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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

20
May
2010

El cristiano y la política

4 comentarios

Debido a que no hay un programa político evangélico, los cristianos debemos adoptar una doble actitud ante las soluciones políticas: por una parte, respetar la legítima autonomía de la política; por otra, ser críticos con toda respuesta que contradiga abiertamente el Evangelio. Ser críticos no significa responder con violencia, o no reconocer a la autoridad legítimamente constituida. Los primeros cristianos, en Roma, hasta que aparecieron las persecuciones injustas que les conducían a la muerte, trataron de granjearse la simpatía de las autoridades, aunque no estuvieran de acuerdo con muchas de sus decisiones. ¡Con cuanta más razón debemos hoy los cristianos respetar a las autoridades democráticamente elegidas! Sin dejar de ser críticos, pero siempre dentro de la ley.

Surge también la pregunta sobre el papel de un cristiano en la política. Todo creyente tiene el derecho y el deber de intervenir en política. A veces, cuando uno milita en un partido político, pueden surgir problemas de conciencia que le impidan seguir, en un punto concreto, las directrices del partido. Los partidos deberían respetar la conciencia individual. Más aún, toda política digna de este nombre debe estar basada en valores y buscar lo ideal. Pero también es cierto que la política debe contar con la realidad y, en muchas ocasiones, tiene que contentarse con la solución menos mala. En todo caso, ningún cristiano comprometido con la política, puede esquivar esta pregunta: ¿qué significa la cruz en tu vida política? Esta pregunta debe responderla cada uno. Nadie puede responder por otro.

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JM Valderas
27 de mayo de 2010 a las 11:03

Caro Martín, suelo discrepar de tus textos cuando abordas asuntos de moral pública. Quizá no acabo de entender el significado. Pero si los filtro a través de la ley natural, me cuesta admitir tu contemporización con partidos objetivamente antiiusnaturalistas, anticristianos por consiguiente, y reducir la objeción a ellos a discrepancias concretas, accidentales, que dirían los moralistas clásicos. Hay en el seno de la Iglesia un movimiento muy fuerte, impulsado por Benedicto XVI, de reivindicación de la ley natural como criterio último y objetivo de la acción política. Fue, lo sabes, bandera de la teología domincana, desde la baja Edad Media. El cristiano debe compromoterse en política como una dimensión del evangelio. Las formas son plurales. Ahí si entra la conciencia. Pero nunca podrá dar su voto, por acción u omisión, a formaciones que entrañan la muerte, con leyes de aborto libre, por ejemplo. Votar no en ese caso concreto, y seguir militando en el partido que lo sustenta, es una felonía. Porque "su partido" gobierna gracias a los votos que le ha ido ganando o promoviendo el cristiano "escrupuloso". La doctrina del mal menor no puede deslindarse del bien obligado a alcanzar, pues sólo en el seno de ésta tiene su razón de ser. Que disfrutes en Tierra Santa.

catalina
28 de mayo de 2010 a las 10:25

en la actualidad no encuentro ningun partido que siga el Evangelio, con ambos el aborto se practicaba. las dobles morales nunca me han gustado, o es blanco o es negro, en esto soy radical, ¿acaso no lo es el Evangelio?

su chico
29 de mayo de 2010 a las 00:43

"Ellos" son políticos... no así vosotros

chico anónimo
29 de mayo de 2010 a las 00:46

Esta sí que va de coña...
¿Jesús siempre estuvo dentro de la "ley" (que hacen los que "hacen las leyes")?

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