgará según nuestras luces, a mayor conocimiento de Dios más nos exige, a menor menos, y a ningún conocimiento, qué nos va a exigir..? Entonces veo que lo importante es SER (SENTIR) como Dios, como lo hizo Abraham rogando con insistencia, e incluso exigiendo a Dios por su nombre, que no acabase con todos..; como lo hizo Moisés, pidiendole paciencia a Dios con su pueblo.. Se erigieron en profunda imagen de Dios incluso atreviendose a hablarle como lo hicieron. Creo que por su FE, entendieron que Dios es Amor ya que se atrevieron a casi exigirle la Misericordia, y sobre todo SINTIERON la misma compasión por el prójimo que Dios tiene. No sé si me he explicado bien, Martín, pero veo en mi pobre entender que esta es la Voluntad de Dios HOY, AQUÍ, EN ESTE TIEMPO. Amar al prójimo te lleva a ver los sufrimientos que tiene en el mundo, aún sin saberlo. A no juzgarlo, si no a amarlo, y si amas con la única VERDAD, llevarles lo único bueno que les puedes dar, a Jesucristo resucitado. Y a pesar del posible rechazo y siempre desde la Libertad del otro anunciar.. No se este Misterio como acabará en el otro mundo, pero yo entiendo esto en este. Te agradecería si ves cualquier cosa en la que me puedas ayudar no dudes en decírmelo. Un abrazo. La Paz.

Juanjo
5 de junio de 2013 a las 22:24

“La Fe es un don de Dios" es la fórmula preferida por las personas que no tienen fe.
....se oye frecuentemente la expresión; ¡Dichoso tú que tienes (tanta ) fe! con lo que se quiere decir en realidad; "yo estoy mucho mejor sin ella".
Son dos frases de una fina agudeza escritas por Alberto Maggi (teólogo, y biblista católico además religioso de la Orden de los Siervos de Maria italiano.) a quien invito a leer, dicho sea de paso.

msrìa
6 de junio de 2013 a las 20:18

Acoger este misterio inito de Dios que supera todo conocimiento. Dios no es una teoria ni una teología. Es una persona concreta, y a una persona se le conoce por un trato personal, cara a cara con el Señor Dios. Los primeros testigos de la resureciòn perseveraban unanimes en la oraciòn y suplicas, con María.Jesús vive

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