May
El Cónclave ya está aquí
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El martes, día 6 de mayo, es el último día para celebrar funerales por el Papa Francisco. El miércoles, día 7, comienza el Cónclave que debe elegir nuevo Obispo de Roma. Acabados los funerales, las diócesis y parroquias están invitadas a celebrar Misas “pro eligendo pontífice”, o sea, Misas por la elección del romano pontífice. En la que se celebrará el miércoles a las 10 horas, en la Basílica de San Pedro, presidida por el Cardenal Re (el mismo que presidió los funerales de Francisco), asistirán todos los cardenales. En la oración colecta de esta Misa, la oración que recoge los sentimientos de la asamblea celebrante, aparecen tres palabras que podemos considerar tres grandes principios que, luego, el elegido, tendrá que concretar en función de su carácter y de las necesidades de la Iglesia: santo celo por los fieles, reverencia del pueblo, saludable gobierno.
Los medios de comunicación continúan especulando sobre los cardenales “papables”. Yo mismo he sido invitado a participar en un programa sobre el cónclave de un canal de televisión. Después de pensarlo un poco, decliné la invitación. Porque hay muy poco que decir sobre nombres y tendencias, que es lo que interesa a los medios, eso sí, siempre en función de sus orientaciones políticas. El que salga merecerá todo el respeto del mundo y, aunque desde el primer momento será catalogado, habrá que esperar al menos algunas semanas para ver cuales son sus insistencias y preocupaciones pastorales. Estoy convencido de que no habrá ni marcha atrás ni saltos en el vacío. Habrá continuidad, quizás con un estilo distinto, pero continuidad.
¿Cómo no va a estar preocupado el próximo Papa por el hambre en el mundo, por la pobreza, por los migrantes, por la paz, por el entendimiento entre los pueblos, por el diálogo ecuménico e interreligioso, por la buena marcha de la Iglesia, por el anuncio del Evangelio con alegría? ¿O es que Francisco ha estado preocupado por otras cosas? En definitiva, preocupado por anunciar el Evangelio, consciente de que el Evangelio no es solo ni principalmente un asunto doctrinal (¿qué querrán decir esos que añoran o piden un Papa preocupado por la “sana doctrina”?), sino un asunto de vida en el amor, porque ese es el mandamiento de Jesús y el gran signo por el que se conocen sus discípulos.
Se dice que al Papa le elige el Espíritu Santo. Pero es también el resultado de negociaciones, a veces tensas, entre los electores. Porque el Espíritu Santo siempre se sirve de causas segundas. No actúa directamente. No envía mensajes de whatsapp, ni habla por la boca de los más rigoristas. La acción del Espíritu Santo hay que verla en los consensos, en los discernimientos, en los acuerdos. El Papa será elegido directamente por los Cardenales, después de que cada uno haya discernido en conciencia a quién debe votar, voto también condicionado por su carácter, sus experiencias y sus expectativas. Lo que hará el Espíritu Santo será sacar lo mejor del elegido, orientar, modular su carácter, su visión de las cosas y sus preocupaciones. El Espíritu actúa a través de la escucha de la Palabra, de la oración, de la atención a los signos de los tiempos, de la escucha de los hermanos, del discernimiento personal, de la libertad.